Lun 19.05.2003

ESPECTáCULOS

“En este film queremos recuperar la mística del trabajo y de la amistad”

El actor y director Víctor Laplace habla de “La mina”, su segundo largometraje, en el que
apela a un resurgimiento de la solidaridad.

› Por Oscar Ranzani

El hombre tiene cabellera blanca y una frondosa barba canosa. A primera vista se le nota un parecido con el abuelito de Heidi. O bien, con una versión criolla de Santa Claus. Sin dudas, nadie objetaría que tiene más de sesenta años y que está curtido por el tiempo. El maquillaje es perfecto. Y el maquillado es Víctor Laplace, caracterizado para representar a Don Sebastián, un viejo de 65 años que todos los días va pacientemente a una mina de metales preciosos buscando oro a pesar de que hace diez años que no se encuentra ese metal. Laplace es protagonista y realizador de La mina, su segundo largometraje, después de su debut con El mar de Lucas. Este tandilense con más de sesenta películas protagonizadas, una numerosa cantidad de obras de teatro y de programas televisivos, eligió su ciudad natal como uno de los sitios donde se desarrolla la historia del film.
“Es un hombre que mantiene sus esperanzas, viviendo en un pueblo que las ha perdido. Sus ilusiones y convicciones están casi intactas”, señala Laplace en entrevista con Página/12. El guión fue elaborado por el propio Laplace junto a Néstor Romero y Enrique Cortés. Los otros protagonistas del film son Norman Briski, Haydeé Padilla, Eleonora Wexler y Jean Pierre Noher. “Eleonora Wexler representa a Juana, la hija de Sebastián. Es de la generación que sintiendo que está todo prácticamente perdido y casi sin esperanza, quiere emigrar del pueblo. Ahí aparecen luchas generacionales, una idea que aparecía muy fuerte en mi primera película”, anticipa Laplace. Norman Briski, en tanto, es un viejo amigo de Don Sebastián. Le dicen “el Turco” y “de algún modo, se ha entregado, pero tiene una actitud solidaria con Don Sebastián. Los dos personajes tienen que ver con la amistad”, agrega.
Laplace trabaja en su película con la metáfora de la tierra arrasada. “En ese desierto se debaten los que son responsables y los que no: los buenos, los malos, los arribistas, los trepadores y los que tratan de construir una Argentina mejor”, explica. El film se propone, desde su mirada, “recuperar la mística del trabajo, con esta idea de que el personaje de Sebastián es un hombre que va a la mina de metales preciosos a tratar de encontrar lo que busca desde hace diez años y aún no ha encontrado. Un personaje casi border. Pero lo extraordinario en él es que es un hombre que no concibe la idea de la rendición, del no va más. Sigue peleando”, afirma Laplace sobre la esperanza que lleva implícita la historia.
–¿La película indaga en la problemática del trabajo?
–Tiene una especie de callejón sin salida. Reconstruir esta mística del trabajo a contramano un poco de todo no tiene que ver con una apología de la ilusión pero sí, de algún modo, con recuperar un poco la esperanza de que si uno se reorganiza y vuelve a armarse, por ahí empiezan a aparecer opciones.
–¿Apela a un resurgimiento de la solidaridad?
–Bueno, ésta es la idea de la película. La esperanza de que lo individual lentamente vaya a devenir en algo colectivo es algo que en una parte del film está muy presente y explicitado. Es algo en lo que yo personalmente creo y en lo que siempre creí. Es cierto que todo parece expulsarlo a uno cada vez más hacia una cosa individual y poco colectiva. Pero también es cierto que el hecho de haber recorrido el país durante todo el año pasado en la gira que hice para presentar Made in Lanús me dio una casi certeza: la solidaridad se construye y aparece a través de otras formas. Eso me interesa y me parece que es una buena idea para desarrollar.
–¿Qué lectura política permite hacer “La mina”?
–Más que una lectura política yo diría que nos habla de algunos temas que tienen que ver, obviamente, con cosas que nos pasan en este momento de la Argentina. Es una película social. La mina nos va a hablar un poco de la liviandad del ser humano. También sobre su vulnerabilidad, fragilidad,la natural dificultad que aparece en el ser humano para mantener una línea de conducta. Es como que Don Sebastián se va quedando solo y pareciera que este hombre está loco. Pero no es así, puede ser un personaje un poco border. Y tiene esa dificultad para mantener esa línea de conducta porque es tratado casi como un loco. Cuando él arenga a la gente para armar cooperativas de trabajo, la gente lo deja solo. Pero bueno, nos habla de eso, de la incapacidad que tenemos para poseer una voluntad determinada frente a ciertas cosas de la vida. Si logro que eso se entienda habré cumplido con el objetivo de esta película.
–¿También está planificando un documental sobre la Argentina?
–Estoy trabajando desde que empecé con Made in Lanús y la gira. Tuve la idea de agarrar la cámara e ir documentando todo lo que veía fuera de Buenos Aires: lo que pasa con el hombre del interior del país. Ver con la cámara qué pasa con el tipo que vende el salame de Caroya o con la bióloga que trabaja en un pueblito. A mí me gustaría plantearme en el documental que, en poco tiempo, la pregunta entre los argentinos no sea irse o quedarse, sino que sean otros los interrogantes. Me gustaría colaborar allí con un sentido más de identidad nacional, profundizar qué significa irse o quedarse.

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