ESPECTáCULOS
› SENANES ESTRENA CON LA SINFONICA
“Lírico y violento”
› Por Diego Fischerman
“Es algo así como una novelita breve o un ensayo”, define el compositor. “Es una obra muy abstracta pero, por otra parte, absolutamente ideológica”, asegura Gabriel Senanes, que hoy dirigirá la Sinfónica Nacional y, como parte del concierto, estrenará Prosa Sinfónica. La declaración de principios, tanto de la idea de “novela” como de la palabra “prosa”, debe leerse como una confrontación franca con el género del poema sinfónico. Según su autor, nada más diferente de su composición –que fue encomendada por Inter American Friends– que esas obras supuestamente descriptivas cuyas leyes cristalizó Liszt, en la segunda mitad del siglo pasado. En el tercer concierto de la temporada 2002, la Sinfónica Nacional se presentará a las 20 en la Facultad de Derecho y, además de la obra de Senanes, tocará la bellísima Sinfonía Nº 7 de Antonin Dvorak y, con la actuación como solista de Carlos Ovejero, el Concertino Nº 4 para trombón y orquesta de Ferdinand David (un amigo de Mendelssohn a quien éste dedicó su Concierto para violín).
El estreno de Prosa Sinfónica coincide con la reciente aparición, en Estados Unidos, de un CD con el Cubamericargie Quintet, tocado por Paquito D’Rivera en clarinete y un cuarteto de saxofones, dos de cuyos miembros son integrantes de la Filarmónica de Nueva York. En la obra para orquesta, Senanes trabajó sobre la base de un principio que alimenta mucha de su producción. En sus propias palabras: “La tensión entre lo muy lírico y lo muy violento”. Y, también, sobre la explicitación de la importancia que tiene para él el contrapunto. “Siempre está presente, aun cuando no lo está; es decir, para descartarlo es necesario haberlo tenido, primero, en cuenta. Pero esta vez se nota, es evidente, no hay ninguna clase de enmascaramiento.” Entre las particularidades de la obra, por otra parte, está su energético movimiento final, indicado como Allegro rockero y basado libremente en el tema “Sucio y desprolijo”, de Pappo. “Hice una orquestación para cuerdas de esta canción, para los Fabulosos Cadillacs, y eso me dio la idea”, cuenta Senanes. “Es una explosiva escalada orquestal basada en una especie de riff de once compases, sobre el cual puede pasar cualquier cosa.” En realidad, éste es el único momento en que se filtra la característica escritura fronteriza de Senanes, un compositor para el que las tradiciones populares y escritas son apenas distintas fuentes en las que puede abrevar indistintamente (y con igual conocimiento de causa).
Autor, entre otras obras, de Four Fatos for Fats, dedicada al trompetista Roberto “Fat’s” Fernández, del Concierto en canto negroriano, para violín y orquesta, escrito para Fernando “Negro” Suárez Paz, y de Proa al Este, un homenaje a Jorge Luis Borges estrenado por la Sinfónica Nacional en 1999, Senanes dice empezar a sentirse cómodo con el papel de director de sus propias obras. Hay allí, por una parte, un rescate de la vieja tradición de los compositores/intérpretes del siglo XIX. Pero, también, una simple manera de responder a las demandas: “Cuando me llaman a dirigir una orquesta, me piden que haga obras mías”. Esa doble función lo obliga “a tomar una especie de distancia; me da mucha curiosidad escuchar las interpretaciones que otros hacen de mis obras, respeto profundamente la idea de interpretación y el lugar creativo del intérprete. Cuando Simón Blech estrenó Proa al Este me citó en un bar y me dijo ’te voy a contar cuál va a ser mi interpretación’. No me preguntó cómo quería que la hiciera, me dijo cómo la veía él. Y es que Simón era, verdaderamente, un intérprete cabal. Yo trato de no perder ese lugar. De ser un intérprete (uno más) de esa música, aunque la haya compuesto yo mismo. Trato de olvidarme de lo que pensé mientras componía para poder encontrar lo que pienso al interpretarla”.