ESPECTáCULOS
› EXPERIMENTO DIRIGIDO POR SZUCHMACHER
Entre obras vecinas
Un texto de Calderón de la Barca y otro escrito por el director junto a Marcelo Bertuccio, que hace referencia a los tiempos del peronismo, articulan dramas simultáneos, en escenarios contiguos.
› Por Hilda Cabrera
Integrado por dos obras, El siglo de oro del peronismo traspone el ámbito temporal y geográfico que corresponde a cada pieza con la ayuda de un singular dispositivo escénico que hace las veces de pasadizo secreto entre dos escenarios para dos plateas distintas. Los títulos son Casa con dos puertas mala es de guardar, de Pedro Calderón de la Barca –comedia de recovecos verbales y abundancia de enamorados complicados en asuntos de honra y celos, característicos de las piezas “de capa y espada” del Siglo de Oro español–, y Comunidad organizada, de Marcelo Bertuccio y Rubén Szuchmacher, también dramaturgista y director.
En este trabajo de experimentación, los autores recrean situaciones cotidianas que ubican la acción a partir de la segunda presidencia de Perón. En principio no puede decirse que Comunidad... seduzca al espectador. ¿Cómo adherir a unos personajes que abrigan rencores y necedades de diverso tipo, dichos en una especie de “patio de camarines” al que ingresan intempestivamente y del que desaparecen casi del mismo modo? Esos apurones se deben en parte a que más allá de esos camarines numerados se encuentra otro escenario y otra platea a la que deben abastecer los que interpretan esos personajes, en apariencia devastados. Los autores no explicitan esa impresión de vacío. Le toca al público armar por sí mismo un rompecabezas y enlazar de alguna manera a esos individuos (hombres y mujeres) que convergen en ese espacio, como vecinos en un patio de conventillo. Además de actuar en Casa con dos puertas..., sobreactúan sus personajes de Comunidad... Se aclara que en El siglo de oro... un mismo elenco tiene a su cargo, y en simultáneo, la interpretación de las dos obras. Esto es posible por la estructura escenográfica diseñada por el artista plástico Jorge Macchi, que permite el pasaje de una a otra atravesando puertas. En el intento de establecer relaciones entre una y otra pieza (y aun cuando el director Rubén Szuchmacher ha expresado que se trata de obras autónomas) se puede observar en ellas un tratamiento peculiar del fingimiento. En Casa... se asemeja a un juego de escondidas con figuras embozadas y enredos que ponen irónicamente en primer plano el tema del honor, y en Comunidad... se expresa en un comportamiento grupal casi heredado del entorno sociopolítico. Las actitudes se tornan exasperadas, las frases quedan truncas y la crónica, restringida a lo personal, abona un estado de confusión. El espectáculo es en su totalidad una aventura, donde acaso lo más encomiable es la disposición de los intérpretes. Las actuaciones más lucidas (en la obra de Calderón), son las de Berta Gagliano y Pablo Caramelo, en las escenas que comparten y, en otras, breves, junto a Irina Alonso y Julieta Aure.
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