ESPECTáCULOS
› CICLO GRATUITO DE CINE ALEMAN EN EL GOETHE
Alemania tiene un nuevo mapa
Cinco películas, de la producción germana más reciente, constituyen estos “Relatos mínimos”, en su mayoría inéditos aquí.
› Por Luciano Monteagudo
Salvo honrosas excepciones, parecería que, en vacaciones de invierno, el espectador adulto casi no tiene opciones si se trata de ir a ver buen cine. U otro cine, que no sea el de Hollywood. Error. Por afuera de la cartelera de las multisalas de siempre, el circuito alternativo porteño ofrece una diversidad de ofertas de una riqueza a veces insospechada, entre las cuales se destaca, a partir de hoy, el ciclo de cine alemán denominado “Relatos mínimos”, que organiza el Goethe-Institut (Av. Corrientes 319), con entrada libre y gratuita, para mayor felicidad de todos.
Son cinco películas, cuatro de ellas inéditas en la Argentina y de la producción alemana más reciente, que está viviendo un momento de apogeo en el mercado internacional y en el circuito de festivales. Aquí en Buenos Aires, a varias semanas de su estreno, todavía se mantiene en algunos cines comerciales la irónica comedia política Goodbye Lenin!, que viene cosechando éxitos de público y crítica por todo el mundo. Y falta relativamente poco para que llegue Head-On, la película del alemán de origen turco Fatih Akin, que en febrero pasado ganó el Oso de Oro en la Berlinale. Pero mientras tanto, una excursión diaria por el Goethe –siempre a las 19.30, sin la necesidad de llevar plata en el bolsillo– puede ayudar a trazar el nuevo mapa de una cinematografía que sigue añorando los años de oro de Herzog, Wenders y Fassbinder, pero que no deja de producir un cine seductor, valioso, que trata de ganarse sus espectadores de a uno, hablándoles de igual a igual.
Es el caso, por ejemplo de Con el corazón en la cabeza (Herz im Kopf, 2002), la película del director Michael Gutmann que abre hoy la muestra. Se trata de una película pequeña, intimista, sencilla, que gira alrededor de Jacob, un adolescente de 18 años quien, después de la muerte de su madre, se reencuentra con su hermana y se enamora de una chica polaca. Por una razón o por otra, los tres están un poco al margen de la sociedad y la película de Gutmann, sobre guión de Hans Christian Schmid (que como director se está haciendo también un nombre en el cine alemán, con films como Crazy y Lichter), sabe retratarlos con sensibilidad, pero sin sentimentalismo.
Es también el caso también con Ghettokids (2002), de Christian Wagner, que se verá mañana, una película de corte social, que habla del vacío de aquellos que parecen no pertenecer a ningún lugar. El miércoles está programado uno de los mejores títulos de la muestra, Viaje de egresados (Klassenfahrt, 2002), un primer film de Henner Winckler, que tiene también a un grupo de adolescentes por protagonistas y con una estética muy cercana a cierto nuevo cine argentino, en su despojamiento formal y en su declarado minimalismo. La película fue una de las revelaciones del Forum del Cine Joven de la Berlinale de hace un par de años y también pasó por el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente.
Hacia el final de la semana, el ciclo se abre un poco hacia otros horizontes. El jueves se proyectará En un lugar de Africa (Nirgenwo in Afrika, 1999), de Caroline Link, que llegó a estrenarse en la Argentina, después de haber ganado el Oscar de la Academia de Hollywood al mejor film extranjero, con su relato épico de encuentros y desencuentros de una familia alemana que, huyendo del nazismo, emigra al corazón de Kenia. Y el viernes va Bella Martha (2002), una comedia romántica plena de aromas y sabores, que debió haber llegado a la cartelera comercial porteña, si no fuera porque está cada día más cerrada a todo aquello que no sea un producto masivo. Estrenada con gran repercusión en el Festival de Toronto, la opera prima de Sandra Nettlebeck hace de su protagonista una antiheroína de tiempo completo, una joven y talentosa chef de Munich que, de pronto, ve como su vida rigurosa y sofisticada comienza a derrumbarse, cuando tiene que hacerse cargo de su sobrina de 8 años. Pero a no preocuparse. Que si se trata de problemas de amor y de cocina, el chef que compone el italiano Sergio Castellitto está allí para resolverlos todos, con sus recetas mediterráneas.