Sáb 27.03.2004

ESPECTáCULOS

“Miramos para adentro al sentir la mirada del otro”

La cantante María Graña canta hoy a las 21 en el Teatro ND Ateneo. Presentará su nuevo disco, grabado después de varios años sin hacerlo.

› Por Karina Micheletto

“Sola, finalmente sola, hoy es un gran amor, mañana es nada”, canta María Graña en un bolero tangueado de Chico Novarro que parece el himno de la solterona. Ese es el tema que eligió para difundir el CD que acaba de editar después de varios años sin grabar, y que presentará hoy a las 21 en el teatro ND Ateneo (Paraguay 918). El nombre del disco, sin embargo, convoca otras connotaciones: Rara, como encendida, se presenta la cantante. No fue una elección inocente, acepta ella, y explica que está rara, como encendida, porque adelgazó, se dejó el pelo largo, empezó a ir a un gimnasio, a un spa. Pero que ése es un cambio que vino de adentro hacia afuera.
El tema de Chico Novarro, en cambio, hace imaginar a una mujer más bien apagada, “sola, como tantas veces, y sola hasta que el tiempo del amor regrese”. Graña dice que es así como se siente desde que murió su marido, el periodista Mochín Marafiotti, cuya foto enmarcada se destaca en el living. “Pero el tema también habla de una mujer que puede estar en pareja, pero que en definitiva se siente sola. En los últimos años las mujeres ganamos espacios, pero perdimos algo de la protección del hombre. Es impresionante cómo Chico Novarro pudo meterse en la piel de una mujer y contar con exactitud lo que le pasa”, asegura.
María Graña no tiene problemas en decir que casi no escucha a otras mujeres que canten tango en la actualidad, ni en criticarlas: “La verdad, no puedo perder tres minutos si no disfruto de lo que escucho. Y como sé que no me va a alcanzar la vida para escuchar todo lo que querría, me concentro en lo que sé que es bueno”. Sus cantantes de cabecera son Barbra Streissand, Frank Sinatra, Judy Garland. Escuchó sí, algo de María Volonté, y le gustó, pero con reservas: “Ella cambia Los mareados por Los dopados. Quizás así es en la letra original, pero me pareció un golpe bajo, con lo que canta no necesita esos recursos”. Por lo demás, pega sin reservas: “Amelita (Baltar) no canta, dice. En todo caso, es una actriz que canta bien”. “Lidia Borda se parece mucho a Ada Falcón, no sé si es que la quiere imitar o le sale solo.” “Adriana (Varela) es un Goyeneche en femenino. Es un producto under que la gente consume, vaya a saber por qué. Hay que reconocerle que tiene buen marketing, pero no me parece que lo que hace tenga que ver con el lugar de la mujer en el tango.”
–¿Cuál es ese lugar, entonces?
–Creo que, igual que en la vida, la mujer no puede perder su parte femenina, el velo de seducción. Yo siempre reivindico eso. Como dice Mirtha Legrand, “me gusta ser seductora”. En el tango, las mujeres empezaron a cantar en los cabarets; eran aquellas cupletistas que, además, vendían su imagen y su cuerpo. Es decir que, históricamente, la seducción formó parte de la cuestión. Si las mujeres nunca se transformaron en hombres para poder acceder al tango, no veo por qué hay que hacerlo ahora. “A cierta edad, las cosas son ‘de frente march’”, explica Graña cuando se le apunta que es bastante brava a la hora de juzgar a sus colegas. “No quiero sonar soberbia. Lo que pasa es que tengo experiencia para hablar. En todos estos años crecí, me equivoqué, acerté, aprendí. Estuve en los escenarios más importantes del mundo y nunca me mareé”, dice. En esa experiencia, Graña acumula varios hitos importantes. Sus padrinos fueron Libertad Lamarque y Osvaldo Pugliese. Debutó cantando con su orquesta cuando tenía diecinueve años. Más tarde formó parte de Tango Argentino. “Lo que está pasando ahora es un reflejo de aquello”, analiza Graña. “Los argentinos le dimos importancia al tango a partir de la información que llegaba de afuera. Es paradójico: miramos para adentro al sentir la mirada del otro. Nos vemos a nosotros mismos cuando sentimos en la nuca los ojos ajenos.”
–¿Cómo ve la nueva generación que está haciendo tango en la actualidad?
–Veo muchos jóvenes con intenciones de hacer cosas buenas, algunos con resultados más felices que otros. A veces se olvidan de conservar las melodías y las letras que corresponden, y hacen cosas que dejan de ser tango. Noto que se repiten los repertorios, faltan sonidos propios, estilos, que en definitiva es lo que te da un sello. Lo bueno es que al público se le abrió la cabeza, está aceptando las nuevas propuestas.
–Usted participó en Grandes valores del tango, un programa que hoy no es del todo bien visto. ¿Cómo lo recuerda?
–Para mí Grandes valores fue un programa digno, con todos los riesgos del vivo. Quizás ahora es atacado porque se mezcla con todo lo que está pasando con Silvio Soldán. Pero hay que reconocer que marcó una época. Aunque haya sido un momento en el que los jóvenes no se identificaban con el tango, fue una época al fin.

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