ESPECTáCULOS
› JUANJO DOMINGUEZ, LUCHO GONZALEZ Y NICOLAS BRIZUELA
Un trío para hacer sonar guitarras
Los tres son conocidos músicos que, cada uno a su turno, acompañaron a Mercedes Sosa. Ahora, se reúnen en un trío durante enero para recorrer tango y folklore latinoamericano.
› Por Karina Micheletto
Los tres son guitarristas, los tres conocedores e intérpretes de la música popular argentina, y encargados de llevarla por todo el mundo. Los tres supieron prestigiar el trabajo de “acompañantes” o sesionistas, con el mismo rigor con el que llevaron adelante sus proyectos solistas. Juanjo Domínguez, Lucho González y Nicolás “Colacho” Brizuela se reúnen ahora por primera vez, en un trío que promete recorrer el tango y el folklore argentino y latinoamericano a través de un encuentro de guitarras. Todos los viernes y sábados de enero a las 22, en el Centro Cultural Torquato Tasso (Defensa 1575) los tres “se divierten a lo grande”, según definen el método de trabajo, con un repertorio que se va armando sobre la marcha y que también va construyendo el público.
“Claro que nos juntamos a ensayar, pero en nuestro caso a la palabra ensayo hay que tomarla con mucho cuidado”, aclara enseguida Lucho González. “Este no es un grupo donde las cosas están establecidas de antemano. Más bien es como si nos invitaran a una fiesta y nos juntáramos antes para ver qué es lo que vamos a llevar, para elegir lo mejor”, explica el músico. “Y, como somos del mismo palo, nos ponemos de acuerdo enseguida”, agrega Colacho Brizuela. En diferentes épocas, los dos músicos fueron guitarristas de Mercedes Sosa. Se conocieron en los ‘70, en un recital donde González (mitad peruano y mitad argentino, según su propia definición) acompañaba a Chabuca Granda. Después, la música los siguió cruzando por distintos escenarios y estudios de grabación.
No es la primera vez que Juanjo Domínguez encara un proyecto librado en gran parte a la improvisación. En su caso, más bien parece una forma de trabajo incorporada. En el dúo que conformó con el bandoneonista Julio Pane, con el que registró el bello disco Un placer, también trabaja con la improvisación como elemento superador del ensayo pautado. “Es que, cuando uno tiene algunos años en esto, ya tiene el ensayo incorporado”, explica el músico, y larga la primera de sus muchas comparaciones futbolísticas. “El director técnico puede estar horas mostrando una jugada en un pizarrón, pero no puede decirle al jugador si en el último segundo tiene que patear a la izquierda o a la derecha. Eso lo sabe él, lo aprendió con los botines puestos, y lo siente en el momento.”
–Lo suyo es como una “reivindicación de la improvisación”...
Juanjo Domínguez: –¡Por supuesto! ¿O alguien cree que cualquier músico puede improvisar? Hay músicos famosísimos que sin una partitura adelante no van para ningún lado. También son cuestiones de gusto, de intereses. Yo disfruto mucho el encuentro improvisado. Cuando se improvisa en grupo, entre amigos, el disfrute es doble. Porque la música te conecta, a través de ella descubrís quiénes son los que están en la misma frecuencia que vos. A veces en una décima de segundo vos sabés cómo tenés que pasar la pelota. Eso es código.
Lucho González: –Eso es lo lindo, estar sin red. Desdoblarse y escuchar en lo que hace el otro para saber hacia dónde hay que seguir. Es maravilloso.
–En el último tiempo, en parte gracias a los festivales Guitarras del Mundo, la guitarra también parece haber sido reivindicada en la Argentina.
Colacho Brizuela: –Creo que, de a poco, y por suerte, la guitarra dejó de ser una mera acompañante. Y en eso contribuyeron mucho los músicos formados que empezaron a surgir en todo el país, chicos que tocan muy bien, y que estudian mucho. Antes se hacía más difícil porque como guitarrista sólo podías acompañar, pero había unos violeros terribles: Tito Francia, Luis Amaya, Martín Torres, Rodolfo Bianchi, tantos... Lástima que los teníamos en cuenta sólo nosotros, los guitarristas...
L.G.: –Acá siempre hubo buenos violeros, gente de la que nosotros pudimos aprender. Pero recién ahora la gente se está dando cuenta de la importancia de la guitarra como instrumento. Es el único instrumento que se transforma en un verbo hermoso: “vamos a guitarrear”... qué linda invitación, ¿no?
J.D.: –Hubieron muchos como nosotros que hicieron mucho acompañando, más de lo que la gente cree, y que desde ahí hicieron importante la guitarra. Y ojo que una cosa es acompañar y otra es perseguir... (risas). Con la guitarra se han llegado a identificar cantantes, vos escuchás los primeros punteos de viola y ya sabés que son las guitarras de Gardel, o lo escuchás a Colacho y ya sabés que va a cantar Mercedes Sosa. Lamentablemente, la guitarra siempre pasaba a segundo plano, pero es verdad que eso está cambiando, de a poco. Es un instrumento que tiene mucho para dar. Y los que vengan a vernos al Tasso van a ver de qué son capaces tres tipos con sus guitarras. ¡Que se agarren!