Jue 28.08.2003

ESPECTáCULOS  › “TOMB RAIDER”, SEGUNDO FILM DE LA SAGA DE LARA CROFT

Lara Croft ya pide un game over

› Por Martín Pérez

Un director mucho más preocupado por la producción y la fotografía que por la dirección, una estrella que es mucho más una modelo de tapa que una actriz, una imagen tan definida y repleta de primeros planos que parece mejor concebida para verse en un monitor de computadora que en una gran pantalla, dan como resultado poco de cine en la segunda película de la saga de Lara Croft. Primer personaje de ficción inspirado directamente de un videojuego, lo más cinematográfico de esta película firmada por el holandés Jan de Bont (Máxima velocidad) tal vez sea su inspiración, esta vez más James Bond que Indiana Jones, al punto que Lara Croft esta vez es lanzada a la acción nada menos que por Su Majestad.
Una híper arqueóloga con las medidas y el porte de una chica Bond, Lara Croft comenzará esta nueva aventura en la isla griega de Santorini, para terminar en el Kilimanjaro. Llena de paisajes que brillan como los mejores fondos de pantalla de cualquier computadora, las dos horas de La cuna de la vida se irán detrás de la persecución de un científico malévolo vestido de riguroso traje y ganador de un Premio Nobel. Su perverso genio está detrás de atentados con gas sarín o el virus Ebola, pero tiene un plan aún más terrible: abrir la Caja de Pandora. Para ello, claro está, antes deberá encontrarla. Y allí es donde, corriendo a la par de mitos históricos, aparecerá Lara Croft/ Angelina Jolie.
Antes un boceto que un guión, la extensa y balbuceante historia de esta segunda Tomb Raider es una sucesión de luchas y persecuciones, y primeros planos de Angelina alzando una sola ceja. No hay casi nada destacable durante las casi dos horas del film de De Bont, salvo la pulcritud de todas sus imágenes. Un videojuego antes que una película, se mire por donde se lo mire, lo único elogiable de semejante producto es la poderosa imagen independiente de su protagonista femenina. A su alrededor sólo aparecerán hombres dispuestos a pelear con ella, o a satisfacer su avidez (por aventuras, claro). Unas aventuras que son sólo fondos y personajes en movimiento, sin demasiada razón aparente. Lo más parecido que hay a un desfile de modas, pero sin moda ni pasarela. En su lugar hay luchas y persecuciones y gadgets electrónicos en manos de una protagonista siempre dispuesta a dejar en claro quién tiene el arma más grande.

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