ESPECTáCULOS
› LA AUSTRIACA “STRUGGLE” Y “15”, DE SINGAPUR, ABREN LA COMPETENCIA
Otras maneras de mirar el mundo
Los films que se exhiben hoy son como una velada declaración de principios del Festival, que abre el certamen con la historia de una inmigrante ilegal en Austria y una curiosa mirada sobre un grupo de teenagers. Además, tres directores dan pistas sobre la sección “Huellas de lo real”.
› Por Horacio Bernades
Una película sobre una inmigrante polaca que trabaja ilegalmente en Viena y una proveniente de Singapur, que describe rituales cotidianos, sexuales, adictivos, informáticos y tribales de un grupo de teenagers. Más allá de que ambas son óperas primas, no podrían ser más distintas las películas que hoy inauguran la competencia oficial del VI Bafici. La austríaca Struggle es fría, distanciada, casi clínica en su enfoque. 15, del veinteañero Royston Tan, se mimetiza gozosamente con toda la artillería visual de la época para, más que mirar a sus personajes, mirar el mundo desde sus ojos. En sus diferencias, pero también en sus similitudes (se trata de películas de alta coherencia temática y estilística, de las cuales el mundo no sale muy bien parado) parecería como si los programadores del festival porteño hubieran querido abrir la competencia oficial con una velada declaración de principios éticos y estéticos.
Struggle narra, a lo largo de buena parte de su recorrido, la historia de Ewa, madre soltera que, tras ingresar a Austria como trabajadora golondrina, se queda en el país como inmigrante ilegal haciendo toda clase de trabajos con su hija a cuestas. La mujer no pronuncia una sola palabra en toda la película. Un poco por una cuestión de extranjería, pero también como encarnación del extremo laconismo –verbal, visual y emocional– que domina el film. Crónica social e individual sumamente elocuente en su mudez, basta ver la sucesión de empleos temporarios que Ewa aborda sin chistar para comprender su situación, adivinar la de su país de origen, penetrar su intimidad y tener una idea del gélido maquinismo que parecería dominar la vida cotidiana en Austria. Desde este ángulo no resulta extraño que la película haya sido elegida como parte de una competencia paralela, la de Derechos Humanos (ver aparte).
Por la mitad de Struggle, súbitamente desaparece de escena la protagonista y la cámara de la debutante Ruth Mader comienza a seguir los pasos de quien podría encasillarse como un ciudadano austríaco tipo, un obeso agente inmobiliario que combina sus responsabilidades de padre separado con el aventurerismo hard porno. Y que terminará conduciendo, gracias a una finta del relato, a un tercer personaje, que aparece de modo enigmático en la escena introductoria. Como Free Radicals, film del mismo origen (y como Code inconnu, del austríaco Michael Haneke), Struggle aspira a reflejar un tiempo, un lugar o una sociedad a través de personajes aparentemente desconectados, que funcionan como muestras. De hecho, la coguionista Barbara Albert es la directora de Free Radicals.
El peligro de esta clase de propuestas es que los personajes terminen asumiendo, más que un rol dramático, una condición de “representaciones sociológicas”. Algo que se ve agudizado por la mirada clínica que sobre ellos echan estas películas. No podría estar más lejos de ello el modo en que –el ¿singapurense? ¿singapureño?– Royston Tan se vincula con los protagonistas de 15. Además de que en algún momento éstos se dirigen a él por su nombre, resulta reveladora la declaración que el realizador hace, en off, antes de que las primeras imágenes ganen la pantalla. “Yo sólo quería hacer una película sobre sus vidas, pero durante el proceso me reconcilié con una parte de mí mismo que había olvidado”, dice este debutante de 27 años (tenía algunos menos cuando filmó la película) que asoma como una posible revelación futura.
No son marginales sino chicos comunes y corrientes los adolescentes de 15. De hecho, van al colegio. Aunque no mucho, porque se ratean más de lo que asisten a clase. Son adolescentes: esa sí que es una forma de marginalidad. Organizados en pandillas que cada tanto se enfrentan de forma más o menos violenta, como todo chico de su edad buscan presentarse como mucho más bravos de lo que son. Más acá de sus bravuconadas, su conducta cotidiana no es otra que la de unos chicos célibes, que pasan mucho tiempo en casa, entre visitas a sites porno y mediciones del tamaño del pene (que Tan muestra en un gigantesco plano detalle, una de las razones por las cuales la película no puede estrenarse en su país).
Cuando salen a la calle, los chicos de 15 pueden llegar a patotear a una señora en el colectivo o pasear a una muñeca de goma para llamar la atención, pero no mucho más que eso. Suerte de Beavis & Butthead en versión oriental, como forma de transmitir su visión del mundo el realizador los filma exclusivamente en su intimidad, que paradójicamente tiene lugar en ese fuera del mundo que es todo cuarto de un adolescente. Pero Tan da un paso más y se mete dentro de ellos, convirtiendo al film en un espacio libre, al que están invitadas todas las formas de la cultura adolescente. Así –y con una sorprendente capacidad imaginativa y técnica, sobre todo teniendo en cuenta que filmó la película por su cuenta– el energético Tan recurre a raps caseros, clips estilo Televisión abierta, escenas narradas como si se tratara de videogames, iconografía de artes marciales, viajes de éxtasis y letargos porreros, aceleraciones, slogans juveniles y hasta un memorable desfile de modelos en un colectivo.
Podría parecer que 15 es una chorrera de imágenes, una película maníaca, pero esto jamás resulta injustificado. Además, hay un fuerte núcleo melancólico, tristón y depresivo en estos adolescentes y en la película misma. En una de las escenas más graciosas, un protagonista recorre toda Singapur en busca de un edificio lo suficientemente alto para tirarse. Pero no es sólo cuestión de gracia y Tan no es esclavo del vértigo visual. Cuando ese chico se quiebra, durante un viaje en ómnibus, la cámara se mantiene sobre su rostro durante tres minutos en una muestra de empatía de ese instrumento cinematográfico para con los personajes a los que sirve. A los que sirve: he ahí el quid de la cuestión.
Struggle se verá hoy a las 20.45 y mañana a las 17.45 en el Hoyts 10, y el sábado a las 17 en el cine América. 15 se proyecta hoy a las 23 y mañana a las 15 en el Hoyts 10, y el sábado a las 18 en el América.
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