Sáb 05.07.2003

ESPECTáCULOS  › “LA DIMENSION DESCONOCIDA”, EN UNA VERSION REMOZADA

Un paso al más allá catódico

Forest Whitaker ocupa el lugar de Rod Serling, en la versión moderna de la inquietante serie de los años ‘60 que desde esta tarde dará Fox.

› Por Pablo Plotkin

La primera vez duró cinco años (1959-1964), la segunda tres (85-88) y esta tercera reencarnación de “La dimensión desconocida” estuvo sólo una temporada en el aire, al menos en su canal de origen. La señal estadounidense UPN decidió reemplazarla por “Jack 2.0”, una serie que narra las aventuras de un agente de Seguridad Nacional con implantes informáticos. Es que el poder de síntesis paranoide que tuvo la criatura de Rod Serling en tiempos de tensión nuclear y ciencia ficción psiconaturalista fue perdiendo sintonía popular en cada una de sus reediciones. En el actual contexto ciberpunk del género (Matrix, la vuelta de Terminator) y con canales de tecnología que sugieren más peligros que cualquier pronóstico ficcional apocalíptico, los conflictos de “La dimensión...” parecen fugas de una ciencia ficción romántica en suspensión criónica. Desde luego, lo hecho hecho está. La única temporada producida hasta el momento se estrenará en el cable argentino hoy a las 20, por Fox, a modo de miniserie invernal de culto.
No es poco lo que aportó Serling a la televisión y al cine fantástico en la segunda mitad del siglo veinte. “La dimensión...” difundió con potencia catódica muchos de los conceptos y temores que el futurismo y la literatura de género prefiguraban en esos años de macartismo, desarrollo atómico y planes intergalácticos. Viajes a través del tiempo (“A corta distancia”), sobrevivientes de catástrofes nucleares (el inolvidable “Por un tiempo suficiente”), la vitalización del objeto inanimado (“El muñeco”, que invierte el rol del ventrílocuo y su Chirolita), la injerencia de la máquina en las relaciones humanas (“Canto al cuerpo eléctrico”, escrito nada menos que por Ray Bradbury), el villano político inmortal (“Está vivo”, en el que Dennis Hopper hace de una especie de Adolf Hitler), la predicción como herramienta de modificación histórica (“La impresora del Diablo”, antecedente obvio de la serie “Early edition”)...
Junto a los escritores Richard Matheson y Charles Beaumont, Serling comprimió elementos de Ballard y Hitchcock en episodios televisivos de media hora. En los ochenta, a todo color, la serie consiguió mantener el nivel gracias al mandato de ultratumba de Serling (muerto en 1975) y la colaboración de guionistas como Stephen King, Arthur Clarke y otros peces gordos de la literatura fantástica.
Esta tercera generación de “The twilight zone” –la menos afortunada en términos de rating y críticas– repone la figura del presentador, que en los sesenta estaba en manos de Serling. Forest Whitaker (Ghost Dog, La habitación del pánico, Enlace mortal) se encarga de la introducción y el epílogo de cada capítulo, mirando a cámara con su ojo entrecerrado. “Ni siquiera me atreví a intentar imitar a Serling, su manera de moverse y de decir las cosas”, contó Whitaker. “Quizás alguna frase... Es decir, es muy poco lo que se puede hacer con eso de ‘Bienvenidos a la dimensión desconocida...’. Es algo que está muy apegado a un recuerdo. Necesito encontrar la forma de traducir eso a este tiempo”. Si bien Whitaker tradujo con cierta personalidad el rol de Serling como anfitrión a un umbral metafísico, refiriéndose a asuntos inexplicables con esa cara de tipo bonachón y enigmático, esta versión de “La dimensión desconocida” parece no haber encontrado su lugar industrial en el tiempo de la rebelión de las máquinas.
La serie se emitirá cada sábado por Fox, desdoblada en dos episodios de media hora. El capítulo inaugural cuenta la historia de un matrimonio conservador que tiene dos hijas –una de ellas es como una Britney Spears desencadenada, una especie de Avril Lavigne sin campaña de marketing– y que se muda al barrio privado Evergreen para resolver ciertos problemas de conducta. Como solía pasar en varios capítulos de las dos versiones previas del ciclo, la premisa es mucho más inquietante que la resolución, y el desarrollo de la trama es más excitante que el clímax (en muchos casos, un capítulo de “La dimensión desconocida” es una idea, ni más ni menos).
El segundo episodio tiene a Jason Alexander (el George de “Seinfeld”) poniéndose en la piel de una Muerte suicida y hastiada de su trabajo. ¿Qué pasa si la Muerte se toma un franco?, podría ser el disparador argumental de este interesante episodio que reversiona al mejor Serling y que le permite al televidente argentino, endulzado momentáneamente con la ficción clásica, redescubrir esa virtual escuela que aportó a la configuración de sucesos televisivos recientes, de “X-Files” a “Los simuladores”.

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