Mié 02.07.2003

ESPECTáCULOS  › “MILAGROS NO HAY”, UN REVELADOR DOCUMENTAL DE GABRIELA WEBER

Aquel infierno de Mercedes-Benz

El trabajo profundiza y amplía las denuncias sobre la desaparición de 14 obreros de la filial argentina de la empresa automotriz.

La periodista Gabriela Weber encontró la historia de casualidad, buscando información sobre el sindicalismo alemán. Sin embargo, no sabía que la alfombra que iba a levantar escondía algo más que unos cuantos escombros del pasado. Ahora, cuatro años después de haber comenzado su investigación que reveló que la empresa alemana Mercedes-Benz en la Argentina estuvo implicada en la detención-desaparición de 14 obreros durante la dictadura militar 1976-1983, Weber presentó en Buenos Aires su trabajo documental Milagros no hay, como una forma de buscar un contrapeso audiovisual a las presiones que viene sufriendo de parte del gigante automotor. Lo que Weber busca, en definitiva, es terminar de ordenar lo que encontró debajo de esa alfombra percudida con el paso del tiempo.
Casi 30 años después, la historia comienza a ser contada del lado de las víctimas. Con la investigación de Weber –de no haber sido por ella hubiese quedado olvidada para este país–, se abrieron dos juicios: uno en Alemania y otro en la Argentina. En la Argentina, un grupo de familiares de los obreros desaparecidos de la empresa Mercedes-Benz durante la última dictadura denunció a la Justicia federal por “asociación ilícita y homicidio” al ex canciller Carlos Ruckauf, y al secretario general de Smata (el sindicato metalúrgico), José Rodríguez. La presentación planteó que desde 1975 en la Argentina “se recurrió a la violación de derechos humanos como forma de mejorar la rentabilidad de grupos económicos”. En Alemania, el abogado Wolfgang Kalek, de la Asociación de Abogadas y Abogados Republicanos de Alemania, hizo la denuncia en 1999 en los tribunales de Nuremberg por “asistencia al asesinato” sobre la Daimler-Chrysler y en particular responsabilizó al directivo de Mercedes-Benz, Juan Tasselkraut, de haber “entregado” a los trabajadores.
La presentación del documental de casi dos horas se realizó en una pequeña sala de la Mutual Sentimiento en el centro geográfico de la capital argentina, con la presencia de varios ex detenidos-desaparecidos, del abogado argentino de las víctimas Ricardo Monner Sans, y también de familiares de desaparecidos y algunos periodistas. Así, recién ahora, a cuatro años del comienzo del trabajo, las víctimas del terrorismo de Estado empiezan a conocerse entre sí. La historia de esas desapariciones sucedió en el marco de un plan para “eliminar los elementos subversivos de las fábricas” y aumentar la rentabilidad de las empresas. Eso queda reflejado en el profundo trabajo de Weber, que lleva como música de fondo la cortina oficial de la Mercedes-Benz de principios de siglo. Con la imagen, la historia cobra cuerpo y se mete en la memoria.
El paso de la investigación periodística al registro audiovisual sobre el rol de la Mercedes-Benz comenzó, según Weber, cuando declararon en los Juicios por la Verdad, en la ciudad de La Plata, gerentes de la empresa y José Rodríguez, secretario general de la Smata, vinculado al ex canciller argentino Ruckauf, que firmó en 1975 el decreto que permitió la represión interna. “Eran testimonios que no iba a conseguir si no los filmaba en el juicio, porque esa gente no da entrevistas”, dice la periodista, que quiere llevar el documental a la televisión argentina y alemana, a pesar de las sostenidas presiones de la empresa. El trabajo no sólo retoma la compleja historia argentina sino también la vinculación de Mercedes-Benz con el gobierno nazi antes de la Segunda Guerra Mundial y con la Argentina gobernada de facto en los ‘70. El documental ya había sido mostrado a los familiares directos en la Argentina, mientras que en Alemania fue emitido en el edificio del sindicato alemán oficialista, en Stuttgart, cuyo jefe apoyaba a José Rodríguez. “Se invitó a gerentes y funcionarios de la Mercedes-Benz, pero nadie quiso ver la película”, denuncia Weber.
El nombre Milagros no hay proviene de una anécdota en la que el gerente de Mercedes-Benz Argentina, Juan Tasselkraut, contesta a la pregunta del juez Schiffrin en la Corte por la Verdad en La Plata, sobre la situaciónde los desaparecidos argentinos. El gerente reconoce que la productividad había caído un 30 por ciento por los conflictos sindicales y “después de un tiempo prudente esas cosas no volvieron a pasar”. El juez repreguntó si el aumento de producción tenía relación con los desaparecidos. El gerente contestó: “Y... milagros no hay”.
A la hora de encontrar pruebas, Weber mete el dedo en la llaga en un tema sutil: la relación entre la productividad de las empresas y la desaparición de sindicalistas. Pero, además, el documental es clarificador a la hora de producir efectos en el espectador. Cuando Monner Sans, abogado de las víctimas desde hace tres años, vio el audiovisual, declaró: “Al fin entiendo el sentido de esta causa”.
El motivo de la realización no se detiene en la difusión de una historia sino que intenta compensar una campaña que se viene preparando desde la misma Mercedes-Benz. “La empresa contrató a una persona para que realice un informe sobre lo sucedido para el mes de octubre. Era necesario un documento audiovisual para hacer contrapeso”, confiesa Weber. Habrá que ver si el trabajo encargado por la casa matriz de Mercedes-Benz sirve para lavar su cara frente a la represión o se dedica a buscar la verdad.
Mercedes-Benz Argentina afirmó en un documento al que accedió Weber que Ruckauf, siendo ministro de Trabajo en 1975, pidió “eliminar a los elementos subversivos de las fábricas”. El texto hablaba de un conflicto laboral en la compañía, en octubre de ese año, que terminó con el despido de 115 obreros que impulsaron la huelga, entre quienes figuraba la mayoría de los posteriores secuestrados. Los operarios que desaparecieron pertenecían a la comisión interna opositora a Rodríguez. A pesar del paso del tiempo, “existen demasiadas pruebas como para que ellos puedan clausurar los juicios”, sostiene Weber. Sin embargo, al cierre del documental, se pregunta si habrá justicia, si se librarán –de una vez– los pedidos internacionales de captura sobre los implicados directos e indirectos, y si los familiares de las víctimas encontrarán información que dé con el paradero de los desaparecidos.

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