ESPECTáCULOS
› LOS FILMS PALESTINOS DEBUTAN EN LA ARGENTINA CON UNA TEMATICA IMPACTANTE
Cine de retrato y denuncia socio-política
“Rana’s Wedding”, participante de la competencia oficial, es la película insignia pero no la única que se verá dentro de una sección dedicada especialmente a la reciente producción, tanto documental como de ficción, que llega desde los territorios ocupados.
› Por Horacio Bernades
No quiero tener miedo nunca más”, dice la protagonista de Rana’s Wedding, la película palestina que se verá hoy en la competencia oficial del Bafici, en referencia a la decisión que la chica acaba de tomar: decirle no a su padre, que pretende elegirle marido. Sin jamás hacerlo literal, el transcurso de la película no hace más que amplificar y darle nuevas capas de sentido a la frase de Rana, al vincular su encrucijada existencial con la de todo el pueblo palestino. Allí, lo personal se vuelve político, y en el periplo de Rana hacia la definitiva conquista de su libertad de decisión puede leerse también –sin el menor subrayado, sin necesidad de sobredramatizar nada– un posible destino para su pueblo.
Rana cuenta con unas pocas horas para lograr lo que quiere: unir su destino al del hombre que ama, y no al de alguno de los acomodados profesionales que componen la lista de candidatos seleccionados por su padre. Para casarse ese mismo día con su novio (un director de teatro de hábitos excesivamente bohemios para la tradicionalista mentalidad del padre), Rana debe atravesar media Jerusalén, llegar hasta él, lograr su consentimiento y luego salir juntos, en busca de un escribano que le dé respaldo legal a la decisión.
El dispositivo dramático de Rana’s Wedding es sencillo, preciso y de máxima funcionalidad: por un lado, el combate entre libertad individual y mandato patriarcal adquiere particular intensidad al librarse en un campo profundamente personal, como es la elección de pareja. Por otro, el exiguo plazo de tiempo con que cuenta la protagonista para resolver su futuro, lo cual no hace más que incrementar la sensación de presión paterna.
Finalmente, que Rana se vea obligada a atravesar la ciudad le permite a su realizador, Hany Abu-Assad (cuyo film más reciente, Ford Transit, ya empezó a repercutir en otros festivales), filmar la ciudad a la manera del neorrealismo italiano, hallando en ella las marcas de una adversidad política y comunitaria. El trayecto de Rana a través de la Jerusalén dividida se verá jalonado por controles militares, barreras peatonales y barricadas. Atravesando ruinas de los edificios palestinos arrasados por el ejército israelí, ella se cruzará con soldados que arrastran prisioneros por las calles, y con uniformados que responden con disparos al cuerpo a las pedradas de los niños palestinos (al verlo, la chica detiene su recorrido por unos segundos, para tirar también su piedrita). Bastará que intente sacar el celular del bolsillo para que una fila militar amartille los fusiles, confundiendo el teléfono con un arma. Cuando quiera tener un instante de intimidad con su novio, ambos se encontrarán con que las cámaras de vigilancia (modernos panópticos giratorios callejeros, dispuestos por la ocupación del ejército israelí) no les sacan su lente de encima, a cada paso por las calles.
Lo que muestra Rana’s Wedding no es otra cosa que el día a día en un territorio ocupado. Si termina con una nota esperanzada es seguramente porque Hany Abu-Assad decidió apostar a que el futuro puede (y debe) ser mejor. Pero Rana’s Wedding no está sola en el festival porteño. La segunda película de Abu-Assad es la punta de un iceberg que deja asomar otras prominencias en distintas secciones del Bafici 2003. En lo que representa el debut del cine palestino en la Argentina, el festival dispuso este año una sección entera dedicada a la cuestión (“Palestina y sus alrededores”). Se verán allí cuatro documentales, que llevan las firmas de la británica Jenny Morgan (After Jenin), el estadounidense James Longley (La franja de Gaza), la libanesa Danielle Arbid (Aux frontières) y el disidente israelí Udi Aloni (Local Angel-Theological Political Fragments). En todos ellos reaparecen, como ecos dolorosos, las mismas imágenes que Rana’s Wedding recrea en términos de ficción. Casi todos sus realizadores se harán presentes en Buenos Aires para exponer, discutir e intercambiar puntos de vista sobre sus shockeantes películas, lo que sin dudas disparará debates sobre la cuestión palestina en general.
Mientras todos estos documentales, filmados por extranjeros, muestran la aniquilación del pueblo palestino a manos del ejército capitaneado por esa versión meso-oriental de George W. Bush que es Ariel Sharon, las películas de ficción que presenta el festival independiente, realizados por cineastas palestinos, se permiten ir más allá y mostrar también las lacras al interior de la propia comunidad palestina.
Si Rana’s Wedding denuncia la pervivencia del paternalismo (de un modo simétrico a como lo hacía el notable film israelí La mujer de mi vida, presentado en la edición anterior del Bafici), Crónica de una desaparición (incluido en la sección “Panorama”) e Intervención divina (que completa la sección “Palestina y sus alrededores”) muestran un estado de violencia cotidiana que ni la propia comunidad palestina de Jerusalén puede evitar reproducir y multiplicar, en una cíclica reproducción de tensión social.
Rebosantes de premios en los más importantes festivales internacionales, Crónica de una desaparición (1996) e Intervención divina (2002) representan la restallante aparición de una nueva estrella en el firmamento cinematográfico mundial. Se trata de Elia Suleiman, nativo de Nazareth. Lo que hace Suleiman en ambas películas –que renuncian absolutamente a toda forma de narración lineal para concentrarse en una serie de viñetas que resultan entre humorísticas, sardónicas y subversivas– es llevar al plano de la estructura dramática el estado de disgregación y atomización en el que vive su pueblo, desde que una resolución adoptada por las Naciones Unidas lo privó de sus territorios en 1947.
Con una mirada entre distante, socarrona y provocativamente impasible –que llevó a que se lo comparara con Jacques Tati y hasta Buster Keaton–, Suleiman, que también actúa en sus películas, trastroca la realidad cotidiana de los palestinos en Jerusalén, llevándola en ocasiones al plano de la más descabellada fantasía.
Sin embargo, y aunque filtrado por ese crisol fracturado y demencial, no deja de aparecer en sus películas lo más inmediato y político. Como ejemplo, vaya la escena más celebrada de Intervención divina: el propio realizador lanza al aire un globo que lleva impresa la imagen de Yasser Arafat. El globo flota, atraviesa un puesto de vigilancia israelí (los soldados no saben si dispararle o no) y llega hasta el sector occidental de Jerusalén. Allí terminará posándose, intocable y triunfal, sobre la principal mezquita de la ciudad. ¿Broma, mitificación o declaración política? Se puede decir que si algo hacen las películas de Suleiman –mediante la más depurada, rigurosa y libre puesta en escena– es lanzar sobre el espectador esas preguntas y dejarlas flotando en el aire, como si fueran globos que todo el mundo quiere sacarse de encima.
Rana’s Wedding se verá hoy a las 14 hs en la sala 8 del Hoyts Abasto, y mañana a las 15.15 en Hoyts 10. Crónica de una desaparición, por su parte, se proyectará también hoy a las 14, en el cine Lorca. Por último, el film Intervención divina se verá mañana a partir de las 14, también en el Lorca.
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