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Pasen y vean, teatro para todos
En 80 salas independientes de la Capital Federal se presentarán hasta el domingo, 150 obras a precios populares o a la gorra, por una iniciativa de Proteatro, entidad que preside el experimentado actor Onofre Lovero.
› Por Hilda Cabrera
“Extraño muchísimo no pintarme la cara, no seguir actuando. Pero sé que tengo que continuar acá, al frente de Proteatro, porque me lo han pedido muchos compañeros. Me quedo aunque haya problemas. Estoy acá de 13 a 19”, cronometra el actor y director Onofre Lovero, quien ha asumido en varias ocasiones cargos institucionales como, entre otros, la presidencia de la Asociación Argentina de Actores (entre 1984 y 1988) y la secretaría de prensa en las elecciones de 1997, cuando Pepe Novoa fue nombrado presidente y Rubén Stella asumió como secretario general. Considerado “patriarca del teatro”, como bromea de sí mismo, Lovero es hoy uno de los impulsores de “Todos al teatro”, la movida escénica que se realizará a partir de hoy y hasta el domingo.
Durante este evento, organizado por Proteatro (entidad que depende de la Secretaría de Cultura de la Ciudad y fuera creada en junio de 2000 para la protección y fomento de la actividad teatral no oficial), se presentarán 150 espectáculos en 80 salas independientes. El precio máximo de la entrada será de 3 pesos, ya que habrá también funciones a la gorra y otras en las que hará las veces de entrada un alimento no perecedero. Proteatro ha impreso además una gaceta (o diario) de ocho páginas con el detalle de la programación. Acompañan a Lovero (director ejecutivo), Julio Baccaro, Víctor Bruno, Horacio Ferrari, Julio López, Perla Zayas de Lima, Kado Kostzer y Gabriela Lerner, encargados, entre otras tareas, de evaluar proyectos y otorgar subsidios.
Importante figura del teatro argentino, Lovero fue uno de los pilares del mítico Teatro de los Independientes, que fundó en 1952 en lo que hoy es la Sala Payró, destacándose por su temperamento batallador, tanto en el área gremial como en lo artístico. Concretó una de sus primeras experiencias en El Tinglado, estrenando allí varias piezas, entre otras La disputa del fruto, de José Armagno Cosentino, La multitud, de Aurelio Ferretti (en 1945), y El ancla de arena, de Manuel Antín. Creó teatros siendo muy joven, algunos en colaboración con colegas, como Teatro Libre Florencio Sánchez, junto a Rubén Pesce, y participó activamente en asociaciones teatrales y talleres. Se dedicó a la régie de óperas (El matrero, de Felipe Boero, La novia del hereje, de Pascual De Rogatis, y L’elixir d’amore, de Donizetti, las tres en el Teatro Colón), integró elencos de películas nacionales y especiales destinados a radio y televisión. Tradujo y adaptó obras de autores italianos y se especializó en piezas de Bertolt Brecht. Premiado por trabajos específicos y por trayectoria, dice hoy sentirse bien al frente de Proteatro, donde este año la cantidad de proyectos presentados superó a los anteriores. Lovero contabiliza algo más de 300, que debieron evaluarse teniendo en cuenta los antecedentes de la compañía o grupo.
La nostalgia de Lovero por su trabajo de actor sigue vigente, aun cuando tuvo oportunidad de ejercitarse en la tarea que, según afirma, lo apasiona más, cuando dos temporadas atrás tuvo a su cargo el protagónico de Mateo, obra de Armando Discépolo que se presentó bajo el formato de teatro leído, y a la manera de las piezas radiofónicas de los años 40 y 50, en La Máscara, de Piedras al 700. Subraya su amor por el teatro de Armando Discépolo, que lo atrapó desde niño. De su infancia rescata también el recuerdo de un tío que había sido cantante de ópera y fomentó su gusto por la música: “El ya se había retirado de la profesión. Era mi padrino y mi compinche. Me relataba argumentos de ópera, a los que iba intercalando de tanto en tanto algún aria para hacerlos vívidos”.
Lo enorgullece esa experiencia, tanto como hoy que su segunda hija, María, de sólo 11 años, haya estudiado danza desde pequeña y ahora curse en la escuela del Teatro Colón: “Ella se entusiasma con el teatro. Conocefragmentos de obras de memoria, y con su cariño me infunde confianza en mí mismo. A veces no sé si merezco tanto.”