Sáb 10.05.2003

ESPECTáCULOS

“Este show es didáctico, estimula y sienta bien”

El grupo Cuatro Vientos presenta desde hoy en el Auditorium de San Isidro una nueva versión de “Soplando una historia a los cuatro vientos”, espectáculo original de 1991.

› Por Oscar Ranzani

Combatiendo el incipiente frío otoñal, el grupo Cuatro Vientos buscará calentar desde hoy el Auditorium San Isidro (Av. Libertador 16.138) soplando música tanto para los adultos que los siguen desde hace quince años, como para una nueva generación de chicos que se encontrarán con un espectáculo atípico. Soplando una historia a los cuatro vientos se estrenó en 1991, con la intención de contar la historia de la música a través de un show multidisciplinario que combina canciones, humor, actuación teatral y coreografías. Tres de los integrantes del grupo subirán hoy a las 17 a escena para contar otra vez aquella historia Jorge Polanuer (saxo tenor, flauta traversa), Diego Maurizi (saxo alto, clarinete) y Julio Martínez (saxo barítono). El cuarto, Leo Heras, esta vez no subirá al escenario pero es el responsable de la dirección musical, mientras que la puesta en escena y la dirección general es de José “Toti” Glusman. Como artista invitado estará Nicolás Santamarina que completará el cuarteto artísticomusical, que se presentará todos los sábados y domingos hasta fines de agosto.
“Este show es didáctico, estimula y sienta bien, como la ginebra Bols”, bromea Martínez en la entrevista con Página/12. Martínez es el fundador de Cuatro Vientos y, a quince años de su nacimiento, recuerda los pasos previos hasta adquirir una identidad musical. “El inicio fue en las escuelas: en ese momento era un concierto didáctico, al que nosotros le poníamos una pizca de humor que nos salía naturalmente. Yo venía de estar trabajando en una banda sinfónica donde hacíamos conciertos didácticos y notábamos que muchas veces para los chicos era aburrido. Lo interesante fue ponerle una línea argumental”, detalla.
–¿Se modifica este espectáculo con respecto al original?
–Básicamente la estructura como cuento es casi igual. El argumento de la historia de la música se mantiene. Desde lo actoral el rendimiento nuestro es otro. El otro espectáculo, si bien tenía tres o cuatro personajes característicos como el inmigrante, el tanguero o el chamamecero, la historia estaba contada a través de un locutor. En cambio, ahora, cada uno de nosotros tiene un personaje claramente definido. Los personajes se van a enfrentar para ver quién cuenta la historia y de qué manera. Anteriormente eso no existía. Uno de ellos, Dadá (Polanuer), es medio duro, Narzizo (Maurizi) es el galancito del grupo, Tonete (Santamarina) es un “tiro al aire”. Y yo interpreto a Justo que es el tímido pero que está atento a todo y pretende que, como bien sugiere su nombre, las cosas se digan con justicia.
–El show tiene cuatro vértices: teatral, musical, humorístico y coreográfico. ¿Qué es lo que primero crean?
–En este caso, lo que primero se planteó en su momento es qué queríamos contar. Dijimos: “hagamos la historia de la música”. Pero también hablamos de formas de la música. “¿Y por dónde empezamos?”. “Empecemos desde los cavernícolas”. Y ya en el primer sketch vamos hacia la época de los hombres de las cavernas y ya eso simplemente es humorístico por todos los gags que ocurren en el momento. Una vez que tenemos más o menos claro cuál va a ser la estructura, vamos pensando y seleccionando los temas. Lo que sí uno tiene claro es que dice “bueno, vamos a hacer música clásica o tango”. Nos planteamos el tipo de música y el tipo de historia. Y, a veces, adecuamos el relato a la música que queremos tocar. Pero si la estructura está planteada de antemano.
–A la hora de hacer música y humor, ¿consideran que hay un lenguaje infantil y uno adulto o hay uno universal?
–En este caso, consideramos que hay un lenguaje universal. Con las acciones uno hace humor y se puede reír un chico o un grande. El tipo devocabulario que nosotros empleamos y los gags los puede pescar un niño o un adulto. Lo que sí es claro que no está dirigido como se dice tradicionalmente “para los chicos”. Consideramos que los chicos no son tontos. Entonces podemos hablarles con un lenguaje casi adulto. Nunca vamos a hacerlo con diminutivos.
–En un espectáculo multidisciplinario que está muy elaborado de antemano, ¿hay margen para la improvisación?
–En lo que tiene que ver con la música como somos cuatro instrumentistas que ya funcionamos con un arreglo musical, salvo que uno tenga un solo, no hay margen para la improvisación. Por otro lado, desde el aspecto teatral, el margen para la improvisación uno lo tiene en los ensayos y luego va acotando lo que se improvisó.
–¿Cuánto hay de músicos y cuánto de actores en ustedes?
–Mitad y mitad. Si fuera por el director, él quisiera que también mantengamos el personaje hasta cuando estamos haciendo música. Que es difícil porque uno tiene que pensar en la música (nosotros tocamos de memoria) y en el personaje. No obstante hacemos todo lo posible para que así sea. Pero si vamos a balancear de una hora y diez que tiene el espectáculo, hay mitad de música y mitad de texto, de escena. Y además hay muchos gags que son visuales. Por ejemplo, hay un tema que es una salsa que va cantado. Hay otro tema que tiene zapateo americano. Es decir, cada tema tiene su cosita.

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