ESPECTáCULOS
› “DIARIO DE UN PEATON”, UN DOBLE CD DE JOAQUIN SABINA
Los versos encontrados del juglar
La flamante edición, con un packaging de lujo, incluye el anterior “Dímelo en la calle” y un disco de inéditos y rarezas.
› Por Fernando D´addario
Joaquín Sabina, que algo sabe de vivir y de escribir, anota en el booklet de su flamante doble cd Diario de un peatón: “También fui joven antes de morirme”. El epitafio alude, seguramente, a un modo de vida desenfrenado que ha debido mitigar por decreto de necesidad y urgencia, enfermedad mediante. La frase lleva implícita, si se la interpreta con optimismo, la perspectiva de un renacimiento, ya con la condición de “viejo” asumida. (Está claro que en Sabina, las fronteras entre la juventud, la madurez y la vejez se han ido acomodando en función de su ritmo vital, que casi nunca coincidió con sus 54 años calendario.) Sus próximas canciones, promete y previene, asimilarán estos cambios.
El sello editor de sus discos, BMG, parece estar menos preparado para clausurar etapas, acaso temeroso de que Sabina se le vuelva, de pronto, madrugador, abstemio, prolijo y monógamo, con la consecuente disminución en las ventas y demás desprolijidades comerciales. Para atajar ese eventual desajuste de target, publicó este doble cd, que propone, valga la expresión, una sobredosis de Sabina: el anterior disco, Dímelo en la calle, más otro cd que incluye, un poco anárquicamente (a la manera de Joaquín), inéditos, rarezas, singles, versiones cambiadas de temas ya olvidados, etc. Todo eso sostenido por un packaging de lujo, libro de tapa dura, dibujos del cantautor y dos videoclips. Un modo eficaz de sentarse a esperar al nuevo Sabina, que muchos intuyen edulcorado y que, con sólo una mínima exposición de su background, podría alimentar varios bonus tracks a base de madrugadas de putas y alcohol. O al menos eso diría su leyenda.
De Dímelo en la calle ya se ha hablado mucho. Es un muy buen disco, que no se propone correrse del estilo que Sabina fue modelando en los últimos años, cercano a una suerte de juglar hispanoamericano todo terreno. A las “rarezas” del segundo cd nadie podría definirlas mejor que su propio autor: “Versiones primerizas, descartados romances que quisieron ser canciones, fósiles amarillos del desván”. El pretendido desmerecimiento no es más que otro apunte a su estética de loser exitoso, que expone con tanta naturalidad. Sus fans estarán encantados, aunque no les cierre del todo eso de tener que comprar nuevamente un disco que ya tienen. El segundo cd (el que realmente importa en este caso) abre con “Ratones coloraos”, una sevillana encantadora que compuso para el perro verde Jesús Quintero y que al final del cd encuentra su versión rapeada, también interesante. “La canción más hermosa del mundo” ya se lucía en Dímelo en la calle, pero aquí aparece la voz de Pablo Milanés para jerarquizarla aun más, aunque no alcance las alturas que promete el título. “A vuelta de correo” y “Benditos malditos” (gran letra, aunque excesiva) habían sido editadas en single y “Canción de cuna de la noche y los tejados” fue compuesta para la película Siempre hay un camino a la derecha (1997), de José Luis García Sánchez. Otros dos temas, “Doble vida” y “Retrato de familia con perrito”, que en su momento fueron grabados por Juan Carlos Baglietto, no sobrevivieron indemnes y sufrieron algunos cambios en la letra.
Un recorrido por todas estas canciones empuja, al mismo tiempo, al sentido crítico y a la apología. “A vuelta de correo”, por ejemplo, es un blues que debería admitir al menos veinte vidas anteriores, con distintos nombres y ligeras vueltas de tuerca poéticas. Algunas alusiones, inclusive, reconocen premeditación y alevosía, como las citas a viejas obsesiones suyas, desde la calle melancolía hasta el Bulevar del Malvivir, antes llamado de Los Sueños Rotos. Pero es maravillosa. El disco respira ese clima: es más de lo mismo. Aunque tratándose de Sabina, el más de lo mismo obliga a sacarse el sombrero.
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