ESPECTáCULOS
› ALEJANDRO CATALAN, ACTOR Y DIRECTOR
Cuestiones de química
Formado junto a Ricardo Bartís, Catalán dirige la obra teatral Foz y actúa en la pieza Cercano Oriente (La caja). Atribuye esa versatilidad escénica al hecho de haber sido “espectador en los años ’80”.
› Por Cecilia Hopkins
Después de hacer funciones en Caracas, en la ciudad de Córdoba y en la santafesina Rafaela, en el marco de la Fiesta Nacional del Teatro, Foz, obra que dirige Alejandro Catalán, acaba de reponerse en el Camarín de las Musas (Mario Bravo 960) y de recibir la invitación a participar en el mes de octubre del Festival Buenos Aires en Berlín. La obra, que cuenta con una dramaturgia concebida en conjunto entre el director y los actores (Adrián Fondari, Ricardo Félix y Esteban Lamothe), sitúa a sus tres personajes en plena ruta misionera, en viaje hacia la frontera con Brasil. Esta circunstancia sirve de excusa para desmenuzar el vínculo que los une, elaborando así un completo muestreo de las formas que pueden asumir la intolerancia y la sumisión. Todo transcurre en el interior de la caja de una camioneta, obra del escenógrafo Ariel Vaccaro, que tiene el valor de potenciar las alternativas de este trayecto hacia uno de los paraísos del contrabando. No obstante la intensidad temática de la obra, el director asegura que su forma de trabajo nunca parte de la voluntad de tomar un tema en especial o un texto disparador, ni de “cualquier objeto previo que luego marca el desarrollo del devenir escénico”, como puntualiza en una entrevista con Página/12.
Formado actoralmente junto a Ricardo Bartís (participó del elenco de El pecado que no se puede nombrar, obra con dramaturgia del mismo Bartís, sobre textos de Roberto Arlt), Catalán también actúa en un espectáculo junto a Luis Machín (ahora conocido masivamente por su participación en Padre Coraje, como el atribulado doctor Ponce) próximo a reestrenarse, también en el Camarín de las Musas. Se trata de Cercano Oriente (La caja), con dirección de Omar Fantini, cuya dramaturgia también surgió de los devenires de la química actoral. Atento al desarrollo del teatro local, Catalán marca la diferencia entre un teatro centrado en el actor y sus potencialidades expresivas y otro, generado en torno de la figura de un autor o director. Esta capacidad que, potencialmente, posee un intérprete para producir por sí mismo un relato escénico tiene para él su origen en el teatro que empezó a producirse en Buenos Aires hace unos 20 años atrás. Y asegura que “haber sido espectador en los ’80 me configuró la cabeza”.
Si Foz presenta un conjunto de relaciones básicas en un entorno primario, Cercano Oriente tiene puntos de contacto con la ciencia ficción, aunque los dos actores trabajan con una gran caja de cartón como todo dispositivo de escena: uno de los personajes se traslada fuera del mundo conocido cuando, arreglando un aparato, mete los dedos en un enchufe.
Aclara el actor que aquí tampoco se trabajó con la voluntad de elaborar una metáfora, “ni sobre la desaparición ni sobre el destino: el sentido de la anécdota no tiene ningún fundamento existencial”. Y tal vez haya sido precisamente esa ausencia de subrayados lo que garantiza la heterogeneidad de las interpretaciones. Fuera del país, la obra cobra, incluso, una resonancia social: cuenta Catalán que, durante una gira que el año pasado hizo este espectáculo por el sur de Francia, los espectadores pensaron que abordaba el tema de los cartoneros. “La obra es anterior a ese fenómeno –respondieron los actores–, porque hoy jamás hubiésemos encontrado en la calle una caja de esas características, como ocurrió mientras estábamos ensayando.” En esa oportunidad, Cercano Oriente se presentó con traducción simultánea: “Fue bueno para nosotros contar con espectadores diferentes: nuestro público está forjado perceptivamente de una manera muy rica, porque acá existe una enorme variedad de lenguajes y posibilidades teatrales atípicas en comparación con otras partes del mundo”, afirma Catalán. Para él, la demanda que tiene el teatro argentino en el exterior tiene que ver “con un estilo de actor que no se da en otras partes, con una condición imaginaria que le da la posibilidad de contar lo que le pasa a la gente cuando está junta”.