ESPECTáCULOS
› ENIO IOMMI Y CLORINDO TESTA EN LA GALERIA DEL INFINITO
Artes visuales con ojos de niños
Dos maestros del arte moderno y contemporáneo argentino exhiben obras de su niñez –más otras del presente–, junto con dibujos de los niños de un jardín vocacional de arte.
Por Mercedes Casanegra*
Esta exposición ofrece una propuesta inusual para el ambiente de las artes visuales de Buenos Aires. Dos artistas de larga trayectoria, Enio Iommi (77) y Clorindo Testa (79) resolvieron exponer juntos una selección de sus obras actuales y, como contrapunto, agregarían a éstas alguna obra realizada por ellos mismos en la infancia. Comienzo y culminación, unidos por las grandes parábolas de sus continuadas y sustanciosas labores artísticas. El hecho de haber abierto una puerta hacia sus propias y ya lejanas (?) infancias los llevó de inmediato a otra instancia que ampliaba la propuesta de manera sustancial. Tuvieron la ocurrencia de invitar a participar de la exposición a niños de la misma edad que ellos tenían cuando realizaron aquellas obras infantiles. Así fue como visitaron el Jardín del Instituto Vocacional de Arte, Sede Parque Chacabuco, y seleccionaron una serie de trabajos de todos los chicos del taller de cinco años del turno mañana. En galería Del Infinito se exponen, entonces, tres núcleos de obras en una única muestra.
Esta experiencia de cruce generacional conduce a una cadena múltiple de reflexiones e interrogaciones, cuya importancia reside en su misma proposición y en su carácter provocador de aperturas, más que en el logro de respuestas definitivas y acabadas.
Enio Iommi y Clorindo Testa son dos figuras eje dentro del desarrollo del arte moderno y contemporáneo argentino, que en la actualidad pueden ver sus desarrollos propios en perspectiva. Por otra parte, a ambos los une un rasgo, que si bien se podría identificar con el anhelo moderno de libertad, ésta es en ellos una cualidad naturalmente adquirida. Sus trayectorias han sido siempre independientes de modas y tendencias. La singularidad es constitutiva del talante de ambos. Aun en el caso de la pertenencia temporal de Iommi al grupo de Arte Concreto en los años ’40, él mismo advirtió a sus colegas que una actitud radical y vanguardista una vez superadas las coordenadas axiales, podía transformarse en fórmula vacía. La libertad expresiva, la independencia constante de discernimientos, la ductilidad interior son rasgos predominantes en ellos.
¿Cómo vieron su infancia?
“Si le queda un poco de lucidez (al ser humano), no tiene más remedio que dirigir la vista hacia atrás, hacia su infancia que siempre le parecerá maravillosa, por mucho que los educadores la hayan destrozado”. André Breton (1).
Ambos artistas mantienen, independientemente de la cadena de significaciones que de sus obras surja en un posterior ejercicio hermenéutico, una actitud lúdica en las operaciones de construcción de sus trabajos artísticos. Esta se expande también hacia otras consideraciones, que finalmente rodean la plataforma conceptual con la que emprenden vida y obra.
“Por ejemplo, a los dos nos gusta coleccionar cierto tipo de cosas: objetos populares, cosas insólitas, juguetes. Todo eso está tan vivo. Además, muchas veces nos reímos de cosas tan serias”, expresa Iommi, lo que también relaciona con el origen italiano de ambos. La contrapartida de esta actitud es la solemnidad de la “institución” obra de arte. Ellos en cambio han preferido tomar atajos para “salvarse”. Es así como dan cuenta de la existencia de un mecanismo que parece haber permanecido intocado a lo largo de sus vidas.
“(...) el niño que se convierte en pintor ‘artista’ quiere continuar con el juego de la sorpresa continua ante la vida.” (2) Iommi y Testa parecerían tener total conciencia de preservar este rasgo intocado. La infancia no está lejos. Está aquí, en ellos.
El dibujo infantil de Iommi es un tren. “Ahora también hago un tren”, se refiere a “Año 1938, en tren a Rosario 3 horas-Año 2003, visión actual”, que expone en la muestra actual. “Ahora tengo ganas de hacer lo que hacía a los siete u ocho años. Es lo mejor de la vida. La niñez es la edad de oro. Después todo se contamina”.
