ESPECTáCULOS
› SERGIO MIHANOVICH ACTUA A PARTIR DEL MIERCOLES
El secreto mejor guardado
Varios de los principales músicos de jazz tocaron temas suyos. Joao Gilberto cantó algún otro. En su primer disco tocaban Jim Hall y el Gato Barbieri. Aquí, sin embargo, es casi un desconocido.
› Por Diego Fischerman
Bill Evans, Stan Getz, Michel Petrucciani, Gerry Mulligan, Joe Pass, Art Farmer y Jim Hall tocaron sus temas. Joao Gilberto cantó algún otro. Una vez, John Lewis, el genial pianista del Modern Jazz Quartet, lo contrató para que fuera su letrista. Y hubo quienes, desconcertados por su apellido, al presentar su famoso Sometime Ago, lo atribuían a “un gran autor checo” o, con un poco más de tino, “yugoslavo”. Pero Sergio Mihanovich, descendiente de croatas –y de músicos– es argentino.
En su primer disco tocaba con su trío –Jorge López Ruiz en contrabajo y Pichi Mazzei en batería– más el Gato Barbieri en saxo y Jim Hall en guitarra. “El había llegado con el grupo de Ella Fitzgerald y se quedó unos días más para grabar conmigo. Hoy ese disco no existe. A mí me quedaba una sola copia, se lo di a mi sobrina Sandra para que lo copiara y me lo perdió”, cuenta a Página/12 con la clase de tolerancia bienhumorada del que se sabe capaz de haberlo perdido él mismo, no una sino varias veces. Especie de sobreviviente de la bohemia –y de esa época en que, en el Jamaica, coexistía su grupo con el dúo de Salgán y De Lío y, en el 676, tocaba Piazzolla y se juntaban los músicos de jazz a escucharlo–, Sergio Mihanovich es uno de los secretos mejor guardados de la música argentina. Compositor notable, cantante de fraseo exquisito y pianista que maneja con la más absoluta naturalidad las armonías más complejas, es raro que actúe en público. Por eso, el ciclo que comenzará en Notorious (Callao 966) el próximo miércoles 3 de marzo (también actuará el 10 y el 17, siempre a las 21.30) es una ocasión especial. Allí actuará con Pancho Carattino en guitarra y en cada fecha invitará a una cantante distinta: Ligia Piro, Lidia Barboza y Eleonora Eubel. “Haremos canciones mías y algunos temas clásicos”, resume. Lo que no dice es que sus canciones –incluyendo un bolero extraordinario llamado Amor y decepción– también son, para muchos, temas clásicos.
Su Sometime Ago fue grabado más de ochenta veces. Sin embargo, nunca cobró un peso por derechos de autor –junto al color de pelo de algunos de sus asociados, uno de los grandes misterios de Sadaic–. El tema lo compuso en Estados Unidos, donde vivió varios años, a principios de 1963, en la misma época en que escribía música para jingles de juguetes, encargadas por un productor mexicano que más tarde produjo los films de Torre Nilsson. Mihanovich hizo también la música para una película casi desconocida de este director, Los traidores de San Angel. “Era una coproducción con Estados Unidos, hablada en inglés”, recuerda. “Trabajaban Lautaro Murúa y Graciela Borges, que hacía de espía que se hacía pasar por prostituta, en una especie de dictadura latinoamericana.” Pero su obra maestra, en materia de música para cine, fue la banda de sonido de Los jóvenes viejos, dirigida por Rodolfo Kuhn (que se publicó en disco, en la década de 1960).
Los primeros pasos de Mihanovich fueron mientras estaba terminando de hacer el servicio militar. “Habíamos decidido formar un trío con los hermanos López Ruiz, Oscar en guitarra y Jorge en contrabajo, y presentarnos en boliches. Y tuvimos suerte; justo la noche en que debutamos en Jamaica, que estaba cerca del Hotel Plaza, se llenó de norteamericanos. Y yo conocía todo un repertorio de canciones viejas por mi padre, que tenía un cuarteto vocal con las hermanas de mamá, que se llamaba Los Blackbirds. Así que todo lo que nos pedían, nosotros lo tocábamos. Nos habían contratado para una noche y nos quedamos dos años. El lugar se convirtió en un centro del jazz, se juntaban allí todos los músicos, nos escuchábamos y aprendíamos unos de otros. Y a pesar de que los estilos eran distintos, no había rivalidades. Barbieri no tocaba como yo ni como López Ruiz, pero podíamos tocar juntos sin ningún problema. Eso no volvió a repetirse. Había lugares más lindos, pero Jamaica tenía una magia especial.” Antes de eso, cuenta que le contaron que una vez, a los seis años, se sentó a un piano y compuso una canción. “Siempre toqué de oído; después tuve profesores. Pero no leía nada. Cuando tenía que tocar un preludio de Bach, por ejemplo, le decía a mi profesor que me lo tocara y después yo lo repetía de oído.” Y después fue a Estados Unidos para trabajar con John Lewis, pero el pianista estuvo lejos de cumplir lo prometido. Jim Hall fue quien lo contactó con el ambiente musical. Y otro amigo, Lalo Schifrin, el que le presentó a Bill Evans. “Lo conocí e incluso estuve en el estudio mientras grababa el disco Conversations with Myself, donde superponía varias tomas tocadas por él mismo. Todas eran extraordinarias y cuando uno pensaba que ya no podía agregarse nada a un tema, él todavía se las ingeniaba para decir algo más”, cuenta. “Pero nunca me enteré de que él conociera mis temas. Y cuando salió el disco en el que toca Sometime Ago, él ya se había muerto o estaba por morirse, así que no pude preguntarle.”