ESPECTáCULOS
› FERNANDO KABUSACKI VUELVE A MUSICALIZAR PELICULAS EN EL MALBA
“Nuestra partitura es la película”
Junto a la National Film Chamber Orchestra, el guitarrista pondrá música en vivo a films mudos y a una serie de cortos pornográficos.
› Por Eugenia García
Al costado de una sala de considerable tamaño varios músicos construyen un universo acústico que se entrelaza con la película en la pantalla. La melodía complementa el film, que de otra forma estaría desnudo. Recuperando el espíritu de las primeras películas, la National Film Chamber Orchestra que encabeza el guitarrista Fernando Kabusacki musicaliza en vivo films de otros tiempos en el Malba. Este mes, en los ciclos Verano Caliente I y II, Cine mudo + música en vivo, se proyectarán, por un lado, las películas El hijo del Sheik (1926), de George Fitzmaurice y protagonizada por Valentino, y el film de Buster Keaton Las siete oportunidades (mañana y el domingo a las 18 y a las 20); y por otro, dos series de cortos pornográficos que datan de entre 1910 y 1930 (hoy y el viernes 30, a las 24). No es la primera vez que la orquesta musicaliza stag movies, nombre con que se designaba a estos cortos censurados hasta 1960, que se proyectaban en reuniones masculinas. “De entrada fue una osadía. Pensábamos que nos iban a tirar con algo. Pero la gente se copó, y seguimos haciéndolo porque se llenaba la sala siempre. Y por otro lado estaba bueno que la gente pudiera ver esas películas que no se pueden ver en ningún otro lado. No se pueden alquilar en el video”, explica el músico rosarino.
Hace años que Kabusacki pule este oficio. En un principio sólo ponía la música, también en vivo, a dibujitos animados que programaba Fernando Martín Peña en la Filmoteca de Buenos Aires. Poco después empezó a invitar amigos. “Todo surgió en un viaje, no me acuerdo si a Londres o a Nueva York, en que encontré un folleto que decía ‘Cine mudo y música en vivo’. Acá yo no sabía si alguna vez se había hecho. Entonces lo empezamos a hacer en Rosario y Santa Fe. Yo vivía en Europa e iba y venía. Y después, cuando me vine a Buenos Aires, Fernando Peña tenía la Filmoteca en el Atlas Recoleta y me proponía películas.”
Poco a poco se fueron sumando músicos como el Mono Fontana, Alejandro Franov, Axel Krygier o Sami Abadi. “Un día se me ocurrió llevarlo por el lado de la orquesta, como una pequeña orquesta de cámara. Y ahí tiré el nombre de la National Film Chamber Orchestra, como un chiste, pero gustó y quedó”, cuenta. Fruto de esos años es Murnau’s Faust Live, CD grabado en una de las proyecciones del Fausto de Murnau en el C. C. San Martín. Los músicos que participan en cada proyección van variando de acuerdo a la película. “Una de las buenas cosas de esto es que podés tocar la música que te parece, porque no hay ningún eje obligatorio, no hay reglas estéticas. La idea es tratar de encontrar una estética nueva, no hay una estética tipo de la música de películas. Si yo hago algún trabajo de composición en esto, es el de componer la formación de la orquesta para cada película. Voy diseñando la estética sonora, pero sólo proponiendo los músicos que van a tocar”, explica. En esta ocasión los elegidos serán Matías Mango, el DJ Juan Manuel Marfany y Mussa Phelps (hoy), y Fontana mañana y el domingo.
–¿No hay partitura, es pura improvisación?
–Miramos la película y tocamos. La idea es tocar como si la partitura fuera la película, una partitura que da imágenes en lugar de notas. No queremos molestar la película, queremos acompañarla y la respetamos. Nos divertimos, no somos acartonados, pero lo hacemos con una intención de respeto. Es un trabajo delicado.
–¿Mucha adrenalina?
–Sí, hay veces que sale más o menos. Y otras veces sale buenísimo. Esa es otra de las cosas importantes en la música, tiene que haber riesgo. Cuando dan la película es una película, siempre igual. Nosotros varias veces repetimos películas, pero lo que sale es una absolutamente distinta cada vez. Puede salir más o menos o maravilloso. Pero tocar con los músicos que toco es un lujo. El Mono, Marcos Cabezas, son músicos súper virtuosos.
–En los comienzos del cine había otra interacción del público, muy distinta a la que se da ahora en que la gente se sienta y absorbe información. ¿Qué sucede en estas proyecciones?
–La participación es un poco más activa. Rescatamos el en vivo, y la gente se emociona de otra manera. La idea de la orquesta es ésa, llevar al cine ese aspecto que antes había en las películas, en las que siempre había un tipo tocando, o insertar la dinámica de un recital. Para mí la música en las películas es fundamental, porque le hablás a la emoción del público en forma directa. Yo creo que para la gente sería casi imposible ir a ver estas películas sin que estemos nosotros tocando. Le damos como una cosa más moderna, tocamos con bases y ritmos que hacen que sea más dinámico. La ventaja para los músicos es que no nos están mirando, están mirando la pantalla. Nos sacamos ese peso de encima. Y eso está bueno, porque nos permite tocar más libremente.