Jue 14.08.2003

ESPECTáCULOS  › “AGENTE CODY BANKS, SUPER ESPIA”, DE HARALD ZWART

James Bond en frasco chico

Por M. P.

A la hora de elegir entre ordenar la casa, hacer los deberes o salvar el mundo, un buen agente de la CIA elegirá hacer esto último. Dejando las dos primeras tareas, eso sí, en manos de los expertos de la agencia de espionaje. Algo así como el sueño de cualquier adolescente, y también de cualquier familia. Eso es justamente lo que sucede en Agente Cody Banks, Súper Espía, donde un equipo de hombres disfrazados como aquellos que atraparon a E.T. se dedican a cortar el césped, limpiar la cocina y ordenar el cuarto de su protagonista, un joven que aún no ha terminado la secundaria y ya se dedica a salvar al mundo. Pero cuando está cerca de una chica no puede dejar de balbucear.
Salvo por esa materia sin aprobar, indispensable para todo buen 007, Cody es capaz de combatir a patada limpia contra la mitad de su división, conducir un auto en dos ruedas para intentar impresionar a una chica, o salvar a un niño que viaja atrapado en un auto sin frenos sólo con su patineta. Demostrando que el éxito de los Mini espías de Robert Rodríguez les ha abierto los ojos, desde el centro del establishment de Hollywood llega este solitario miniespía bien anglosajón y con todo el presupuesto que haga falta para hacer creíbles sus misiones y sus peleas. Reclutado por la CIA sin que lo sepan sus padres, luego de haber hojeado un par de revistas de espías y haber entrado en un par de sites de Internet, el buen Cody fue entrenado en una muy especial y secreta colonia de verano. Y es llamado a salvar a su patria cuando un incauto científico demuestra tener a punto para un perverso villano un invento capaz de inutilizar las defensas misilísticas de Estados Unidos. Inscripto de apuro en un muy especial colegio privado, la misión de Banks, Cody Banks –tal como murmura su protagonista al presentarse a sus nuevos compañeros–, será la de acercarse a la bella hija del científico. Y una vez cerca de ella, tratar de que su crónica timidez le permita decir algo inteligible.
Con el preferido del cine independiente norteamericano Martin Donovan como el científico y el inefable Arnold Vosloo como el más malo de la película, gran parte del encanto del film del holandés Harald Zwart –cuando lo tiene– recae sobre su protagonista, el joven Frankie Muñiz (estrella de la serie televisiva “Malcolm in the Middle”). Divertida y entretenida cuando explora todo lo que implica ser un espía adolescente, y aburrida y previsible cuando se ocupa de la rutina del plan-para-acabar-con-el-mundo, Agente Cody... se agota en su presentación. Porque allí es justo donde se acaba su permiso para jugar.

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