ESPECTáCULOS
› ROWAN ATKINSON ES “JOHNNY ENGLISH”
Un Bond subnormal
› Por Martín Pérez
Una de las claves de la comedia de Rowan Atkinson es avisar previamente hacia dónde se dirigen sus gags. Pero igualmente ir con decisión hacia ese destino anunciado, encontrando las risas en el camino. E incluso también alguna que otra salida o atajo imprevisto. Ahora bien, dentro de ese método de trabajo –al menos en lo que se refiere a su exitoso Mr. Bean–, es fundamental el silencio. Porque una cosa es avisar con gestos el destino de un gag, y otra muy distinta decirlo con todas las letras. Algo así es lo que sucede en Johnny English, una parodia de James Bond demasiado anunciada y muy fuera de época, en la que el humor ridículo de Rowan Atkinson sólo alcanza a hacer reír cuando se busca en silencio.
Después de la velocidad de Austin Powers, un film como Johnny English es como volver a la locomotora a vapor, con veneración de la reina madre y de su “Rubia Albión”. Turístico incluso a la hora de burlarse de los franceses, Atkinson encarna a un eterno secretario que debe asumir como agente secreto ante la súbita muerte de todos los agentes. Torpe pero creído de sí mismo, English deberá solucionar el robo de las joyas de la corona.
Como su némesis y con un ridículo acento francés, John Malkovich encarna al sospechoso Pascal Sauvage, un francés experto en restauración de joyas y prisiones privadas. Y junto a Atkinson también aparece la bella cantante australiana Natalie Imbruglia, que supo trabajar en telenovelas en su país natal y aquí tiene su lanzamiento actoral internacional como chica English (a falta de Bond). Previsible hasta en sus más mínimas escenas, Johnny English es un film que apenas se salva cuando Rowan Atkinson logra hundirse tanto en su ridículo que llega a causar gracia. Pero siempre con la boca cerrada.