Lun 08.04.2002

ESPECTáCULOS  › YVAN ATTAL HABLA SOBRE SU FILM “MI MUJER ES UNA ACTRIZ”

“Una carta de amor a Charlotte”

El actor y cineasta protagoniza, junto a su mujer, la bellísima Charlotte Gainsbourg, la sutil e inteligente comedia que se estrena este jueves en la cartelera porteña. Attal se esfuerza en aclarar que la película “no es autobiográfica”, aunque reconoce, en definitiva, que termina siendo una larga declaración amorosa del director a su protagonista.

› Por Martín Pérez

Después de pensarlo un rato, Yvan Attal confiesa que el gag preferido de su ópera prima es el de la flor. Una escena que llega cuando el protagonista de su film, un periodista deportivo, decide inscribirse en unas clases de actuación para tratar de comprender a su mujer, que es una actriz. Precisamente así se llama la ópera prima de Attal: Mi mujer es una actriz, que está protagonizada por él mismo junto a su mujer en la vida real, la bellísima Charlotte Gainsbourg. Razón por la cual tanto él como ella debieron declarar una y otra vez que no es su vida real la que está en la pantalla. Pero en lo que respecta al gag de la flor, Attal confiesa que bien podría ser verdad. Y no resultaría difícil imaginar su mirada irónica cuando, en un hipotético debut ante sus compañeros de teatro, alguien le dijese que interpretase a una flor.
Una extraña mezcla entre Eduardo de la Puente y Dudley Moore. Así es Yvan Attal. Pero como el primero es desconocido para él, a la hora de hablar con él se le menciona al segundo. Y la comparación no parece ser de su agrado. “¿Qué tal Robert De Niro?”, ofrece como opción este actor francés devenido en director con una comedia certera como la que se estrena este jueves en la cartelera porteña. Hoy a las 22.15 habrá en el Hoyts Abasto una avant-première para lectores de Página/12. Con Attal presente este verano en Punta del Este para acompañar tanto a su mujer como a su film, Mi mujer es una actriz resultó ser una de las sorpresas del festival estival dedicado al cine europeo. Imaginada a priori apenas como excusa para que la hija del gran Serge Gainsbourg estuviese presente en el balneario uruguayo, la ópera prima de este actor nacido en Israel hace 37 años demostró ser digna heredera de la mejor comedia norteamericana antes que de la comedia francesa, recordando tanto a Woody Allen como a Billy Wilder. “Para mí es puro Wilder. O, al menos, esa fue mi intención”, confesó Attal en la entrevista con Página/12.
“Una de mis escenas preferidas de los films de Wilder está en Piso de Soltero, y es la que muestra a Jack Lemmon emborrachándose en un bar, armando una estrella con todos los palitos de sus martinis. Es un brillante ejemplo de que un actor no necesita hacer de borracho. Alcanza con mostrar que bebió mucho”, dice Attal, que en su film hace las veces de periodista deportivo en pareja con una megaestrella del nivel de la verdadera Charlotte Gainsbourg. “Me divirtió mucho jugar con eso, por eso en el film ella se llama Charlotte. Y cada vez que alguien dice su apellido no se puede escuchar bien cuál es. Es un juego que le agrega verosimilitud al film, y el hecho de que tanto ella como yo estemos allí personificando esa anécdota que no tiene nada que ver con nuestra vida real subraya ambas cosas. Que no es un film autobiográfico, pero que con nosotros allí es más fácil creérselo y disfrutarlo como espectador.”
Como actor, Attal apareció en la escena francesa a mediados de los años ochenta en el teatro, y se hizo famoso con la obra Biloxi Blues, de Neil Simon. Su debut en el largometraje llegó en 1988, con el telefilm Parlezmoi dámour, de Elie Chouraqui. Pero fue el director Eric Rochant el responsable de su carrera en el cine durante los noventa, e incluso de ponerlo a actuar junto a su futura esposa en Aux jeux du monde (1990). Con ella también actuó en Amoureuse (1991), de Jacques Doillon; y en Love, etc, de Marion Vernoux (1996). Desde Claude Lelocuh hasta el inglés Michael Winterbottom dirigieron a Attal, cuyo último trabajo como actor fue el film Bon Voyage, de Jean Paul Rappeneau, y con Isabelle Adjani. La idea inicial de su ópera prima como director data de hace cinco años, y fue escrita como un corto. “Pero Claude Berri me convenció de que hiciese un largometraje con ella”, explica Attal.
El problema, según explica, era que la anécdota central quedaba corta. Y por eso Attal decidió sumarle otra línea argumental, que reservaba para unsegundo film, y que presenta las terribles aunque graciosas discusiones alrededor de la circuncisión o no del sobrino del protagonista. “Al incorporar esa idea, me di cuenta de que integré una familia completa en la ficción, lo que me permitió incluso decir algo más en relación al tema central. Como, por ejemplo, hablar de cómo se fascina con el mundo del cine la gente común, que no trabaja en él. Las dos historias combinaron perfectamente. Y además leí una entrevista a Woody Allen en la que explicaba que tenía generalmente ideas dispersas para distintas películas, que a menudo sólo necesitaba reunir para hacer una. Eso me terminó de decidir.”
Si bien, tal como se dijo antes, tanto Attal como Charlotte niegan una y otra vez que el film sea una historia autobiográfica, seguramente hay más de un elemento de la vida real incorporado a la historia. Y el fundamental es que, tal como lo señalaron todas las críticas y ninguno de ellos ha salido a desmentir, el film parece una larga declaración de amor del director a su protagonista.
“Lo que decididamente quise hacer en el film fue mostrar a Charlotte como raramente había aparecido en el cine”, explica Attal. “Pero ella está interpretando a una actriz contenta de sí misma, y actúa en la dirección que le indica una comedia. Su trabajo tuvo que ver con dejar de lado toda inhibición, encontrar un cierto ritmo interno próximo al de la comedia musical y una cierta ligereza de espíritu, necesaria para eliminar cualquier sospecha de que estábamos rodando simplemente una película sobre nosotros. Creo que hay más o menos dos formas básicas de actuar: creando una máscara o dejándola caer. Lo que tiene de especial Charlotte es su capacidad para dejar caer la máscara e inmediatamente ponérsela en el momento justo. Y, sí, el film es también de alguna manera una carta de amor hacia ella. Una carta, eso sí, que costó algunos millones de francos.”

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