Mié 16.07.2003

ESPECTáCULOS

Un escritor con espíritu rebelde

El autor chileno Roberto Bolaño murió ayer en España, donde vivía desde 1977. Su libro más reconocido fue “Los detectives salvajes”.

Por Marcelo Aparicio
Desde Barcelona

La muerte fue impaciente con el escritor chileno Roberto Bolaño, fallecido ayer a los 50 años, a la espera de un trasplante de hígado que no llegó. Dejó inconclusa una novela, 2666, que el autor vaticinaba como su obra más ambiciosa, y poco antes de ser hospitalizado le entregó a su editor un libro de relatos. Su actitud de escritor compulsivo encontró un límite prematuro e injusto, que priva a sus lectores de una de las mejores plumas que dio la lengua española en los últimos años.
Bolaño era tan reconocido por su finísima ironía –que a veces irritaba a algunos de sus colegas– como por la calidad de sus textos. Uno de sus mejores trabajos, Los detectives salvajes (1998), le valió la obtención del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, reconocimiento que se sumó al que ya había logrado en España adjudicándose, el mismo año de la publicación de la obra, el Premio Herralde de Novela.
El escritor había nacido en Santiago de Chile en 1953, pero residía desde 1977 en Blanes, en la costa catalana. En 1968 se trasladó con su familia a México, donde comenzó sus estudios y con quince años ingresó en el colegio, que dejó un año más tarde prometiéndose no volver a ninguna institución educativa. Cultivado gracias a su pasión por la lectura, Bolaño no se consideró sin embargo un autodidacta. “Hablar de autodidacta es un error de concepto, yo leí mucho, hubo autores que me enseñaron lo que sé”, dijo en referencia al poeta mexicano Efraín Huerta o a Enrique Lihn, a quienes no conoció pero de quienes reconoce la influencia sobre su obra. Tras colaborar como articulista en diferentes medios mexicanos, Bolaño decidió volver a su país en 1972, para abandonarlo definitivamente un año después a raíz del golpe de Estado que dio paso a la dictadura del general Augusto Pinochet. Otra vez instalado en México y con un grupo de poetas mexicanos, creó el “infrarrealismo”, un movimiento de vanguardia que dio pie a que en 1975 publicara una antología poética bajo el título de Poetas infrarrealistas mexicanos.
En 1984 Bolaño escribió su primera novela, Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce, escrita a cuatro manos con Antonio García Porta, cuya tercera novela, Singapur, presentó el propio Bolaño el pasado 12 de junio. Autor de cinco libros de poesía, Bolaño escribió también, entre otros textos, La pista de hielo (1993), La senda de los elefantes (1994), Estrella distante (1996), Amuleto (1999) y los relatos Llamadas telefónicas, que fueron galardonados en 1997 con el Premio Municipal de Santiago de Chile, el más importante que concede su país. A partir de entonces, Bolaño publicó Monsieur Pain (1999), al año siguiente Nocturno de Chile; en 2001 los cuentos Putas asesinas y un año después Amberes y Una novelita lumpen. Su talento era particularmente apreciado en España, donde en sus primeros tiempos realizó todo tipo de trabajos, incluso de vigilante y vendedor. En Chile era muy querido por la juventud, según relatan sus colegas y amigos.
El libro de relatos que entregó a su editor un día antes de entrar al hospital se llama El gaucho insufrible. Debe su nombre a uno de los relatos, dedicado al escritor y periodista de Página/12 Rodrigo Fresán. El libro que no pudo terminar, en tanto, está inspirado en el asesinato de mujeres en Ciudad Juárez, México. 2666 hubiera sido una obra de más de mil páginas. “Son más de mil páginas que tengo que corregir, es un trabajo como de minero del siglo XIX”, dijo el escritor al diario chileno La Tercera a mediados de junio pasado. “Procuro ahora hacer un trabajo más reposado. Voy a corregir la novela sólo después de la operación”, había señalado al matutino en cuyas páginas había expresado sus expectativas ante la esperada operación de trasplante: “El doctor dice que me va a avisar cinco horas antes y en ese tiempo tengo que pedir perdón, hacer mi testamento y poner mi alma en funciones. Estoy tercero en una lista para recibir el trasplante”. Varios escritores chilenos expresaron ayer su pesar por la muerte de Bolaño, al que definieron como el autor más importante que tuvo su país en la última década y uno de los más relevantes de la actual narrativa latinoamericana. Para el escritor Darío Oses, Los detectives salvajes es “una de las grandes novelas de América Latina” y la comparó con Rayuela, de Julio Cortázar, por su carácter innovador. Jorge Edwards, en tanto, señaló que Bolaño “era una persona de un humor especial, un poco negro. Era un escritor sardónico, duro en algún sentido, muy imaginativo y realmente muy original. Le tuve gran aprecio y siento mucho su muerte”. Aunque Bolaño empezó escribiendo poesía, Edwards, que recibió el Premio Cervantes en España, considera que “en la prosa narrativa y en el cuento y la novela corta era donde daba lo máximo de él. Con su muerte se va un gran narrador”, precisó Edwards, quien concluyó: “Bolaños era el tipo de escritor rebelde, contrario a las instituciones, los grandes premios. Era un rebelde nato”.

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