ESPECTáCULOS
› EL CASTING DE “MARIONETAS DEL PENE”, UNA OBRA ATIPICA
Todos quieren ser miembros
La pieza teatral, protagonizada por actores que manipulan sus genitales, promete polémicas. En el casting se vio de todo, desde actores en ejercicio hasta desocupados en búsqueda de sustento.
› Por Emanuel Respighi
Marcelo, el primero de una fila no tan larga, está cansado. Su cara revela la falta de sueño. “Lo que pasa es que llegué temprano pensando que se iba a presentar mucha gente, pero por lo que veo los argentinos somos muy reprimidos”, apunta quien espera estoico en la puerta de Niceto Club desde las 5 de la mañana, cuando la sensación térmica alcanzaba varios grados bajo cero. Y algo de razón tiene en lo que dice: no son más de 50 hombres los que se animaron a presentarse al casting para participar de Marionetas del pene, una extraña obra de teatro surgida en Australia, en la que dos actores completamente desnudos realizan sobre el escenario toda clase de “figuras” con sus genitales, cual títeres de felpa. Marcelo no es desocupado ni tiene experiencia previa como actor, pero entre el magro sueldo que le paga el Gobierno de la Ciudad y su novia lo convencieron de que se presente a un casting por demás fálico. “Mi chica me mandó un mail con el casting y vine. ¿Quién mejor que ella para decirme que tengo posibilidades de hacer una obra en la que hay que salir desnudo?”, se pregunta, agrandado. “¡¡¡Ahhhh!!!! Pará, burro...”, le grita uno del fondo, un poco más despierto. “Igual –se ataja inmediatamente–, lo bueno viene en frasco chico, ¿no?”
A medida que la hora pautada para comenzar el casting se acerca, los candidatos van acurrucándose alrededor de las vallas silenciosamente, como quien no quiere la cosa. Por lo general, los atrevidos llegan solos, con una timidez que se palpa a simple vista. Pero el contacto con la masa, con sus pares, los transforma de a poco, todos se van soltando y se impone lo fálico como tema predominante del que nadie puede ni quiere salir. “Y viste: ahora todos se hacen los pijas”, grita alguien, provocando las carcajadas de un heterogéneo grupo, que va de actores profesionales a estudiantes, pasando por desocupados y otros, como Ricardo, de 24, que se acercaron buscando “experiencias copadas, para contarles a los pibes del barrio”. Aunque predominan los veinteañeros, también hay alguno que acusa treinta y tantos. “La experiencia es un buen aliado para todo lo que tenga que ver con el manejo del sexo”, se justifica Juan, de elegante sport.
Entre la masa excitada sobresale Luciano, un histriónico cordobés de 22 años que hace tres meses que vive en Buenos Aires. “Vine porque me gusta actuar y quiero ser famoso”, confiesa, para luego relatar que está realizando en el San Martín un curso de perfeccionamiento actoral. Aunque sólo hizo papeles en obras pequeñas, Luciano no tiene problemas en salir desnudo al escenario y jugar con su miembro. “Más callos de los que tengo en las manos no creo que me vayan a salir”, bromea, mientras tolera las cargadas de sus ocasionales amigos de fila. “Pero es la verdad: decir que nunca te tocaste es como afirmar que nunca te pusiste un par de medias rotas.” La charla, entonces, pasa a un tema delicado: las dimensiones del miembro masculino. Entre chanzas, cargadas y afirmaciones incomprobables, Matías tranquiliza a los presentes, en una suerte de justificación para lo que vendrá luego, dentro del teatro. “Quédense tranquilos, muchachos, que con el frío que hace, ninguno va a ganar: hoy estamos todos igual.”
En la cola hay para todos los gustos. Está Alejandro, por ejemplo, un actor con experiencia que prefiere mantenerse en el anonimato porque forma parte del elenco de una reconocida obra infantil en plena calle Corrientes (“si se enteran me matan”). Un poco más atrás está Eduardo, que luego de trabajar en unas pequeñas obras de teatro sin mucha suerte no dudó en presentarse en una obra escatológica como Marionetas.... “Es una propuesta de laburo, simplemente”, dice. Junto a él, Matías es la contracara: no le avisó a nadie que se presentaba al casting. “Si ya mi familia me critica porque hago teatro, imaginate que les diga que vengo a hacer una obra titulada Marionetas del pene y en la que me desnudo completamente”, detalla, resignado. Y entre tanto actor en busca de un productor teatral que lo saque de la malaria se asoma Jota, típico exponente de un país devastado. “Vine porque estoy desocupado”, subraya. Y analiza, no sincierta lógica. “Prefiero laburar mostrándome en pelotas antes que romperme el culo laburando y que me paguen dos mangos. Qué le voy a hacer... es lo que hay.”
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