Sáb 03.01.2004

ESPECTáCULOS

“El retorno del rey”, un festival de curiosos y aspirantes a elfos

El estreno del film de Peter Jackson atestó los cines y convocó a masas de fanáticos que exhibieron su pasión hasta en el vestuario.

› Por Eugenia García

Personas que, aburridas en su casa, se acercaron al cine “a ver qué daban”, seguidores encantados con la saga que no veían la hora del estreno, fanáticos de J. R. R. Tolkien caracterizados de las más diversas maneras: todos se cruzaron el jueves en los cines porteños para ver El Señor de los Anillos: El retorno del rey, primer –único– estreno de 2004 que ya tiene chapa de clásico. La película de Peter Jackson, broche de la trilogía fantástica que sigue a los hobbits Frodo y Sam en su viaje al Monte del Destino, formó interminables colas en las salas desde temprano. Los que no habían comprado entradas anticipadas se encontraron con que en muchos cines sólo quedaban butacas para las funciones de trasnoche. En los pasillos se escuchaba hablar de hobbits, elfos y magos, y hasta se veía pasar a algunos de ellos, corriendo apurados en el intervalo, munidos de pochoclo y gaseosas varias.
En la zona de Recoleta, dos hobbits descalzas y con sendas capas élficas color musgo esperaban ver por segunda vez la película. “El año pasado también vinimos disfrazadas. Y quisimos hacerlo otra vez ahora que es el final de la historia. Somos estudiantes de cine, hacemos películas de animación y fantasía y por ahí por eso este tipo de cine nos llega más, porque es lo que nos gustaría hacer”, cuentan Lucila y Andrea. Mariana, o Nariël, como se hace llamar, ya había visto el estreno en la avant première. “Yo no estoy disfrazada, vine así vestida porque soy un elfo”, explica orgullosa de su atavío y sin siquiera preocuparse por la posibilidad de que alguien le sugiera una visita al psiquiatra. “La película está muy bien. No dio el tiempo para que Jackson metiera todos los detalles del libro, aunque yo podría estar 10, 20, 50 horas metida en el cine sin ningún problema”, comenta. Con un vestido celeste largo hasta el piso y una estrella plateada en la frente, Julieta explica que ella es una elfa “noldo”. Ella y Mariana forman parte de la Asociación Tolkien Argentina, que reúne a fans de todo el país. “Es la primera vez que veo la tercera, pero las otras ya perdí la cuenta. Las tengo en mi casa, y las miré tanto que me sé de memoria todo lo que dicen los personajes”, cuenta, y despliega todo su conocimiento de mitología nórdica.
Alrededor de quince chicos de diferentes edades se juntaron disfrazados en esa sala de zona norte, para devorar a su manera la esperada película de Jackson, y no salieron hasta que desaparecieron los títulos. “Estar así ataviada me hace sentir parte de la historia. A mí el libro me llegó así, la historia es esto y yo lo siento de esta manera y no me da vergüenza en absoluto mostrarlo. Al contrario, me encanta”, dice Candela, con una capa con capucha que casi le tapa los ojos. Muchos otros, no tan osados, se pasean con remeras con la cara de Aragorn, o leyendas de The Lord of the Rings. “Sacamos la entrada el viernes pasado. Después de ver la primera película, leímos el libro y nos volvimos seguidores. Mi personaje favorito es Legolas, y el enano Gimli es una maza”, cuentan entusiasmados Julián y Mariano Aldana y Román Nessa. Para muchos de ellos, éste no es el fin de la trilogía, sino el principio de una historia que da para mucho más. “Me parece que la historia gusta porque tiene mucho que ver con la sociedad. El Señor de los Anillos es sólo una parte entre un montón de otros libros y anotaciones de Tolkien, con tantas interpretaciones que para mí una sola vida no alcanza”, cuenta Julieta, y continúa su tránsito por la Tierra Media.

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