ESPECTáCULOS
Polémicas, declaraciones de amor y ropa de canje
Derrotados, duelos privados, muchos “te amo” y paseítos por la alfombra roja para pasar el chivo. ¿Qué queda cuando las estatuillas se agotan?
› Por Julián Gorodischer
Después de los gritos y la ostentación, queda la novedad 2004: la declaración de amor en público. En la gala de los Martín Fierro, hubo eternos listados de “gracias”, rutinarios conteos de amigos y familiares. “Sos lo mejor que me pasó”, de Fabián Vena (Mejor Actor de Novela) a Inés Estévez. El próximo es Claudio Quinteros: “A mi amorcito que está bajo la nieve”, dirigido a Analía Couceyro. La cámara-espía, fetiche de la transmisión de América, se infiltró en las mesas y hasta en el baño e incentivó la confesión: el “Te amo” de Pablo Echarri a la Dupláa, pero también el bajón de Susana Giménez y las chicas de Soy gitano que se quedaron sin nada. Más galanes (Rodrigo de la Serna, Echarri, Pettinato) se entregan a sus chicas con la pasión del cautivo.
La fiesta se cierra sobre sí misma. Esta noche la farándula es una masa desvelada por el escote hasta el ombligo de Araceli González, gente empecinada en pescar las miraditas que se cruzan Moria y Florencia o en comentar las ausencias notorias de Marcelo Tinelli y Adrián Suar. “A Aptra se le aguó la nueva etapa”, dice un chimentero rencoroso de la Vieja Guardia. En el escenario empieza lo mejor: el pequeño duelo que se hace público. “Ellos creen que es mejor entrevistar a la vedette que se cayó del balcón”, se queja Jorge Lanata (Mejor Conducción Periodística), y Luis Majul le devuelve la gentileza: “Se escuchan demasiadas boludeces por ahí, y por acá también”.
Lo que sigue es la búsqueda desesperada de otra polémica. El hit de esta velada consiste en celebrar un éxito de otro año bajo influencia del boom del 2004. Pasó –dicen algunos– con el premio a Florencia Peña, más notoria por La niñera que por el rol en Disputas que le birló a Dolores Fonzi. Pasó también con la Mejor Actuación de Gabriel Goity, que recibe por Femenino/Masculino sin alejar el fantasma de su brillante performance como Uriarte en Los Roldán. Para más enojos, habrá que merodear en las cercanías de la mesa de Kaos, o cerca de Susana, que sube a agradecer un premio ajeno (el de Gasalla), pero mira de reojo los que se le escapan a manos de Julián Weich y Mirtha Legrand. La diva de los almuerzos da muestras de un exitismo creciente: “Ya no voy a decir que es mi último año. ¡Hay programa para rato...!”. La TV se aleja de anteriores proclamas (“Que vuelva la ficción” o “Que se vayan todos”) para cultivar eso que tanto conviene al espectáculo: autonomía. Para que llegue un asomo de discurso comprometido habría que llamar a los popes de la radio. “A nuestros colegas de San Luis –apunta Magdalena–, donde una ley infame pretende amordazar a la prensa independiente.” A su turno, Eduardo Aliverti reformula la moción: “A los periodistas libres que se arreglan con dignidad en la dictadura del mercado”. Daniel Fanego (Mejor Actor de Reparto en Novela) aprovecha para usar una tribuna de otro modo: “Vengan a ver Teatro x la Identidad, porque todos tenemos derecho a saber quiénes somos”. Y de vuelta a los infinitos caldos de cultivo de polémicas, como la que llega: ¿demasiado para América? Sus once premios obtenidos frente a los cinco obtenidos por el 13 actualizan el comentario por lo bajo: se favorece al anfitrión.
La ovación de pie es el instante en el que Puerto Madero hubiera querido parecerse a Hollywood, pero no llegó. Ni el homenaje a Pinky, ni el racconto de muertos con fondo de cipreses, ni el recuerdo de Cosa juzgada, ni China Zorrilla hablando de su premio como despedida, ni la llegada de un Adolfo Castelo recuperado lo consiguieron: nada logró el milagro de hacerlo de parado.
La guerra final encuentra a Soy gitano aplastado tras el paso del huracán de Echarri y compañía. Y se larga la feria de vanidades: desfile de pieles y escotes hacia la salida, la fila ante el movilero para pasar el chivo del canje, y el eco de una frase del presidente de Aptra que consagra a lafiesta como el pastiche mejor pensado. “Bienvenidos –dijo el tipo cuando todo empezó– a una jornada histórica.”
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