Mié 14.01.2004

ESPECTáCULOS

El flamenco, un modo de conjugar fiesta y dolor

La compañía Noche Flamenca vuelve con un nuevo espectáculo, que presentará a partir de hoy en el teatro Avenida.

› Por Karina Micheletto

En el último tiempo, los espectáculos de flamenco están haciendo escala cada vez con mayor frecuencia en la Argentina, casi siempre con el españolísimo teatro Avenida como escenario privilegiado. Compañías, bailaores y bailaoras reconocidos en todo el mundo llegan a una tierra en la que el arte del flamenco se extiende entre un buen número de bailarines, con varias academias especializadas, lejos, por supuesto, de los extraños gitanismos de la cada vez más bizarra Soy gitano. La compañía Noche Flamenca, fundada por la bailaora Soledad Barrio y el director Martín Santángelo (que son marido y mujer), se presentará desde hoy y hasta el domingo en el Avenida y hará otra actuación el próximo lunes 19 en el teatro Tronador de Mar del Plata.
Noche Flamenca ya estuvo aquí el año pasado, pero esta vez trae un nuevo espectáculo, que ya pasó por escenarios como el Lincoln Center de Nueva York y el Hollywood Bowl de Los Angeles. Y un elenco renovado, encabezado por los bailaores Ana Romero y Bruno Argenta y el reconocido cantaor Emilio Florido, que viene por primera vez a la Argentina. Completan el elenco Manuel Gago y Silverio Heredia en cante y los guitarristas Jesús Torres, Miguel Pérez García y Paco Cruz, participantes del espectáculo anterior. “Ese es el cambio más sustancial que traemos: que los artistas que participan son otros. En el flamenco está grabada a fuego la marca de cada artista en todo lo que se hace. Cada bailaor, cada cantaor, es un mundo diferente”, asegura Soledad Barrio en diálogo con Página/12.
A diferencia de muchos bailaores reconocidos, Barrio no proviene de una familia tradicional dentro del flamenco. De padre taxista y madre ama de casa, con un abuelo campesino que cantaba flamenco “pero sólo por afición”, ella simplemente supo desde muy pequeña que lo que quería era bailar. “Bailaba en el colegio, bailaba en la calle, en mi casa... bailaba en todas partes, todo el día”, dice. “Es un sentimiento muy fuerte, que no sabes de dónde viene, pero que con el tiempo puedes identificar muy claramente.” Cuando fue tiempo de identificarlo, a los dieciocho años, Barrio dejó unos breves estudios de Geografía e Historia para bailar flamenco, una decisión que recuerda como “un renacimiento”. La compañía que encabeza es una de las más reconocidas en la actualidad, y el “palo” o ritmo en el que más se luce es la “soleá”, un ritmo que por momentos transmite un profundo desconsuelo. “Parece que soy una persona que se desenvuelve mejor en la tristeza”, se ríe la bailaora.
–¿Cuál es el sello distintivo de la compañía que usted encabeza?
–Creo que ese sello lo da la dirección de Martín. Respetando los patrones tradicionales del flamenco, él va introduciendo un estilo propio en la compañía. Por ejemplo, hace mover a los músicos y cantaores por todo el escenario, de forma tal que su función no se reduce a acompañar al baile.
–¿Hasta qué punto respetan lo estrictamente tradicional en el flamenco y hasta dónde se permiten introducir modificaciones?
–Nosotros partimos de un respeto profundo por la tradición del flamenco; dentro de eso, está el color particular y único que aporta cada uno de los integrantes del elenco. De todos modos, no creo que sea acertado hablar de “permitirse” modificaciones. No es que te lo permitas, tú eres tú mismo y te tocó vivir ahora, no hace cien años. Es lógico que eso vaya dándole otras formas al cante y al baile. Ahora, lo que no nos permitimos son las mezclas. Eso que se ve mucho ahora, el flamenco fusionado con jazz o con contemporáneo, no es lo nuestro. Tampoco creo que eso sea un cambio o una innovación, creo que es una mezcla, otra cosa.
–¿De dónde proviene esa fuerza que caracteriza al flamenco?
–Supongo que viene de adentro de las personas, de los sentimientos más profundos que tenemos todos, sin distinción, por eso no sólo se siente en España sino en todo el mundo. El flamenco es una cultura que viene del pueblo, nació en las clases sociales más bajas y expresa sus vivencias cotidianas. Se expresa a través de la fiesta, del rito, también del dolor. Y en una forma espontánea y muy sentida, no intelectualizada.
–En el último tiempo parecen haberse multiplicado los espectáculos de flamenco que recorren los teatros del mundo. ¿A qué se debe?
–Es verdad que ahora hay muchos más espectáculos en teatros; antes los escenarios eran otros, las grandes fiestas, los tablaos, sitios más íntimos. Supongo que tiene que ver con la cantidad de gente que se forma para esto. Pero, por otro lado, no creo que el flamenco tenga más éxito afuera que antes, porque siempre lo tuvo. Más bien al revés: lamentablemente, hoy hay mucha gente muy preparada, que baila, canta y toca muy bien, y que no tiene trabajo.
–¿Hay alguna bailaora que siga o que admire especialmente?
–En realidad, intento ser yo misma. No podría bailar como otra bailaora, y si pudiera, me sentiría triste. Aunque antes de salir a bailar cierro los ojos y pienso en muchas grandes, en Carmen Amaya, por ejemplo. Esa gente está para marcarte un camino. Yo no me considero a su altura ni mucho menos, pero ojalá yo llegue a seguir ese camino.

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