Lun 14.07.2003

ESPECTáCULOS

“Para la danza, yo me identifico más con Piazzolla que con Gardel”

El bailarín Julio Bocca, de gira por España con el Ballet Argentino, habló de sus gustos tangueros: “No me siento para nada triste”.

Por Jacinto Antín
Desde Barcelona

Simpático, natural y nada engreído, Julio Bocca no responde al tópico de divo de la danza pese a ser una estrella internacional. El bailarín, que empezó una serie de actuaciones en Barcelona con su Ballet Argentino, habló sin tapujos y hasta con bromas de cómo será, rebasada ya la madurez física, la etapa final de su carrera. Bocca, que pidió paso para los jóvenes, señaló que su principal virtud como bailarín es “el corazón que pongo en el escenario”. Bocca también valora de sí mismo “la disciplina, el hacer cada día clase, ensayar”, pues considera que la danza “no es sólo talento, sino trabajo constante, el cuidado que uno necesita para estar siempre en forma”. El bailarín subrayó que ahora dedica unas tres horas diarias a prepararse, pero, añadió, “120 funciones al año ayudan mucho a mantenerte”.
Bocca, que está de gira por España con el Ballet Argentino, dedica el primero de los dos programas que ofrece en el marco del Festival Grec al tango (Boccatango) y el otro a piezas de danza clásica, moderna y contemporánea, entre las cuales se cuentan dos que baila por primera vez, Night Chase, de Chet Walker, con músicas de Henri Mancini y Lalo Schifrin, y Macbeth, una coreografía de Ana María Stekelman sobre la obra de Shakespeare y con la música del Cuarteto de cuerdas número 1 Metamorphoses Nocturnes de Ligeti, en la que interpreta los dos papeles principales, Macbeth y Lady Macbeth. Fuera del escenario, la imagen de Bocca contrasta vivamente con la que muestra en los carteles publicitarios, en los que aparece como un semidiós desnudo con textura de estatuaria helenística. Es cierto que incluso al natural los poderosos brazos, aunque sea emergiendo de una camiseta insulsa, lo traicionan, y que el peinado –raya central con dos ondas que le caen sobre la frente– sugiere la célebre anastole del cabello de Alejandro Magno.
“Boccatango es un ballet creado a finales de 2001 y que, destinado a ocupar dos semanas el teatro Maipo de Buenos Aires, estuvo finalmente dos meses a causa del éxito”, recuerda. “La coreografía es muy simple, no hay historia, somos ocho músicos, dos cantantes y seis bailarines en escena y los temas son clásicos del tango argentino, especialmente de Astor Piazzolla. Me siento muy identificado con él. Soy más de Piazzolla que de Gardel, Piazzolla es más acogedor para el baile y siento más su tango alegre, ágil, sin esa famosa cosa depresiva. Yo no me siento para nada triste.” Luego dice, con una sonrisa: “No hago ya bises, porque acabo muerto. Antes podía, pero ahora ya no”. La confesión sirve para abordar el tema del declive físico, tan tabú para muchos bailarines. “Llevo 17 años con el American Ballet Theatre de Nueva York y ahí he bailado las grandes producciones, El lago de los cisnes, La bayadera. Este año hice el último Romeo y Julieta de mi carrera. Me estaba empezando a costar mucho esfuerzo y no podía disfrutar del personaje, y yo quiero disfrutar en el escenario. Y quiero que se recuerde mi Romeo bien, joven. Poco a poco me retiro del ballet clásico, para hacer más contemporáneo y beber más cerveza. Ya estoy de 36 pasaditos. Y ahora la danza contemporánea está más teatralizada que antes; antes la danza clásica era la que contaba historias y la contemporánea se consagraba al movimiento. Ahora la contemporánea te permite crear personajes, mucha más libertad. La clásica queda para los más jóvenes, para descubrir el arte, y uno se va volcando hacia otras cosas, como este Macbeth, en que hago los dos papeles, interpreto a un hombre y a una mujer, y cuento esa historia de ambición y poder.”
Bocca explicó que prepara una nueva coreografía, El hombre de la chaqueta roja. “No estoy cansado. Pero me voy preparando mentalmente para cuando llegue ese momento del retiro. No fue fácil la decisión de hacer el último Romeo. En esa función empezamos a llorar con mi partenaire desde elprimer acto, y lloraron los demás bailarines, los técnicos, todo el Metropolitan acabó llorando. Pero me sentí bien, hice bien. Trato de hacer una vida paralela para no quedarme sólo con recuerdos. Tengo mi escuela en Buenos Aires, una fundación, una compañía. Quiero hacer más películas –por cierto, creo que Saura está haciendo otra–, teatro. Estamos en conversaciones en Madrid para hacer algo, de musical. Siempre estaré dentro del arte, aunque sea como representante de bailarín, aunque creo que eso no da mucho”, bromeó. Bocca recordó que lleva 22 años de carrera profesional. “He cumplido todos mis sueños. He hecho más de lo que pensaba e imaginaba. Uno tiene que tener decisión y ver lo que viene detrás. Hay mucha gente joven. En mi época se perdieron muchos talentos porque la gente no supo apartarse a tiempo. Los productores, el público no se arriesgan con los nuevos si los que son famosos siguen.”
Hablar de fin de carrera lo obliga a referirse a sus comienzos. ¿Por qué se dedicó a la danza? “Es algo que se produjo de forma natural –dice–. Empecé a los cuatro o cinco años. Mi madre era profesora de danza y la danza estaba a mi alrededor, en el ambiente. Siempre fue como un juego. Cada vez me hacía más fuerte, más seguro. A los ocho o nueve años dije: ‘Quiero estudiar danza’ y me llevaron, nadie me obligó.” Bocca señala también que no le fue difícil dedicarse a la danza en la Argentina: “Siempre tuve el apoyo de la familia y para mis amigos del barrio la danza era algo novedoso que incluso me daba cierto prestigio”.

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