ESPECTáCULOS
“Quiero que cada canción sea un mundo en sí mismo”
Virginia Innocenti es actriz, pero dice que la música llegó antes. “Acá siempre hay que dar explicaciones”, se sorprende. Con un disco recién editado, se presenta este viernes en La Trastienda.
› Por Karina Micheletto
“Resulta que para los intelectuales soy demasiado comercial, y para los comerciales, demasiado intelectual”, se ríe Virginia Innocenti. “Yo preferiría que dejen de preocuparse por los títulos y vengan a escucharme cantar.” Ocurre que ella, conocida por sus trabajos como actriz desde muy chica, acaba de editar un disco al que tituló, esperanzadamente y tomando una frase de la escritora brasileña Clarice Lispector, Habrá. A la hora de poner en palabras lo que quiere, la actriz y cantante muestra sus aspiraciones: “Que cada canción sea un mundo en sí mismo, como pequeñas obritas de teatro o películas de tres minutos”. Y este viernes a las 23, en La Trastienda (Balcarce 460), mostrará estos “pequeños mundos” .
En 2001, Innocenti presentó parte de este material en vivo, lo pulió con paciencia y lo editó ahora. “Son todas canciones que me pude apropiar a fuerza de convivir con ellas. Quise ser fiel a los temas con los que crecí, y a los autores que me fundaron”, explica. Allí hay lugar para Discépolo y Cadícamo, la dupla de Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez, Bertolt Brecht y Manuelita, de María Elena Walsh. También para Corre, corre corderito, de Alberto Muñoz, “alguien a quien admiro mucho. Cuando tenía diecinueve años me mataba escuchando a Liliana Vitale cantar sus temas”, cuenta Innocenti. En el disco también caben canciones escritas por ella misma. Algunas, con cierto toque de humor e ironía, como El bien pagado, una revancha de mujer a tanto tango misógino. También, para que quede claro desde cuándo viene su interés por la poesía, Innocenti incluyó en el arte de tapa del disco su primer poema, escrito con la letra temblorosa de una nena de nueve años.
–La gente que llega a la música desde otro campo puede ser recibida con desconfianza. ¿Tuvo problemas con esto?
–No... Ya me cuesta bastante convivir con mis propios prejuicios, menos puedo hacerme cargo de los ajenos. En realidad, no hubo malas ondas manifiestas, pero sí sorpresas que yo no entiendo. Para mí cantar es lo más natural del mundo. Realmente no entiendo a la gente que me mira como a un marciano y me dice: “¡Ah! ¿también cantás?”. ¡Obvio! Forma parte de mi formación como actriz, igual que la danza. En otras culturas es lo más lógico del mundo y acá hay que estar dando explicaciones.
–Quizá porque no hay una relación demasiado buena entre la televisión y la música.
–Pero ése no es mi caso, nunca quise llegar a la música tomando a la televisión como atajo, y podría haberlo hecho. Después del éxito de Campeones me ofrecieron grabar salsa, y no me pareció bien. Con Confesiones de mujeres de treinta un productor llegó a decirme: “¿Y si hacés canciones que hablen de lo que les pasa a las mujeres que tienen treinta?”. Bueno, yo estoy en los treinta y mis canciones hablan de lo que soy, por lo tanto en algún punto hablan de la edad que tengo, pero mi búsqueda no pasa por responder a algo que se pide. Prefiero seguir el camino más lento y ser fiel a lo que soy.
–¿Cómo nace la unión de música y poesía?
–Desde chiquita estudié guitarra, canto, me gustaba leer poesía... Y escribir siempre fue un refugio. El primer dinero que cobré profesionalmente, a los dieciséis años, fue por cantar en un pub. Con esa plata me compré un vestido que siempre veía en una vidriera y que todavía guardo como un trofeo. Para mí hacer canciones y cantarlas es la síntesis artística perfecta. Allí se juntan todas mis pasiones.
Como actriz, Innocenti participó junto a Gastón Pauls en Iluminados por el fuego, la película aún no estrenada de Tristán Bauer que retoma la historia de un ex combatiente de Malvinas, sobre la base de un libro de Edgardo Esteban. Para hacer su personaje –la mujer del soldado– pasó largo tiempo charlando con esposas de ex combatientes, algunos de los cuales se habían suicidado, o recorriendo los hospitales públicos del conurbano. “Después de la filmación, Gastón empezó Ser urbano y yo Hospital público, así que seguimos conectados con el tema”, comenta.
–¿Qué diferencias encuentra entre interpretar un papel y hacer propio el tema de una canción?
–Son dos mundos distintos... Como actriz, hay ocasiones en las que se pone en juego tanta carga emotiva, se interpretan situaciones tan dolorosas, que se termina exhausta. Con las canciones eso no pasa: por más que cante el tema más triste del mundo, la música pone en otro plano. Siempre hay algo de la melodía que, en algún momento, a una la rescata.