ESPECTáCULOS
› LA ORQUESTA 34 PUÑALADAS, EN VIVO
Aquel tango canalla
El grupo, que ya va por la tercera edición de su disco “Tangos carcelarios”, alimenta su repertorio con las páginas más oscuras de los poetas surgidos en la escena de las décadas del 20 y del 30.
› Por Karina Micheletto
Paradójicamente, la joven orquesta 34 Puñaladas está dedicada casi exclusivamente a los tangos más viejos. Su repertorio abreva en aquellos tangos lunfardos escritos en los años ‘20 y ‘30, cuando urgía retratar la crisis general de la sociedad, y la decadencia específica de un submundo marginal que se extendía por el puerto, los prostíbulos y los barrios periféricos de Buenos Aires. Poetas como Carlos De la Púa, Celedonio Flores o Julián Centeya contaron en sus tangos canallas las peripecias de los hombres de su tiempo, que incluían penas y miserias tan parecidas a las de los contemporáneos. Los sábados a la medianoche, hasta el 24 de mayo, 34 Puñaladas se presenta en el Club del Vino. De riguroso traje negro, despojados de toda parafernalia, los tangueros logran un clima intenso, pero alejado de cualquier lentejuela tango-show. Con una cuidadosa selección de temas (algunos de los cuales se extienden hasta los años ‘40 o el ‘50, pero se centran en la misma temática), sacan jugo a las letras que interpretan para narrar las situaciones más trágicas con una gran dosis de humor y acidez.
La orquesta, integrada por Augusto Macri, Edgardo González y Juan Lorenzo en guitarras, Hernán Reinaudo en guitarrón y Alejandro Guyot en voz, toma su nombre del poema de Iván Diez que musicalizó y popularizó Edmundo Rivero. Allí se narra la historia de un varón que descubrió in fraganti a su mujer. Después de pedirle que le cebe un par de mates, “con gran tranquilidad y amablemente, le fajó 34 puñaladas”. En Tangos carcelarios (un disco que ya va por su tercera edición, todo un fenómeno de la industria independiente) se incluyen temas como “La gayola”, “Pucherito de gallina”, y otros más nuevos como “Fangal” y “Quien más quien menos”, de Enrique Santos Discépolo. En 1999, la orquesta acompañó en una serie de conciertos al Tata Cedrón, y de aquella amistad quedaron algunos arreglos del guitarrista. El resto son arreglos propios, que rompen con las formaciones de guitarra tradicionales. “En nuestra música no hay tres guitarras tocando al servicio de una que es la que se luce, ni un grupo acompañando al cantante. La idea es que las guitarras canten, además de acompañar”, explica Edgardo González, quien integra la orquesta desde su formación en 1998. “Nuestro gran logro fue consolidar una idea, una manera de arreglar, que va más allá de las personas que pasan por la orquesta”, agrega Augusto Macri durante la entrevista con Página/12.
–¿Por qué la predilección por el tango lunfardo?
Edgardo González: –Son temas muy bellamente escritos, que describen situaciones de marginalidad extrema, con muchos puntos en común con las actuales. Esas situaciones las cuenta hoy la cumbia villera, pero sin el condimento épico de los tangos, con tanta precariedad artística que no creo que estos temas subsistan de acá a unos años.
Augusto Macri: –Nos interesan las historias de esos tangos. “Viejo Packard” de De la Púa, por ejemplo, hace una analogía entre una prostituta que toma heroína y un auto. Apela al grotesco para hablar del mundo de la droga, pero con un espíritu que no es el de la exaltación de la cumbia villera. “La gayola” es sobre un tipo al que no le podría haber ido peor en la vida, y termina juntando monedas para comprar el cajón. Se cuentan historias densas, desgarradoras, con letras que por momentos a uno lo hacen morir de risa, y un nivel de elaboración que no se ve en la música actual.
–Lo de la orquesta va contra la corriente del tango for export...
E. G.: –El concepto del show de tango es la gran orquesta, con mucha sonoridad, gran puesta en escena. Nosotros proponemos entrar en otro tipo de atmósfera, con otra adrenalina. Los que nos van a ver no se van a despeinar, aunque al público de rock denso le encanta lo que hacemos.
A. M.: –A mí me encanta cuando los rolingas nos vienen a decir “¡esto es una masa!”, pero también cuando los tangueros de la vieja guardia, comoBartolomé Palermo, nos van a ver. Porque antes estaba la duda del tipo ¿estaremos haciendo tango como corresponde? Ahora ya pisamos sobre terreno firme.
–¿A qué creen que se debe la cantidad de orquestas de tango que surgieron en el último tiempo?
E. G.: –Es un mandato histórico. El tango perdió una generación. Hoy los tipos de 40 años emparentados con la música popular son de otros géneros, aunque en algún momento se hayan acercado al tango. Y cuando los jóvenes se empezaron a preguntar qué había detrás de Piazzolla, descubrieron cosas muy ricas, y se metieron por ahí. Piazzolla abrió una puerta, maravillosa, pero la volvió a cerrar. Sólo le siguieron imitaciones. Ahora estamos viendo qué había atrás.
A. M.: –Hubo un circuito cultural interrumpido de manera atroz. Se perdieron los músicos que tendrían que haberse formado en las orquestas, y que nos tendrían que haber pasado la posta a nosotros. El aprendizaje de la orquesta es como el del vestuario en el fútbol, imprescindible. Creo que hoy es el momento de revisar mucho, empaparse de los grandes maestros, y con esa influencia empezar a componer. El género es tan complejo que hoy no hay composiciones de calidad, quizás eso llegue en una generación posterior. O no. Habrá que esperar.