En sintonía con la oleada de programas infantiles que se estrenarán en las próximas semanas, esta tarde comienza en Canal 7 “Chocolate con Marilusa”, un ciclo para chicos que irá de lunes a viernes a las 16.30. Conducido por Marina Borensztein, la hija del recordado Tato Bores trasladará a la TV la magia de la tierna antihéroe Marilusa, que la actriz viene interpretando desde hace años en el teatro. “Costó mucho esfuerzo y sacrificio, pero por fin tengo un espacio en la TV”, confiesa la actriz a Página/12. “La gente cree que porque una es la hija de se me abrieron numerosas puertas y todo se me hizo fácil. Pero no fue así, todo lo contrario. Ser la hija de, en un medio tan prejuicioso y competitivo como la TV, fue una pesada carga con la que tuve que luchar”, reconoce.
Tal vez como consecuencia de esa historia personal que cargó sobre sus espaldas, la menor de los hermanos Borensztein eligió debutar en la TV como conductora infantil en un ciclo en el que habrá música, baile, ficción y humor, pero donde los juegos no serán de la partida. “No quiero –subraya– que haya juegos con resultados. No veo bien eso de que se propicie la competencia entre los chicos para ver quién es el ganador y quién el perdedor. Detesto la competencia y menos en nenes tan pequeños. Me molesta que a los chicos, desde tan corta edad, se les ponga la presión de tener que demostrar algo, o demostrar que son mejores que el otro.”
–¿La competencia puede afectar el desarrollo de un niño?
–La competencia no les hace bien a los chicos. Por eso incluyo “Vení a hacerme el show”, una sección en la que yo me siento en las mesas y les doy libertad para hacer lo que quieran. Pueden venir disfrazados, contarme cosas, cantar, recitar un poema, bailar... Quiero que sea algo así como cuando uno actuaba en el colegio, que no había premios, sólo el gozo de actuar junto a tus compañeros y frente a tu familia. Me resisto a los juegos, prefiero que participen y se diviertan. La realidad indica que en el mundo en que nos toca vivir hay mucha competencia. Pero si puedo armar un lugar donde no la haya, mejor.
–Usted ya hizo “Varieté a la Marilusa” y “Marilusa y una de espías”. Este será el tercer espectáculo, pero el primero en TV. ¿Cómo hizo para trasladar la obra de teatro a la TV?
–Es difícil. Pero como yo voy a seguir teniendo a los chicos en el ámbito de la interpretación, en este caso un estudio de TV, más o menos se preserva el espíritu teatral. Tratamos de hacer todo lo más vivo posible para no perder esa improvisación mágica del teatro. Estoy acostumbrándome a incorporar el personaje las cámaras, porque la TV es más para los que están en casa que para los que están presentes. Es otro código.
–¿El teatro tiene un código mágico que le falta a la TV?
–El teatro tiene ese desarrollo sin red en donde todo puede suceder. Todo es sorpresa, novedad. El público cambia cada día; se te puede caer un farol en la cabeza y no se puede cortar y hacer de vuelta. Es mucho más improvisado y en consecuencia, más fresco y fluido. El teatro tiene olor. En cambio, en el programa mío, si algo salió mal se hace de vuelta. A pesar de haberme criado en la TV con mi viejo, yo soy un bicho de teatro. Cuando mi papá me llevaba al teatro, era la experiencia más sublime. No sentía la misma sensación cuando iba a una grabación en la tele.
–¿Cuánto influyó el fenómeno Piñón Fijo en la vuelta de ciclos infantiles a la TV?
–Piñón es bárbaro. Yo lo miro con mi hija. Estoy contenta con el éxito de Piñón porque cuando llevé este proyecto a los canales, hace años, me lo rechazaban porque me decían que los programas para chicos no eran negocio. Esa era la respuesta. No entendía. Negocio o no, un canal tiene que tener un ciclo infantil. No puede no haber un programa para chicos. Ahora hay un montón de programas para chicos. No porque los directivos recapacitaron sino porque ahora sí los infantiles son negocio.