ESPECTáCULOS
› “GARFIELD”, SOBRE LA HISTORIETA DE JIM DAVIS
Para esto, mejor el dibujito
› Por Martín Pérez
Come lasaña, odia a los perros y se cree el centro del mundo. Así es Garfield, el gato grande, gordo y pachorro creado por Jim Davis para las tiras diarias estadounidenses. Y que quince años atrás supo ganarse un Emmy gracias a una serie animada televisiva. Pero para llegar a la pantalla grande, la apuesta fue diferente: animar en tres dimensiones al gato, pero presentar sus aventuras en el mundo real. Un desafío que los animadores de la película de Peter Hewitt, justo es decirlo, logran con creces. Su Garfield animado es fiel a lo que uno se imaginaría de él. Mueve con gracia su gordura, es lo suficientemente egocéntrico como para ser simpático sin llegar a odiarlo y sus comentarios cínicos son siempre oportunos. Pero su presencia, por más animada que sea, termina siendo mucho más real que los actores convocados para acompañarlo, el mundo que lo rodea e incluso la película que lo contiene, que se extiende durante los 78 minutos más largos que haya dado el cine supuestamente infantil de los últimos tiempos.
En las tiras de Garfield no suele haber trama argumental. Lo que generalmente sucede es que se presenta una situación, Garfield actúa (o no) en consecuencia, y el remate llega con una reflexión que el gato expresa en un globo sobre su cabeza. Lo suelen acompañar su dueño, que no deja de sorprenderse por la parsimonia de su gato, o un perro estúpido y babeante llamado Odie. Ambos dicen presente en este Garfield llevado al cine, pero no sólo para permitirle hacer su show al gato, sino también para construir un torpe hilo argumental, que involucra una malvada estrella televisiva, una hermosa veterinaria, un dueño sensible y torpe y un perro tonto pero querible.
Con Bill Murray convocado para hacer la voz de Garfield en el original, tal vez en los Estados Unidos los adultos que hayan decidido llevar a sus párvulos a ver al gato animado hayan obtenido alguna pequeña satisfacción ante semejante decisión. Pero como los propios distribuidores han reconocido que ningún adulto en sus cabales iría a ver Garfield sólo para escuchar a Murray (y mientras tanto leerle a su hijo el subtitulado), en la versión en castellano la única estrella no animada de la película brilla por su ausencia. Lo que queda es una trama muy básica, en la que una feliz parejita recién constituida pero feliz corre muy preocupada detrás de un perro robado. Y, lo más ridículo de todo, Garfield necesitará salirse de personaje hasta sentirse culpable e incluso hacer de héroe como para satisfacer las necesidades del guión.
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