Mié 21.01.2004

ESPECTáCULOS

Andy Kusnetzoff, un conductor que ya es mayor de edad, pero rema solo

Argentinos, somos como somos merodea los interrogantes sobre la argentinidad. Buenos informes, pero floja química en el piso.

› Por Emanuel Respighi

El famoso “ser nacional” –esa construcción social que, en teoría, condensaría las características comunes a todos y cada uno de los argentinos– es un concepto repetidamente utilizado, pero nunca definido. Su significado, en todo caso, habitualmente se lo da por sabido, como si hubiese sido aprobado de manera unánime por cada uno de los argentinos que se diseminan con sus peculiares usos y costumbres a lo largo del territorio e incluso afuera de él. Ahora: ¿existe realmente ese “ser argentino” o sólo se trata de una concepción endeble y ambigua? Ese es justamente el interrogante que Argentinos, somos como somos (lunes y jueves a las 23, por el 13), el flamante programa de Andy Kusnetzoff, intenta dilucidar con variadas armas amparadas bajo el paraguas del humor. Y por lo que se pudo observar en los dos primeros envíos, la jugosa tarea no será nada fácil, aunque sí puede ser divertida.
Luego de los dos primeros episodios, quedó claro que la pretensión de armar el prototipo del argentino medio es sólo una excusa para reírse de las manías, costumbres y conductas más notorias de los argentinos. En esa amplia búsqueda, Argentinos se vale de notas de archivo, secciones e informes, que muestran cómo reaccionan diferentes ejemplares de la raza argentina en determinadas situaciones, algunas más comprometidas que otras. En tal sentido, el ciclo no busca construir una mirada moralista de los argentinos sino que tanto Andy como sus colaboradores (Gabriel Schultz, Mariano Mannix y Cayetano) se involucran y se hacen cargo de muchas de las (malas) costumbres de ese supuesto “ser nacional”. “¿Quién no robó o coimeó a un policía alguna vez?”, se preguntó Andy en el primer envío, al momento de presentar Yo también lo hice, la sección en la que famosos confiesan pequeñas triquiñuelas.
Bastoneado ágilmente por un filoso y suelto Kusnetzoff –consolidado en el rol de conductor–, los mejores momentos de Argentinos... pasan cuando la atención de las cámaras se centran en los informes. Aunque de calidad y resultados heterogéneos (resultó poco original el informe de cómo es la noche marplatense, por ejemplo), muchas de las notas en exteriores sirvieron para dar algún indicio sobre la idiosincrasia argentina y de cómo nos ven los extranjeros. Así, fue un hallazgo el informe que reveló la manera en que los vendedores ambulantes y los taxistas engañan a los turistas extranjeros con el cambio (“Lo que pasa es que acá sigue el 1 a 1”, señaló, irónico, el dueño de un carrito en la Costanera, exponente de la llamada viveza criolla). O aquél en el que Schultz comprobó ingeniosamente su teoría de que “a los argentinos les gusta estresarse”, utilizando en plena playa marplatense una estrategia simple, pero efectiva: medir la distancia promedio que separa a un turista de otro (tan sólo ¡30 centímetros!), o acompañar a una señora desde su sombrilla al mar para evidenciar las peripecias que requiere la “aventura” y calcular el tiempo demandado (dudosos 15 minutos, 52 segundos). En cambio, donde Argentinos... parece aún no haber encontrado su punto justo es cuando la atención se traslada al estudio. Pese a trabajar juntos en la radio desde hace un tiempo (Mannix y Cayetano forman parte de Perros de la calle, el ciclo que Andy conduce por la mañana de La Metro), se percibe una llamativa rigidez en el desenvolvimiento de cada uno de los integrantes de la troupe que acompaña a Andy, quién aún así logra siempre salir airoso, haciendo gala de un carisma a prueba de cualquier tipo de obstáculos.

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