ESPECTáCULOS
› “FURIA EN DOS RUEDAS”, DEL ESTADOUNIDENSE JOSEPH KAHN
Con las gomas desinfladas
Por M. P.
Carpe diem. Esa es la frase que se puede leer en el buzo antiflama del protagonista de Furia en dos ruedas. Pero bajo el buzo hay una remera, donde se lee sencillamente “Ramones”. Para llegar a la esencia del asunto no hace falta escarbar mucho. Opera prima de un celebrado director de videoclips, Joseph Kahn, Furia... es como la respuesta en dos ruedas de esa oda masturbatoria a los autos de carrera llamada Rápido y furioso. Aquí, los rápidos y furiosos andan en moto, a pesar de las chicanas recurrentes que regala la película contra la exitosa saga en cuatro ruedas que llevó a la fama a su director Rob Cohen y su estrella Vin Diesel.
Hay que ser sinceros: es difícil que algo parecido suceda con los responsables de Furia..., una película llena de los brillos, reflejos y golpes de edición propios del más vacío mundo de los clips. Y cuyos testosterónicos protagonistas como única forma de comunicación rebuznan frases cortas y enojadas, como hijos ilegítimos y mal educados de Raymond Chandler. La trama es la de un chico malo que en realidad es bueno, que huyó –a Tailandia, pobrecito– de un crimen que no cometió. Pero ha decidido regresar a hacer las paces con la ley, con los verdaderos delincuentes y, lo más importante, a recuperar a su chica. Por allí anda Ice Cube poniendo tanta cara de malo que debería temerle a los riesgos de las corrientes de aire. Y tan insondables son los designios del dios de celuloide que la única imagen recordable para cualquier espectador con impronta rocker sea un cara a cara entre el rapper y John Doe, otrora líder de un mítico combo punk de Los Angeles llamado X, aquí haciendo de sheriff.
Llena de mujeres que sólo están mostrar su desnudez, Furia... es una película imposible de tomar en serio. La trama es relatada por sus protagonistas bajo la forma de reflexiones sobre los acontecimientos, y no hay lógica en su devenir salvo el hecho de que hay hora y media que llenar y muchas persecuciones que filmar. Por momentos, su director parece entender que tomarse en serio no es negocio y deja a la vista guiños con los que confiesa que una película como ésta es lo que cualquier espectador sospecha que es. Pero así se salva solo y no al film. Y mucho menos a los que esperan algo más por el precio de una entrada.