Sáb 03.07.2004

ESPECTáCULOS

El eslabón perdido entre el compadrito y el negro

Así define Ariel Prat parte de su labor en España, donde vive desde hace cuatro años y encuentra oídos atentos a su combinación de murga, candombe y algo de rock, sintetizada en el CD Yuyo verde.

› Por Cristian Vitale

La vida de Ariel Prat pudo haberse disparado en cualquier dirección. De chico jugó con el mismísimo Diego Maradona en los Cebollitas de Argentinos Juniors; también fue barrabrava de River Plate –se autoproclama hacedor de varios cánticos de los Borrachos del Tablón– y llegó a ganarse la vida vendiendo choripanes en la esquina de Lafuente y Cruz, del Bajo Flores. Pero de a poco, y buscando un lugar por entonces inexplorado entre la murga y el rock, se transformó en fiel representante de esa fusión y hoy la muestra orgulloso en Europa –como cantante y bailarín– luego de tres discos editados y casi 20 años abrazando la causa orillera. “El primer tema que compuse, La canción de junio, estaba relacionado con el desalojo que nos hicieron en el Mundial 78. Era una canción de bronca que hablaba de que mi viejo se boleteaba al cobrador, que tenía un gran crucifijo en el comedor de su casa cuando le íbamos a pagar el alquiler”, evoca, ensayando una breve reseña de su origen artístico y barriobajero.
Prat vive en Zaragoza hace cuatro años y regresó temporalmente con varias actividades a cuestas. Por un lado, presentarse como invitado de Bersuit Vergarabat durante la serie de ocho Luna Park de la banda, y por otro mostrar en vivo –el sábado 17 en Niceto– el material que conformará su cuarto disco, al que seguramente titulará Yuyo verde. “Comenzó a grabarse en París y se va a llamar así porque el yuyo verde representa el musgo que crece de lo viejo y reverdece. Todo el disco está como reverdeciendo con temas como Nunca murió el carnaval, porque en realidad nunca murió, salvo para el medio pelo argentino, Los transplantados de Madrid o Las pibas de Urquiza.” Prat despliega un arsenal de palabras que tratan de desentrañar su alma murguera y rioplatense. “Este disco forma parte de mi ADN musical. Yo canté siempre con un tono milonguero, aunque cantara parecido a Tanguito. Quiero decir que si bien la cultura rock siempre hizo mella en mí, nunca borró mi parte más importante: las influencias de Castillo, Angel Vargas o Agustín Magaldi.”
–¿Se está alejando de su veta más rockera?
–El disco aparece despojado de toda parafernalia rockera porque es cierto que siempre existió la impronta rocker en mis obras, aunque cantase historias orilleras y temas murgueros. Pero ahora estoy tratando de enfocar mi música aún más hacia la murga y el candombe. Esto no significa renegar del rock. Escuchar tipos como Spinetta también forma parte de una influencia lírica y poética que sigue operando en mi arte y que no sólo tiene que ver con los libros que leí.
El show que el ex cebollita ya presentó en el Teatro San Martín y mostrará en Niceto se llama Tangos negros, milongas blancas, y contará con la presencia de músicos afines a su idea artística y conceptual: Pepe Céspedes y Juan Subirá –guitarrista y tecladista de Bersuit– y el director musical de La Chilinga Daniel Buira, un trío que también forma parte del equipo de producción de Yuyo verde.
–¿Cómo es visto un murguero en Zaragoza?
–Aprecian mi manera de ser juglar, que recurre al bombo de murga y a la glosa evocativa murguera. El acento porteño hace que exista un acercamiento mucho más que pintoresco con los españoles, por su profundidad. En París también pega, porque les estoy enseñando a bailar murga a los bailarines de tango. Encontramos el eslabón perdido entre el compadrito y el negro.
–¿Cómo se inserta su estilo en el universo de Bersuit?
–Creo que es una banda con varias voluntades y talentos. Me enganché sobre todo con Juan (Subirá), porque estamos en la misma sintonía. El está buscando su lugar a nivel compositivo –y lo está encontrando– y dio conmigo, que estoy en la misma situación. No es una casualidad... es una coincidencia no casual.
–¿Sigue vigente su pasión por el fútbol, a pesar de que se haya vuelto tan... marketinero?
–Yo siempre estuve ligado al fútbol, aun cuando dentro del ambiente del rock era una vergüenza decir que te gustaba. Es cierto que ahora se farandulizó y me jode. Yo voy a la cancha a otra cosa, pero ahora el fútbol es parte de un marketing que lleva a la sociedad a comerse todo lo que le venden. Por eso Macri llegó a ser presidente de Boca... espero que River nunca tenga un Macri como presidente.

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