Mar 17.02.2004

ESPECTáCULOS

Al fin, Hollywood entendió que los libros no muerden

Por tercer año consecutivo, los films preferidos por la Academia son adaptaciones: El señor de los anillos, Capitán de mar y de tierra, Alma de héroes, Río místico, Cold Mountain y Ciudad de Dios.

Por Winston Manrique*

Hollywood no se enamoró este año de ninguna gran historia de amor, pero a cambio reafirmó su pasión por la literatura. De las cinco producciones que aspiran al Oscar a la mejor película, cuatro son adaptaciones literarias, igual que otras dos con importantes candidaturas: El señor de los anillos, Capitán de mar y de tierra, Alma de héroes, Río místico, Cold Mountain y Ciudad de Dios. Un romance productivo y a la vez peligroso que deja ver una insana relación de dependencia y de crisis de originalidad en la industria cinematográfica, advierten escritores vinculados al cine. Sólo un guión original amenaza el triunfo de la pareja cine-literatura en la 76ª edición de los Oscar, que se celebrará el próximo 29 de febrero: Perdidos en Tokio, de Sofia Coppola.
Aunque el idilio del cine con los libros es legendario y polémico, y gracias a él se rescatan o descubren obras literarias, la relación ha entrado en una fase de dependencia que no es saludable para la cinematografía, asegura el escritor Ray Loriga, que también ha dirigido y escrito guiones de cine. Mientras, a su colega y guionista Belén Gopegui este exceso de adaptaciones le gustaría que significara “un cierto agotamiento del cine Nescafé, el cine de efectos instantáneos: sorpresas, sustos, risas y lágrimas, el cine que la industria ha estado pidiendo a los guionistas durante los últimos 20 años. Me gustaría pensar que hay una vuelta a un cine de efectos más duraderos, y que mientras los guionistas se adaptan a esta vuelta, se acude a las novelas”.
La Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Hollywood parece encantada por libros unidos por un aire épico y legendario. Uno de ellos tiene que ver con la historia de la Tierra Media. La trilogía fantástica de El señor de los anillos. El retorno del Rey (Minotauro), de J. R. R. Tolkien (1892-1973) llevó al cine una epopeya con un universo literario y lingüístico poblado por elfos, hobbits, duendes, magos, criaturas extraordinarias, guerreros y humanos que luchan para que la maldad no oscurezca la tierra. La adaptación cinematográfica, dirigida por Peter Jackson, ha sido distinguida con 11 candidaturas al Oscar. “Ahora ya podemos hablar de una sola película, y su adaptación ha sido colosal”, afirma Eduardo Segura, autor de El viaje del anillo (Minotauro-Agua) y profesor de la Universidad Católica de San Antonio de Murcia. Segura aclara que la versión cinematográfica es brillante, “sobre todo porque ha captado las líneas de fuerza del argumento, la nostalgia, la lealtad, el compromiso con la misión, la muerte y la inmortalidad, que son los grandes temas de Tolkien”. De obtener el Oscar a la mejor película, El señor de los anillos se convertiría en la primera película fantástica en lograrlo; por lo pronto, ya es la segunda trilogía en haber sido preseleccionada a mejor film en cada una de sus partes, después de El Padrino, de Francis Ford Coppola, inspirada en el libro de Mario Puzo.
De resonancias épicas, pero de los mundos marítimos del siglo XIX, hablan las historias de Patrick O’Brian (1914-2000) protagonizadas por el capitán inglés Jack Aubrey al mando del HMS Surprise en la era napoleónica. Veinte novelas escritas entre las décadas del ‘50 y el ‘90 (editadas por el sello Edhasa), que narran las aventuras navales de Aubrey en la época de lord Nelson y son consideradas de las mejores en su género.
Peter Weir llevó esta historia a la pantalla bajo el título de Capitán de mar y de tierra. El film está basado, sobre todo, en el primero y el décimo libros de la serie. Una síntesis difícil, pero que logró complacer a los admiradores del escritor, por las maniobras náuticas, los rasgos dados al capitán Aubrey “y los diálogos llenos de riqueza que insuflan el aire épico de la aventura”, dice Segura. La película tiene diez nominaciones.
Quienes hayan visto Río místico se entusiasmarán con la novela que Clint Eastwood ha llevado al cine. Dennis Lehane, su autor, es uno de losgrandes de la novela negra estadounidense, digno heredero de Hammett y Chandler. Río místico es una reflexión sobre la violencia urbana, sobre cómo un chico puede convertirse en un psicópata, también sobre la amistad, el amor, la familia, la lealtad. El escritor sabe de lo que habla, no en vano trabajó con niños víctimas de abusos sexuales. Pero sólo una leyenda es real por estos días en el cine. La que rescata la historia de un caballo de carreras que no tenía futuro y terminó convertido en un héroe en los EE.UU. de fines de los años 30. Esos fueron los pasos que recogió Laura Hillenbrand en un libro definido por Fernando Savater como “la versión cuadrúpeda del gran sueño americano. Un reportaje extenso y casi hipnótico”. Dirigido por Gary Ross, Alma de héroes aspira a siete Oscar.
Entre el reportaje y la ficción también se hace el viaje a una de las favelas de Río de Janeiro, “el único barrio que no visita Dios”, a pesar de llevar su nombre. Donde la supervivencia está emboscada por el horror y por la degradación urbana y la criminalidad. Ciudad de Dios (Tusquets) fue escrita por Paulo Lins a mediados de los noventa, apoyado en sus investigaciones y en los 25 años que vivió allí. El film, dirigido por Fernando Meirelles (con cuatro candidaturas, entre ellas director y guión adaptado), es fiel al libro y su aporte reside en la atmósfera y el ritmo de estructura narrativa fragmentada que recuerda a Tarantino.
Pero no todas las relaciones que el año pasado entabló el cine con la literatura convencieron a la Academia. Una de ellas fue desairada a pesar de su renovado estilo épico, con historia de amor incluida. Se trata de Cold Mountain (Monte frío, Lumen), la popular primera novela de Charles Frazier, que retoma la Guerra de Secesión en Estados Unidos a través de la historia de un soldado desertor camino a casa y de su mujer, que trata de sacar adelante la granja. Aunque la película tiene siete candidaturas, fue excluida de las cuatro principales: película, director (Anthony Min- ghella), actriz (Nicole Kidman) y guión adaptado.
¿Es el adiós al cine de autor y la bendición al cine de productor? Lo cierto es que al productor que lee un libro y ve en él una película sólo le resta encargar una adaptación. En cambio, poner en marcha una idea original es más complicado: hay que escucharla, imaginar la película, creer en ella, encargar el guión y luego esperar resultados. “Es un proceso en el que falta más fe”, dice Loriga –guionista de la próxima película de Carlos Saura, El séptimo día–, quien deja claro que prefiere más el cine “cuanto más va encontrando su territorio fuera de la dependencia literaria”. Sólo que esa dependencia cada año es más fuerte. En 2002 la ganadora de los Oscar fue Una mente brillante (basada en la biografía del Nobel de Economía John Nash), y en 2003 fueron Chicago y El pianista, basada en el libro El pianista del gueto de Varsovia. ¿Por qué este año iba a ser diferente? ¿O acaso Sofia Coppola dejará que destronen a su padre del puesto de honor de tener la trilogía más premiada?

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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