Jue 26.02.2004

ESPECTáCULOS

Sobre los matrimonios, los hijos y el profundo misterio de la vida

La amo, me ama... te amo, del francés Benoit Cohen, presenta a un grupo de adultos que deberá lidiar con las responsabilidades de la pareja y la paternidad en un largo verano. A pesar de ello, no deja de ser una comedia.

Por M. P.

Con sus niños colgados al cuello, Martín y Constance se encuentran entre las góndolas de un supermercado, cinco años después de haberse separado. Casada y madre de dos hijos, Constance parece encantada de volverlo a ver, mientras que el también casado y padre Martín apenas si alcanza a balbucear un par de frases sorprendidas, antes de despedirse de ella caminando por el estacionamiento. Mientras carga las bolsas de las compras en su auto, Martín le informa a su esposa Ariane sobre el encuentro que acaba de tener en el supermercado. “¿No era ella detestable?”, le dice ella, casi sin poder disimular su enojo ante la sorpresa de su marido. “No, estuvo encantadora”, alcanza a responder Martín antes de que su mujer lo interrumpa de manera cortante. “Puedes toparte con tu ex todas las veces que quieras, pero a mí no me incluyas.” Y eso que aún no sabe que, casi sin que sea necesario que alguien lo planee antes, Constance y su actual marido se presentarán en el lugar donde Martín y ella veranean todos los años. Luego de la sorpresa, y con el correr de los días, cada una de las particularidades de sus respectivos matrimonios –y de la separación entre sus principales protagonistas– quedarán muy humorísticamente al desnudo.
Titulada en el original francés como Nuestros hijos queridos, este cuarto largometraje de Benoit Cohen es una comedia de parejas adultas que cargan con hijos pequeños. A pesar de que por momentos los más pequeños parecen ser los adultos. Además de Martín y Constance, y sus respectivas parejas actuales –una Ariane desganada y muy poco simpática para él, un bestialmente viril Arnaud para ella–, al verano de La amo, me ama... te amo se le sumarán otros protagonistas. Una madre soltera buscando pareja, su pareja estival que no sabe que ella es madre y un soltero empedernido que finge ser padre soltero del hijo de la madre soltera, para que su condición no asuste a su actual pretendiente. Comedia de enredos que todo el tiempo parece obligada a estallar en escenas dramáticas algo forzadas, el film de Cohen es agradable cada vez que sabe reírse de las situaciones dramáticas y sus no tan dramáticos personajes.
Querible en tanto y en cuanto en la pantalla aparezcan sus personajes más queribles, valga la redundancia y la obviedad, La amo... es una película que vale casi tanto como el protagónico de Mathieu Demy, un encantador y comprensivo Martín dedicado a su hijo y a todos los quehaceres domésticos, y que además toca el cello. El hombre perfecto según todas las mujeres de la casa, el personaje de Martín decae una vez que parece creerse su papel, algo que también sucede con una película simpática, pero cuya simpatía parece dedicada solamente a esconder un desenlace anunciado que sólo la película misma parece empecinada en fingir desconocer hasta último momento. Sin que se le permita ser tan sutilmente graciosa como parece poder ser, con muchos límites a la hora del retrato costumbrista y grandes problemas cuando debe hacer creíbles sus dramas, La amo... termina siendo apenas una película agradable, pero que evita descaradamente –al menos hasta su último plano– los verdaderos dilemas y misterios de la vida de los adultos con niños y responsabilidades.

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