ESPECTáCULOS
› ENTREVISTA AL ESCRITOR KENZABURO OE
Las llagas de Japón
El Premio Nobel japonés acaba de publicar su última novela, Salto mortal, en la que vuelve a abordar el tema de la amenaza nuclear. Pacifista militante, dice que Japón debe retirar sus tropas de Irak.
Por Rosa Mora
Desde Barcelona
El Nobel japonés Kenzaburo Oé acaba de presentar Salto mortal, la primera novela que publica después de recibir el premio en 1994. Es una historia densa sobre una secta que intenta volar una central nuclear. Una cuestión personal; El grito silencioso; Arrancad las semillas, fusilad a los niños...; prácticamente todas las novelas de Kenzaburo Oé (Ose, Japón, 1935) aluden de una manera u otra a la amenaza nuclear, al armamentismo, al pacifismo como respuesta. En todas aparece, también de una forma u otra, su hijo, Hikari, que nació con una grave deficiencia cerebral y que aprendió a expresarse a través de la música y es hoy un notable compositor. Salto mortal no podía escapar a estos temas recurrentes, sólo que es más extensa (817 páginas) y densa que las anteriores. Oé se siente también profundamente conmovido por los recientes atentados que sufrió Madrid y sostiene que Japón debe retirar sus tropas de Irak.
–Cuando ganó el Nobel dijo que se dedicaría a leer. ¿Lo ha hecho?
–Sí. Durante tres años sólo leí y di clases en Princeton. Luego me puse a escribir Salto mortal.
–También dijo que estudiaría nuevos géneros literarios.
–Lo he hecho. Publiqué la novela en 1999 y durante estos cuatro años he escrito dos ensayos para niños. He querido explicarles lo que es el hombre y lo que es el mundo. De todas mis obras, son los que se han vendido más. Mi mujer me ayudó con las ilustraciones. Ha sabido expresar muy bien lo que yo concibo y pienso.
–Salto mortal es la novela más larga que ha escrito.
–Exacto. Hablo y entiendo muy poco español, pero he ojeado las cinco últimas páginas y me he dado cuenta de la sensación suave de las palabras. La versión inglesa es mucho más dura.
–Patrón, uno de los creadores de la secta a la que alude el libro, es un líder muy extraño. Tiene trances, y quien los interpreta es Guiador, el otro personaje.
–Pienso lo mismo. Creo que en Japón no existe ningún líder verdadero, ninguno que valga la pena. Patrón simboliza el líder cero, el líder inactivo. Estuve tres años estudiando, tal como dije al principio de la conversación. En el siglo XVII aparece un judío que se convirtió al Islam y junto a él siempre había un orador. Me llamó la atención que un líder tuviera necesidad de un orador.
–Patrón tiene incluso una llaga en el costado.
–Quería expresar así que el líder es un farsante. La imagen que tenemos los japoneses de un líder judeocristiano es que tenga una llaga sagrada. Y hay algo más. Mi hijo nació con una lesión muy grave en el cerebro. Un ser inocente que nace y que ya viene con la carga de una lesión. El hecho de tener un hijo así y la llaga del Patrón tienen una relación entre sí. No sé explicarme bien, pero quería manifestar mi dolor y también entender mejor a mi hijo.
–¿Tiene alguna relación el personaje Morio, que sólo se expresa a través de la música, con su hijo?
–Mi hijo con problemas crea música y siempre sale en mis novelas. Dentro de mi corazón esta expresión, mori, tiene mucho que ver con la muerte. Mori en japonés es bosque, y para mí lo más misterioso es el bosque.
–Es su novela menos autobiográfica.
–Es la primera vez que pongo mi primera persona en tercera. Mi hija me puso un apodo. Cuando yo no estoy en casa, por lo visto, me llaman Patrón.
–Cuando recibió el Premio Nobel, rechazó en su país la Orden del Mérito. ¿Por qué lo hizo?
–Es una distinción importante y significa mucho dinero, pero había un pequeño problema: esa orden la da en mano el emperador en el Palacio Imperial. Antes de la guerra, el emperador era un dios. Con la Constitución, eso se acabó, sólo es un símbolo, pero aun así yo no quiero tener ninguna vinculación con el emperador.
–¿Está escribiendo un nuevo libro?
–Lo estoy preparando. Yo era muy amigo de Edward Said, y antes de que muriera hablábamos sobre Beethoven y de la gran belleza de los trabajos que hizo al final de su vida. Los dos pensábamos que los novelistas debemos escribir al final de nuestras vidas sobre la esperanza. Tenemos que hablar a la sociedad de esperanza, de algo brillante, limpio, de futuro, algo que aporte valentía y fuerza. Y eso es lo que voy a hacer. La primera palabra española que aprendí fue esperanza. Es bonita y dulce.
–¿Cómo sintió los atentados en Madrid?
–Me impresionaron las imágenes de esa multitud llena de dolor, de pena, de ira, manifestándose en silencio. En la actitud de los ciudadanos españoles vi una semilla de esperanza. Han demostrado una nueva voluntad de la que me gustaría aprender. Lo que pasó en Madrid también podría pasar en Tokio.
–Su país tiene tropas en Irak.
–Hace 50 años creamos una Constitución de paz que nos ha ayudado a desarrollar nuestra democracia, una Constitución que no permite enviar tropas al extranjero. Pero eso ha cambiado. Los sectores más conservadores lograron que se enviaran tropas a Irak. Temo que se esté produciendo un cambio de signo. Japón debería reconsiderar seriamente la experiencia del fracaso de la guerra. Lo que significó. Y debe retirar sus tropas de Irak. Cuando regrese, pienso escribir a favor de la retirada.