ESPECTáCULOS
“La pobreza no tiene por qué ser también una pobreza de cultura”
Julio Baccaro, nuevo director del Teatro Cervantes, toma su gestión como una prolongación de la anterior. “Uno puede afirmarse sobre las cosas positivas que dejó otro”, dice. La temporada 2002 abre mañana con la reposición de “El día que me quieras”.
› Por Hilda Cabrera
Iniciando una segunda gestión al frente del Teatro Nacional Cervantes, el director Julio Baccaro dice tener plena conciencia de que su paso como funcionario es circunstancial y breve, pero debe ser aprovechado para lograr objetivos básicos. Se trata de defender el presupuesto, aguzar la imaginación para mantener abierto el coliseo y ofrecer propuestas de calidad. Cíclicamente a los tumbos, el Cervantes tuvo momentos de gloria y de abandono. Un repaso por su historia permite descubrir en la conducción a personalidades meritorias y a otras decididamente nefastas. A diferencia de muchos de sus antecesores en el cargo, Baccaro no descalifica a quien lo precedió, el cordobés Raúl Brambilla (enero de 2000 a diciembre de 2001). Ese menosprecio -.opina-. es una característica argentina. “Parece natural que se crea (o se intente hacer creer) que el nuevo será mejor que el anterior. En lugar de trabajar sobre lo que ha sido hecho, se empieza destruyendo para recién después hacer lo que se considera apropiado. Yo trabajé en la gestión de Brambilla, y entiendo que uno puede muy bien afirmarse sobre las cosas positivas que dejó otro”, sostiene en una entrevista con Página/12.
Su anterior experiencia en ese mismo cargo fue en 1986, cuando era secretario de Cultura del gobierno de Raúl Alfonsín el escritor Marcos Aguinis. Aquel año realizó la puesta de Mattinata, del actor y autor platense Jorge D’Elía (destacado, entre otros trabajos, por la realización de un video pionero, Juego macabro, con María Rosa Gallo y Carlos Carella). Por rara coincidencia, Baccaro cumple también hoy dos funciones en simultáneo: dirige el Cervantes (monumento histórico fundado por los actores españoles María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza e inaugurado el 5 de setiembre de 1921) y la obra con que se inicia la temporada. Esta es El día que me quieras, del venezolano José Ignacio Cabrujas (1937-1995), con protagónicos de Leonor Manso, Rita Terranova, Mario Pasik y Miguel Moyano, que comienza sus presentaciones mañana. Según cuenta el director, el reestreno estaba en los planes de Brambilla. De ahí que permanecieran intactos la escenografía, el vestuario y los demás componentes del espectáculo. Luego surgieron problemas, “hubo demoras y silencios, y finalmente los cambios de gobierno”. Lo cierto es que “si no hubiésemos tenido esta obra disponible, hoy nos veríamos obligados a cerrar la Sala María Guerrero”, afirma, dejando constancia de que no cobra por ese montaje.
En este nuevo período comparte responsabilidades con la actriz, autora, directora y marionetista Eva Halac, flamante subdirectora del Cervantes e hija del dramaturgo Ricardo Halac, quien en julio de 1989 asumió la titularidad de ese teatro. Julio Bárbaro ocupaba entonces Cultura. Los colaboradores más cercanos de Baccaro en este presente, en el que .aclara– “se renovaron los contratos del personal y los elencos cobran menos que el año pasado”, son el escenógrafo Guillermo de la Torre, quien se desempeña como director técnico (tarea que desarrolló en otra oportunidad en el mismo teatro), y Cristina Tomalino, en administración. “Con este equipo estamos reorganizando toda el área técnica y su enlace con la producción”, puntualiza.
–¿Sobre qué presupuesto trabajan?
–El mismo del año pasado, para el que se habían acordado 3,4 millones. Estamos analizando las deudas y los gastos, y decidimos que no habrá horas extra.
–¿Continúa integrando el directorio de Proteatro?
–Ahí tengo compromiso hasta octubre. Es una entidad creada por Cultura de la Ciudad para apoyar a los teatros no oficiales de Buenos Aires, en la que seguiré participando si me lo piden. No estoy cobrando sueldo de Proteatro. –Casi al finalizar la gestión de Brambilla se produjeron movilizaciones en protesta por el fuerte recorte de Economía (de un 84 por ciento sobre la remesa que correspondía al último trimestre de 2001). ¿Qué pasó después?
–No sé exactamente cuánto dinero entró después, pero sí que el teatro tiene deudas y que estamos tratando de pagarlas sin que eso paralice la actividad. En este momento intentamos cubrir las deudas más urgentes con la partida que se recibió para los primeros tres meses. La correspondiente a mi gestión (destinada, como todas, a los gastos administrativos, técnicos y artísticos) ingresará recién en abril.
–¿De cuánto fue la anterior?
.-De algo más de 300 mil.
–¿Quién lo convocó?
-.El secretario de Cultura, Rubén Stella.
–¿Se asustó?
–No, y no porque desconozca la realidad, que es difícil y nos exige mucha energía, sino porque estaba seguro de poder conformar un equipo creativo y con buen ánimo para trabajar en coordinación con otras instituciones, como la Dirección Nacional de Música, el Museo Nacional de Bellas Artes o la Biblioteca Nacional. Estamos ideando un entramado nuevo para el país y estableciendo contactos, fundamentalmente con las embajadas latinoamericanas y con entidades españolas, como el Instituto de Cultura de España. Pero somos cuidadosos, porque éste es un momento muy particular, y a nosotros nos toca producir el arranque.
–¿Están en condiciones de anunciar un programa para el Cervantes?
.-Por ahora sólo podemos anunciar la reposición de El día que me quieras, que va este jueves a la Sala María Guerrero, y el debut (el 4 de abril) de Virginia Lago, en la Sala Orestes Caviglia, con El ángel, un espectáculo sobre textos de Federico García Lorca. Iniciamos también conversaciones con Omar Alvarez, para estrenar una obra para chicos, El soldadito de plomo. Para el 25 de mayo, y probablemente otras fechas, tenemos pensado organizar dos cantatas con la Dirección de Música. La Asociación Amigos del Cervantes, que sigue activa, trabaja con nosotros en proyectos artísticos para niños. Imaginamos lo mejor para el Cervantes. Entre las propuestas está la de abrir los portones, ahora cerrados, que en otro tiempo se utilizaron como entrada de carruajes, e instalar allí un espacio de información sobre actividades artísticas, una galería de arte y hasta un café. Con Eva pensamos abrir una escuela de marionetas con proyección nacional e internacional e inaugurar un laboratorio para el estudio del teatro clásico, el sainete rioplatense y el grotesco criollo. La pobreza de nuestro país no tiene por qué ser también la de nuestra cultura. Todavía tenemos mucho para defender.