Mar 20.01.2004

ESPECTáCULOS

¿Cuál podría ser el mejor final para “Sex and the City”? ¿Casamiento?

Ese dilema enfrentan los realizadores de la serie, que graban el final del ciclo.El happy end podría incluir más variantes.

› Por Verónica Abdala

El final de una serie en la que millones de mujeres de todo el mundo se ven reflejadas puede ser un momento especialmente duro de sortear para sus guionistas. Es el caso de los realizadores de Sex and the City (Sexo en la ciudad, de HBO), que por estas horas deberán optar entre el deseo de no defraudar al público que convirtió al programa en uno de los más exitosos de los últimos años, y la responsabilidad, a su vez, de resolver eficazmente las alternativas que plantea la ficción. Esta semana comenzaron a rodarse los seis capítulos finales, que sellarán definitivamente la suerte de las cuatro protagonistas y responderán de algún modo al interrogante que late bajo la historia de las amigas neoyorquinas: ¿Es posible conjugar la autonomía que reclaman las mujeres en el marco de la vida de pareja? ¿O es que éstas siempre estarán presas de una dualidad que las obligará a optar?
Las chicas de la ficción operaron, en muchos sentidos, como posibles respuestas a esta pregunta. Puede pensarse que Samantha (Kim Cattrall) representó, bajo una apariencia de pura exuberancia, la imposibilidad de integrar la libertad individual con cualquier cosa parecida a una relación. Esa característica arrastró al personaje a un derrotero infructuoso por camas ajenas, que probó, en casi todos los casos, que los hombres podían ser para ella sólo una forma temporaria de satisfacción. En el final, Samantha deberá, sin embargo, resignar parte de su frivolidad y su necesidad de diversión permanente para enfrentar la noticia de un cáncer de mama. En ese marco descubrirá que su joven y bello amante, Jerry, puede ser un buen compañero, algo más que un cuerpo destinado a proveerla de placer.
La dulce Charlotte (Kristin Davis) se impuso, en el extremo opuesto, como la Susanita del grupo. Por eso los guionistas decidieron consagrarla a la búsqueda del hijo, tratamiento de fertilidad mediante, para coronar con la llegada de un bebé –aún no se sabe si conseguirá embarazarse o adoptará– su feliz matrimonio. Miranda (Cynthia Nixon), la abogada que tuvo un hijo pero permaneció soltera, regresará con Steve, el padre del bebé. Mientras que el destino de Carrie Bradshaw (Sarah Jessica Parker) es hasta aquí la gran incógnita.
Los únicos datos que se colaron del celoso cerco que guardan los realizadores en torno del guión –los productores llegaron a asegurar que se rodaron múltiples finales para evitar que se filtrara el verdadero, y hasta Sarah Jessica Parker aseguró que había pospuesto la lectura de la página final del último guión, para no traicionar la sorpresa– es que Carrie viajará a la capital francesa con el ruso Aleksandr Petrovsky (protagonizado por el famoso bailarín de ballet Mikhail Baryshnikov), donde juntos vivirán un ardiente romance. “Quiero que Carrie sea feliz”, dice la actriz refiriéndose a su personaje y consciente del dilema que enfrenta. “Me gustaría que la gente sintiera que ella está bien. Pero tenemos que tener cuidado de no fastidiar a toda esa gente que pagó dinero para tenernos en sus hogares y a todas las mujeres que creen que encontrar un hombre no es la respuesta para la felicidad.” Lo que queda por ver es cómo lo conseguirán.

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