Mié 11.06.2003

ESPECTáCULOS  › ENTREVISTA CON MONICA BELLUCCI, CONSIDERADA LA NUEVA SOFIA LOREN

“Tengo curiosidad por sentirme fea”

La actriz de la polémica “Irreversible” alcanzó popularidad internacional con apenas 15 minutos en “Matrix recargado” y viene de interpretar a María Magdalena en “The Passion”, de Mel Gibson.

Por Jesús Ruiz Mantilla
Desde Madrid

Monica Bellucci (Città di Castello, Perugia, 1968) ha decidido volverse una chica normal. Quiere caminar por la calle y que no la miren, quiere parecer una mujer fantasmal de tanto pasar inadvertida, o al menos experimentarlo. “Tengo curiosidad por saber qué se siente estando fea”, dice la actriz de Irreversible, la controvertida película de Gaspar Noé. Por eso eligió filmar Agentes secretos en España, donde lleva dos semanas jugando al anonimato, cosa difícil en plena efervescencia del fenómeno Matrix recargado, donde ella hace un pequeño papel de 15 minutos. El caso es que la Bellucci, sin que muchos se enteren, trabajó en Madrid en este thriller de coproducción hispanofrancesa junto a su marido, el actor Vincent Cassel, y los españoles Najwa Nimri y Sergio Peris Mancheta, dirigidos por Fréderic Schoendoerffer.
Interpreta a una Mata Hari mediterránea y es un papel que le seduce. Hace de mujer espía con un sexto sentido que le da malas vibraciones: “Los agentes secretos son como los actores, su trabajo es mentir. Están obligados a hacerlo todo el tiempo, hasta el punto de suplantar su identidad. Es un trabajo lleno de soledad y riesgos, se juegan la vida cada minuto”, describe con entusiasmo. Y sobre todo, deben ser unos genios de la discreción, del no hacerse notar, justo lo que Bellucci anda buscando en este personaje, de nombre Nadege: “Nunca puede hacer cosas que la delaten, tiene que ser una chica como cualquiera de las que podamos ver tomando un café en una terraza o andando por la calle. Es lo que me gusta de este papel”.
Pero para lograr eso con una mujer como ella, alta y maciza, con la cara larga, los brazos largos, la melena morena recogida atrás para estirar bien sus facciones de explosiva figura italiana... En fin, hay que emplearse a fondo en los trucos o en los efectos especiales para destruir tamaña belleza natural. “No, no tanto. Bueno, algo se hace, emplean luces muy violentas, me maquillan para parecer estropeada, dejada, con ojeras y alguna arruga.” Castigando el físico como penitencia para el pecado y como hicieron otras estrellas espectaculares últimamente, caso Cameron Díaz en Cómo ser John Malkovich, o Nicole Kidman en Las horas, entrando en la piel de efigie anamórfica de Virginia Woolf, algo que, de paso, le valió un Oscar. “Sí, las admiro muchísimo por lo que hicieron, esa transformación al revés, contra su naturaleza, es muy valiente. Pero igual que me parecen fabulosas las que sin belleza aparente consiguen resultar atractivas”, afirma.
Esto es un reto profesional, en suma, y una curiosidad morbosa también por bajar del templo de Venus. “Quiero sentirme fea porque a mí me matan con la mirada, cuando entro a un restaurante los hombres siempre se dan vuelta para verme porque soy mona, aunque no me reconozcan, por eso quiero saber qué es ser una de tantas.” No es que reniegue de su físico. ¿Cómo va a ser así? Tampoco esconde que le haya ayudado a esta chica explosiva, que estudió Derecho en Perugia, aunque no terminó, y se fue a Milán a ganarse la vida como modelo y empezó pronto su carrera internacional como vampiresa en el Drácula que rodó Francis Ford Coppola. “Si yo digo que mi físico no me ayudó, miento. Yo empecé por mi físico, a mí me eligieron al ver mis fotos. Tuve mucha suerte por eso, pero podría haber hecho sólo una película y no más”, afirma.
No fue así, ni mucho menos. Desde que empezó en el cine en 1990, con Vita coi figli, rodó 34 films para cine y televisión en Europa y Estados Unidos, algunos de ellos éxitos de boletería, como Astérix y Obélix: Misión Cleopatra; otros con el lujo de compañeros de reparto como Morgan Freeman y Gene Hackman, en Bajo sospecha, donde hace de esposa de este último, que inexplicablemente le es infiel. Y también tentó el escándalo en Irreversible, donde rodó la escena más difícil de su carrera cuando la violan en un plano fijo de casi veinte minutos. Pero igual explotó su redonda y calurosa sensualidad en Malena, de Giuseppe Tornatore, donde muchos la bautizaron como la nueva estrella italiana explosiva del siglo XXI, heredera de Sofia Loren, Gina Lollobrigida o Claudia Cardinale. Aunque ésa es una responsabilidad que esta mujer se quita de los hombros: “Sobre ellas sólo tengo admiración. Eran épocas distintas. Hoy no son buenos tiempos para ese tipo de estrellas. Saltaron al cine internacional con Fellini, Visconti, De Sica; ahora, con el cine italiano es muy difícil sobresalir, en parte porque no existen esos directores, pero también porque el cine europeo está en una posición débil”.
Tampoco parece estresada, ni preocupada por esa plaga que se quita de en medio a las actrices de más de 40 años. “Eso es en Estados Unidos, no en Europa. Se respeta más a las actrices”, cree. Así que mientras dure, seguirá cruzando el charco de vez en cuando, aunque, como confiesa, “a veces me siento como una valija en un avión”. Lo de Matrix no lo pensó mucho. “Quería conocer a los hermanos Andy y Larry Wachowsky, porque me parece que tienen mucho talento. Además, mi papel, aunque sea corto, está lleno de detalles, es una mujer sensual, sombría y divertida.” Acaba de terminar The Passion , el film sobre Jesucristo que rodó con Mel Gibson y en el que ella hace de María Magdalena. Bellucci avisa: “Tengo la impresión de que va a ser una película muy violenta. Jesús fue un hombre de paz, pero su vida está llena de violencia y a María Magdalena le ocurre lo mismo”.

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