Veinte años atrás, Teresa Parodi subía al escenario de Cosquín –por entonces, de mucha mayor proyección que el actual festival– muerta de miedo. Era la primera vez que cantaba frente a tanta gente, y se presentaba como una desconocida para el gran público. Aquel 1984 en el que ganó el premio Consagración fue un hito en la carrera de la cantautora, una suerte de nacimiento artístico. A modo de festejo y recordación de aquella fecha, la correntina presentará Veinte años de canto y compromiso, mañana y pasado a las 23 en el teatro ND Ateneo (Paraguay 918). Junto a ella actuarán tres artistas invitados, Liliana Herrero, Abel Pintos y Chango Farías Gómez, representantes bien marcados de diferentes espectros del nuevo folklore. “Ya les avisé a los tres que estoy festejando un cumpleaños. Así que se van a tener que sentar y regalarme un tema cada uno. Les dije que vienen a cantar para mí. Ellos se matan de risa, pero yo hablo en serio”, dice en diálogo con Página/12.
–¿Guarda algún recuerdo especial de aquel debut artístico?
–Me lo acuerdo todo como una película. Yo ahí, solita con mi guitarra, saliendo hacia el centro del escenario, sintiendo más miedo a cada paso. Para colmo me tocaba salir después de Opus Cuatro, que cantaban con un coro, una cosa imponente, como una catedral de sonido. Cuando estuve ahí y vi toda esa gente quería salir corriendo. Mucho tiempo después un telonero me contó que cuando vio el lugar que me habían dado pensó: “Pobrecita, a ésta la mandaron al muere”. Pero de repente la gente empezó a responder y aplaudirme, tanto que tenía que cantar dos temas y terminé haciendo nueve. Ese año también fue importante porque volvió Mercedes (Sosa); ella cerró el festival.
Como suele hacer con todas las canciones que escribe, Teresa aprovechará para testear en el vivo algunos de los temas que probablemente incluirá en un próximo CD. Pa’ festejarlo, la canción con la que abrirá estos shows, es una especie de resumen que condensa el espíritu optimista que invade por estos días a la cantautora, el mismo con el que ya había encarado Soy feliz, su último disco. “Si el desamparo desamarró / ya la esperanza está esperanzando / mira que afuera ya sale a sale el sol / mira que afuera está despejando / que la tormenta ya atormentó / y cielo arriba viene clareando”, declara Parodi en esa canción.
–¿Qué es lo que la pone tan optimista en este último tiempo?
–Me parece que está a la vista. Yo salgo a decir que soy feliz porque así me siento, y creo que eso es contagioso. Hemos pasado por momentos muy duros, de una época que parecía interminable, con un modelo neoliberal genocida que excluyó a tantísima gente de una manera muy drástica. Y yo siento que ese tiempo ya pasó, y eso me hace feliz. Seguramente las cosas no son de un día para el otro, vamos a seguir padeciendo un tiempo largo las ondas de aquella catástrofe. Pero ahora por lo menos podemos tener esperanza. Y tenemos que cuidar lo que ganamos, porque siento que hay un clima enrarecido. Kirchner salió a advertirlo, y me parece que tenemos que estar atentos.
–Muchos pensaron que esas denuncias de conspiraciones eran un poco exageradas.
–Pero no es así. Y me sorprenden esas reacciones. Si el Presidente sale a denunciar las presiones por las que está pasando, con la cantidad de frentes que hay abiertos, lo lógico es que encuentre el apoyo del pueblo, o que por lo menos haya un llamado de atención. Pero resulta que sale a decirlo y encuentra en los medios y en algunos políticos de la oposición la acusación de que es un perseguido. ¿Cómo es esto? Hay muchas cosas que huelen mal. Hoy Víctor Heredia tuvo que salir a aclarar por todos lados que a él nadie le había robado nada, porque se había corrido esa bolilla. Evidentemente, hay gente que está queriendo asustar con el tema de la inseguridad, desestabilizar, crear un clima enrarecido. Me parece que es bueno que la gente esté alerta y se sepa defender de la información capciosa.
–¿Siente que en este momento del país hay más espacio para artistas populares como usted?
–Creo que sí, pero esa es una pregunta que recién va a poder responderse cuando haya pasado un tiempo. A lo mejor soy una ingenua y estoy aventurando cosas en base a las ganas que tengo de que pasen, pero yo noto datos alentadores. Por ejemplo, en el recital del 25 de mayo me llamó la atención la cantidad de gente joven que había en la plaza, y que cantaba todos los temas.
–¿Se suponía que no los conocían?
–Claro, se suponía que a los jóvenes ya no les gustaba este tipo de expresiones, y ahí estaban, coreando todos los temas de Silvio Rodríguez. ¿No era que la nuestra era un tipo de música perimido, antiguo, que los jóvenes ahora querían cosas más livianas? Eso es lo que nos dijeron durante mucho tiempo, que no hay que revolver el pasado, que ya nadie quiere escuchar verdades dolorosas, que la gente ahora quiere divertirse. Ese discurso lo escuché durante demasiado tiempo, los diez años del menemato y lo que duró De la Rúa. Y ahora parece que no era tan así. Claro, no estábamos en los medios, porque nos habían sacado. Pero nuestras canciones seguían estando. De hecho, cuando la gente sale a la calle a decir lo que le pasa enseguida recurre a la canción popular. Eso demuestra que no se la puede borrar del mapa así nomás.