Vie 23.01.2004

ESPECTáCULOS

La protesta de Barenboim por el recorte de subsidios en Berlín

La crisis económica provoca recortes en Educación y Cultura. El director de la Staatsoper amenaza con la renuncia.

Por José Comas*
Desde Berlín

Berlín está en la ruina y la situación económica parece obligar al ahorro. El Senado (Gobierno) ha creado una fundación que dará techo a las tres casas de ópera de la capital alemana. La solución ha indignado al director musical de la Staatsoper (Opera Estatal) de Unter den Linden, el argentino-israelí Daniel Barenboim, que califica la medida como “una mezcla de desesperación e hipocresía”, llama mentiroso al senador (ministro) de Cultura de Berlín, Thomas Flierl, y amenaza con dimitir de su cargo si advierte un deterioro del nivel artístico de sus proyectos.
Durante más de cuatro décadas, Berlín vivió de las subvenciones procedentes del erario estatal y 14 años después de la caída del muro está en la ruina. El gobierno, una coalición de izquierda entre los socialdemócratas (SPD) y los ex comunistas del PDS, recorta gastos por doquier en escuelas, jardines de infancia, universidades, sistemas de salud y asistencia social.
La cultura, la marca registrada y tal vez el aspecto más atractivo de la capital alemana, no escapa a los recortes. En una ciudad con tres óperas, la cirugía presupuestaria amenaza con cerrar al menos una de ellas. El Senado acordó ahorrar en forma progresiva 33,2 millones de euros hasta 2009, que supondrían el cierre de una, pero se ha optado por otra solución que evite esa solución traumática y permita tal vez racionalizar el gasto. El gobierno federal ayuda con un aporte de 22 millones de euros a base de asumir varios gastos que corrían hasta ahora a cargo del Senado de la capital. Los fondos que se ahorren, 16,4 millones de euros, se destinarán a la ópera. Una fundación cobijará las tres: la Opera Alemana en el Oeste, la Staatsoper en Unter den Linden y la Opera Cómica en el Este. La solución a la crisis financiera de la ópera berlinesa ha indignado al director musical de la Staatsoper, Daniel Barenboim, quien en una entrevista con el prestigioso semanario Die Zeit no ha dejado títere con cabeza. Para Barenboim, la solución equivale a nivelar para abajo: “Es un hecho que la Staatsoper está artísticamente sana. Hay una orquesta y cantantes fantásticos que nosotros hemos descubierto y cultivado. También en lo económico está en una situación sana gracias a los éxitos de nuestras giras. Las otras casas tienen deudas. Todo el mundo sabe que la salud no se contagia, pero la enfermedad, sí. Una fundación no es otra cosa que nivelar para abajo”.
La Staatsoper, heredera de la ópera de la desaparecida Prusia, propone pasar a depender del Estado federal y librarse de la dependencia del arruinado Senado de Berlín. La ministra federal de Cultura, la socialdemócrata Christina Weiss (SPD), no quiere ni oír hablar de esta solución, que supondría más gasto para el gobierno federal, un precedente para las óperas en crisis de otros Estados federados y además no se justifica en la lógica de aplicar los criterios de subsidiaridad y federalismo.
Barenboim arremete contra la fundación, a la que considera una “insana mezcla de pragmatismo e ideología” y en el mejor de los casos, de una ingenuidad bobalicona, y en el peor, “una mezcla de desesperación e hipocresía”. El director de orquesta considera que con la fundación por encima de las tres óperas, cada una de ellas perderá su perfil propio: “Es una mentira que en el futuro habrá tres casas de ópera. Tendremos una con tres escenarios. Si esto es lo que se quiere, que lo digan”. No soporta Barenboim la idea de entrar en el mismo saco. La Staatsoper no pierde y tiene una ocupación del 78 por ciento, mientras las otras están en números rojos y con sólo un 60 por ciento de ocupación. De ahí el temor de Barenboim de contagiarse de la enfermedad de las otras. Sostiene que la Staatsoper ya saneó su economía desde que él llegó en 1992, cuando había una plantilla excesiva entre 1100 y 1200 como consecuencia de la herenciarecibida de la desaparecida Alemania del Este. Ahora la plantilla se ha reducido a 800.
El músico amenaza en la entrevista: “Yo no soy un principiante. Si no puedo desarrollar musicalmente lo que considero importante, no seguiré con el trabajo”. Todavía no ha tomado el director una decisión sobre su futuro, pero advierte: “Tengo que ver, cuando llegue el caso, si quiero y puedo trabajar aquí”. Barenboim no soporta la idea de que, como consecuencia de una baja de salarios, le desmantelen la orquesta construida durante más de una década.
A la pregunta de si una ciudad con 3,4 millones de habitantes necesita tres óperas, responde Barenboim: “Cuando un matrimonio tiene tres hijos tiene que ocuparse de los tres. Quizá tiene que trabajar más, pero los padres no pueden echar la culpa sólo a los hijos y decir que no se ayudan. Eso es lo que por desgracia ocurre en estos momentos en Berlín”.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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