ESPECTáCULOS
“Hoy las mujeres tienen miedo de mostrarse como personas mayores”
La actriz y directora Alicia Zanca explica de qué modo plantea, en el musical Aplausos, un conflicto femenino relacionado con el tiempo.
› Por Hilda Cabrera
Atrapada por la dirección teatral y la régie, la actriz Alicia Zanca acaba de estrenar dos obras de formatos bien diferentes: Pedir demasiado, de Griselda Gambaro (teatro Cervantes, de jueves a domingo), una pieza “sentimental y sin pirotecnia”, y Aplausos, el musical de Betty Comden y Adolph Green que puede verse en el renovado Teatro El Nacional, de Av. Corrientes 960 (de miércoles a domingo). Este espectáculo de gran despliegue se inspira en La malvada (All about Eve), film de 1950 de Joseph L. Mankiewicz, con Bette Davis y Anne Baxter en los protagónicos. Para este nuevo montaje –del que participan Claudia Lapacó, Paola Krum, Juan Carlos Puppo, Roberto Catarineu y Luz Kerz, entre otros–, Zanca abrevó no sólo en la película de Mankiewicz. La conquistaron Noche de estreno, de Cassavetes (versión de La malvada), y la singular Todo sobre mi madre, una creación de Pedro Almodóvar que aborda desde otro ángulo el tema de la competencia entre mujeres. El deseo de la joven actriz Eve de apropiarse del papel de la madura Margo Channing se convierte en motor de una historia en la que el paso del tiempo es sinónimo de decadencia. En esta adaptación, Zanca –últimamente premiada como mejor actriz en el Festival Internacional de San Francisco, por su participación en la película Flores rojas rojas (aún no estrenada en la Argentina)– retrata a una Margo a la que se le exige ser joven y bella para interpretar un protagónico. La mujer no tiene ya 35 años, pero debe parecerlo. “Esa presión traba su crecimiento: le impide representar personajes de su edad y darse tiempo para resolver contradicciones vitales”, señala Zanca, en la entrevista con Página/12.
–¿Cuáles serían esas contradicciones?
–Decidir, por ejemplo, si es o no necesario dejar su lugar de “estrella” a una joven con talento pero con intenciones nada santas. Eve es una muchacha invasiva, aduladora, dispuesta a todo para desplazarla, y Margo, una señora a la que le cuesta pasar a otra instancia y aceptar su madurez.
–Un conflicto que se da también fuera del mundo artístico...
–Es que hoy las mujeres temen mostrarse como mayores. No es mi caso ni el de algunas otras que conozco. Yo me encuentro en la mejor etapa de mi vida, y no pienso hacerme retoques ni decir que “me siento de 25”. Eso sería negarle valor a la experiencia y al crecimiento intelectual y emocional.
–En Aplausos (o La malvada) esa preocupación por la apariencia está íntimamente relacionada con la ambición de poder...
–Que es una perversión universal. Eve no recorre “el camino natural”: ella fuerza su llegada al “estrellato”. Margo ha hecho antes algo semejante, y advierte, tardíamente, que en esa carrera olvidó la importancia de ser ante todo persona.
–¿Apostó a un musical diferente?
–Aplausos tiene la espectacularidad de los grandes musicales (actores, cantantes, bailarines y orquesta en vivo), pero a través de la dramaturgia y la dirección de actores me propongo valorizar aquello que no es apariencia. Mi intención fue potenciar los contrapuntos y dar solidez a la historia. Por eso esta Margo sólo puede ser interpretada por una actriz de grandes condiciones, como Claudia Lapacó. Es un personaje sólido, como en otro plano estético lo son los creados por Anton Chejov y William Shakespeare, mis clásicos preferidos.
–¿Cómo llegó a la dirección?
–Diría que de manera extraña. Estudié dirección con Roberto Durán y Augusto Fernandes, pero sólo para mi enriquecimiento personal. Había hecho pequeños trabajos con algunos grupos y me animé recién “a lo grande” con la versión de Romeo y Julieta que estrenamos en el Teatro Regio. En realidad, me metí en la dirección sin esperar grandes resultados. Esa fue una enseñanza de mis maestros. Ellos insistieron en que lo importante es el “tránsito”, el proceso de creación, y que el resultado es siempre azaroso. Con Romeo y Julieta quise impactar a mi hija adolescente, que se resistía a leer obras de Shakespeare. Me preocupaba que se desentendiera de los buenos autores.
–¿Proyecta nuevos trabajos?
–El director Daniel Suárez Marzal me ofreció actuar en una versión de La Celestina, de Fernando de Rojas, y Kive Staiff me convocó para montar una puesta de Sueño de una noche de verano. Mi visión sobre esta obra de Shakespeare es que el mundo de las hadas es equivalente al de las artes. Pretendo recrear un bosque en el que confluyan varias disciplinas: teatro, música, danza y artes plásticas. Un espectáculo en el que convivan el plano de los seres imaginarios, los reyes y sus cortes, y el de los enamorados.
–¿En Aplausos intentó cruzar diferentes niveles?
–No, aquí hay una historia central muy fuerte y un subrayado de los opuestos. Por un lado Margo, y por otro, Eve, las dos disputando el estrellato. Me haría feliz que el público disfrutara del espectáculo como podría hacerlo ante un cuento bien narrado y no fijara sólo su atención en lo deslumbrante. Espero lograrlo. De lo contrario me refugiaré rápidamente en proyectos modestos que me dejen más tiempo para mis hijos y para reflexionar sobre cómo se sigue en esta profesión.