“Cómo explicar que aquello de ‘la creatividad sin barreras’ que surge en la infancia permanece intacto en el artista adulto”, éste es el convencimiento y la reflexión de Testa al intentar expresar lo que él interpreta como una línea de continuidad sin interrupciones.
Cuando estos artistas hicieron aquellas tempranas obras más de setenta años atrás, ignoraban aún el desarrollo que les prometía la vida hacia el futuro.
La niñez, todos los días
“En la infancia la ausencia de toda norma conocida ofrece al hombre la perspectiva de múltiples vidas vividas al mismo tiempo.” André Breton (3).
Setenta años atrás resultaba extraño que los niños concurrieran al jardín de infantes. La mayoría permanecía en la casa hasta la edad escolar que eran los seis años. Por lo tanto, la mayoría de los dibujos o pinturas que hacían eran realizadas en la casa de manera espontánea y sin indicación de los mayores. Este fue el caso de Enio Iommi. Sin embargo, Clorindo Testa recuerda bien su estadía en el jardín de infantes María Montesori, recién abierto en Buenos Aires. Cuenta que allí se utilizaban unos moldes para dibujar círculos, triángulos y cuadrados, que son muy similares a las planchas que hoy utiliza para realizar los planos de arquitectura. Desde el presente parece confirmar la buena dirección de aquellos métodos de enseñanza. Con un gesto de complicidad y aprobación expresa que aquello era:“¡¡Muy divertido!!”. Y con el mismo mote califica a su dibujo del auto en una hoja de cuaderno, que del otro lado dice “mamá”. Poco tiempo atrás agregó la maqueta del auto para lograr la tridimensionalidad.
En el presente, en algunos ámbitos, existe una mayor conciencia de la necesidad de preservación de la natural creatividad infantil y se tienen al alcance los medios adecuados para llevarlo a cabo.
La exposición
Las obras de los chicos del taller de cinco años fueron realizadas bajo una consigna. En primer lugar fueron invitados a crear un personaje. Surgieron princesas, brujas, animales, entre otros. A continuación generaron una secuencia de cuatro acciones que armaron luego en ambientes tridimensionales que cada personaje habita y que se observan a través de una ventana traslúcida. Comer, tomar sol, bañarse, dormir, son las acciones primordiales realizadas por los protagonistas. Con papel, marcador negro y acetato transparente como únicos medios los chicos inventaron un universo activo. De manera sincrónica, pero no premeditada, una de las series que Clorindo Testa presenta está referida al lema habitar, trabajar, circular y recrearse, de la época de Le Corbusier, que conceptualmente está muy cercana a la de los chicos.
La intencionalidad de la organización de esta muestra fue concebirla como un todo integral a pesar de la diversidad de individualidades. Una circularidad esencial la recorre. Sin querer, posiblemente, definir de manera contundente para conservar la magia de toda la estrategia, podríamos decir que la exposición está transitada por aquel don insuperable que es el de la “visión sincrética” (4). Nos referimos a ese poder de captación total del objeto que hacemos extensivo a visiones más totalizadoras de la realidad en general, que tienen los niños al expresarse a través de la plástica. Aquí está presente en las obras de los niños y de los adultos.
Por qué no imaginar al grupo de menores interviniendo en esas pinturas acrílicas de Testa que diseñan (La ciudad de Buenos Aires crece sobre su cuadrícula), o el conjunto de esculturas de Iommi, realizadas a través de la yuxtaposición de tan diversos elementos como maniquíes, muñecas, elementos encontrados, etc. Creemos que las visiones de mayor agudeza crítica de los adultos son proporcionales a los grados de libertad y espontaneidad logrados y conservados desde la infancia. El gran talento está en el mismo camino. (Galería Del Infinito, Av. Quintana 325, PB, hasta fin de septiembre.)
* Curadora de la exposición.
Notas
(1) André Breton, Manifiestos del Surrealismo, Ed. Labor, Barcelona, 1969, pág. 17
(2) Luis Felipe Noé, Antiestética, Ediciones Van Riel, Bs. As., 1965.
(3) André Breton, Op. Cit.
(4) Antón Ehrenzweig, El orden oculto del arte, Barcelona, 1973, pág. 21.