Vie 27.06.2003

ESPECTáCULOS  › “EL DIA QUE ME QUIERAS”, UN DOCUMENTAL DE LEANDRO KATZ

La inolvidable mirada del Che

El film, que se verá esta tarde en la Facultad de Ciencias de la Comunicación, sigue los pasos del fotógrafo Freddy Alborta, quien recuerda para la cámara aquella escena con el cadáver de Guevara.

› Por Karina Micheletto

“Hace unos años obtuve una copia de esta foto y comencé a fragmentarla tratando de entender su poder. Impresionado por ciertos detalles decidí buscar al fotógrafo Freddy Alborta, en La Paz, Bolivia.” Con estas palabras comienza el documental El día que me quieras, del argentino radicado en Nueva York Leandro Katz. Así empieza también una historia de ribetes increíbles alrededor de una fotografía que dio la vuelta al mundo: la del cadáver del Che Guevara, exhibido como un trofeo de guerra por militares bolivianos sobre una pileta de lavandería en un pequeño hospital de Valle Grande. Una foto que se transformó en un icono poderoso que transmite exactamente lo opuesto a lo buscado, con la puesta en escena militar: un muerto que se ve vivo, un Che-Cristo que interpela con urgencia a quien lo mira. Hoy a las 19, la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires exhibirá este documental en su sede de Ramos Mejía 841, con un debate posterior con el autor. Y a partir del 10 de julio próximo el film se proyectará en forma permanente en el Museo de Arte Moderno, como parte de la muestra Techstos y Photos, en la que Katz –cineasta, fotógrafo, poeta y artista visual– monta dípticos de imágenes, instalaciones murales y fotográficas, algunas alrededor de la campaña del Che en Bolivia.
El documental incluye datos sólo revelados en alguna biografía del Che, como que Roberto Guevara viajó a Bolivia para identificar el cuerpo de su hermano, pero los militares bolivianos no se lo permitieron. Que esa misma noche el cuerpo del Che desapareció. Que es probable que su mano izquierda, que en las imágenes aparece tapada por una tela, haya sido mutilada para su posterior identificación. Y que más tarde hayan sido cortadas las dos manos para ser enviadas a Estados Unidos, y sean las que muestran unas fotos sobre un papel de diario. Que junto al cuerpo del Che, tirados en el piso, estaban los de sus compañeros “el Chino” y “Willie”, asesinados tras la misma emboscada, cubiertos de sangre y tierra, con los rostros desfigurados. Pero más allá de esos detalles, el hallazgo de Katz es el de rastrear el origen y las condiciones de producción de una de las imágenes más poderosas de la fotografía de prensa. Una imagen que el escritor inglés John Berger, y muchos después de él, compararon con los cuadros La lección de anatomía de Rembrandt y El Cristo muerto de Mantegna, por su potencia simbólica y la asombrosa similitud en la disposición de los personajes retratados.
Katz tardó cinco años en encontrar al autor de la mítica imagen. Comenzó rastreando a Hall Moore, quien figuraba en los créditos de Reuters, la agencia que había comprado la foto. Entonces descubrió que la foto había sido tomada por un stringer, es decir, un reportero local a quien la agencia le compraba las fotos. Le llevó un año más dar con el boliviano Freddy Alborta, quien había vendido su foto por 75 dólares y un apretón de manos, sin ningún contrato de por medio. Uno de los soportes principales del film es el relato de Alborta sobre lo que ocurrió el 10 de octubre de 1967, un día después de que Guevara fuera rodeado, herido en una pierna, capturado y posteriormente ejecutado, bajo órdenes del general René Barrientos, supervisadas por la CIA. “Viajamos alrededor de veinte periodistas y cuatro fotógrafos a bordo de un avión de la fuerza aérea boliviana. Aterrizamos en la pista de tierra de Valle Grande. Detrás estaba el helicóptero que trajo el cadáver desde La Higuera. Según nos contaron, el cuerpo fue amarrado a uno de los patines del helicóptero”, detalla Alborta en el documental. “Había mucha gente y el lugar era muy pequeño. No sabíamos cuánto tiempo nos iban a permitir estar allí. Para hacer mis fotos me moví sigilosamente, sin aparentar estar ahí, traté de buscar otros ángulos y encuadres.”
La impresión que relata Alborta de aquella escena es la misma que despiertan sus fotografías. “Me conmovió la mirada de Guevara. Tenía laimpresión de estar fotografiando a un Cristo, y en ese contorno me moví. No era simplemente un cadáver, era algo extraordinario”, asegura. “Esa es la diferencia que marcó Alborta con su ojo genial”, advierte Katz en diálogo con Página/12. “Las fotos de los otros reporteros gráficos sólo tienen valor documental. Las de Freddy logran, como en los cuadros de Velázquez, una telaraña de miradas muy eficaz. ¿Con quién se va a identificar el que ve esas fotos? ¿Con el militar fanfarrón que aparece allí como un centurión, con todas sus medallas, para darse crédito? En esa red de miradas es el Che el que nos mira”, explica el realizador.
Muchas de las fotografías que se incluyen en el documental –hasta ahora sólo brevemente exhibido en la Argentina durante el primer Festival de Cine Independiente– son inéditas. También una filmación de apenas dos minutos hecha con una vieja cámara Bolex, que Katz consiguió en su exhaustiva investigación en Bolivia. En una escena de las imágenes filmadas se alcanza a ver detrás de escena a un grupo de colegialas. “Es que habían hecho desfilar por allí a todos los alumnos de la escuela del pueblo. Ahí queda claro que, además de un trofeo, el cadáver era una advertencia ejemplificadora: ‘así terminan los revolucionarios’”, señala Katz. También se ven los otros dos cuerpos, tirados en el suelo, casi pisados por los soldados y reporteros que se amontonaban en la lavandería. “Lo impresionante es que todos daban vueltas alrededor de la figura del Che, sin dar importancia a los guerrilleros que estaban tirados en el suelo llenos de tierra, tal como los habían recogido de La Higuera. Eso para mí era impresionante porque eran seres humanos muertos, que merecían alguna consideración”, recuerda Alborta en el documental.
En ese contraste se hace aún más evidente lo burdo de la operación de maquillaje de los militares bolivianos. El cadáver de Guevara fue aseado, le cortaron la barba y le acomodaron la ropa, llenaron sus venas con formol y lo presentaron con los ojos abiertos. Hasta se lo exhibió junto a una foto de una revista cubana, posiblemente Bohemia, según revela el documental de Katz. Tenían que dejar en claro que era él. Eso convirtió a la foto que encargaron en un mito más poderoso. A setenta y cinco años de su nacimiento, el Che es bandera, poster, remera y best seller por encargo. Pero también es la vitalidad y la urgencia que transmite su mirada, eternamente joven y hermosa, hasta en la última foto.

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