ESPECTáCULOS
› MEDALLA DE HONOR PARA ERNESTO SABATO EN ESPAÑA
“La gente sale a decir basta”a
El escritor fue cálidamente elogiado por el Nobel José Saramago, y se refirió a la crisis argentina como la “etapa final de una cultura”.
Ernesto Sabato, con la sobriedad que lo caracteriza, pero invadido por una emoción que no alcanzó a disimular, recibió un nuevo reconocimiento a su trayectoria. La Medalla de Honor de la universidad española Carlos III le fue concedida en un acto cargado de solemnidad, en el que el premio Nobel de Literatura José Saramago, un confeso admirador de su obra, hizo el correspondiente discurso de elogio. El autor de Ensayo sobre la ceguera aseguró que Sabato, “además de escritor, es una persona muy grande”. Sabato había sido galardonado el martes con la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid, distinción que en su momento también recibieron, entre otros, el escritor alemán Günther Grass y el novelista mexicano Carlos Fuentes. Ayer, después del homenaje universitario, Sabato volvió al Círculo de Bellas Artes para leer ante una nutrida concurrencia un ensayo titulado “Un horizonte ante el abismo”, en el que se refirió a la crisis argentina, “esta tragedia que vivimos”, según sus propias palabras.
Al entrar en el rectorado del centro, profesores, alumnos y público en general aplaudieron por varios minutos al autor, que en 1984 obtuvo el Premio Cervantes. Tras escuchar las palabras de Saramago y recibir de manos del rector, Gregorio Peces Barba, la Medalla de Honor, Sabato subió a una tribuna con paso torpe y muy emocionado, y con la ayuda de su asistente, Elvira, leyó unas palabras en las que, además de agradecer la distinción a la universidad y a Saramago, apoyó al pueblo palestino (ver recuadro). Sabato abordó en la ceremonia un tema que también viajó por sus ficciones: “Creo en la necesidad del compromiso del hombre que desde su condición de escritor está siempre al lado de los que sufren. Nosotros debemos consagrarnos a expresar el abismo que vivimos y la grandeza y el coraje de los hombres que sostienen la vida heroicamente”, señaló.
Saramago, que se fundió en intensos abrazos con Sabato, destacó: “Nosotros nos tratamos de hermanos, no de sangre, pero sí de esa especie de una identidad común, de fraternidad por la ilusión, por la relación con el mundo, con el universo”. El autor portugués contó que conoció la obra de Sabato “en los años 50, muy poco tiempo después de que hubiese publicado El túnel, y desde ese momento me metí en su universo intelectual y humano, en su mundo psicológico y literario. Ernesto ha vivido bajo una tormenta de emociones y yo pediría que alguien escribiera sus memorias, autorizadas o no, porque nos iríamos a enterar de una gran vida”, precisó. Cuando llegó al Círculo de Bellas Artes se encontraba, en primera fila, el juez español Baltasar Garzón, cuya candidatura al Premio Nobel de la Paz 2002 será presentada hoy en Madrid. “Argentina ha caído de ser una séptima potencia mundial a ser una nación arrasada por los corruptos, de adentro y de afuera, hundida en la miseria, sin poder cubrir necesidades básicas de salud y educación”, afirmó Sabato compungido. “No hay gasas ni medicinas elementales en los hospitales, ni tizas en los colegios que cuando yo era chico eran un modelo de educación”, denunció. El escritor también se refirió a las manifestaciones espontáneas que se producen en el país desde que se precipitó la crisis argentina con la renuncia de Fernando de la Rúa: “En los últimos meses decenas de hombres, mujeres, ancianos y jóvenes han salido a la calle a decir basta a pesar de tanta frustración. No hay que desestimar el valor de estas gestas cotidianas. “El ‘sálvese quien pueda’ no sólo es inmoral, sino que tampoco alcanza. Es ésta una hora decisiva, de responsabilidad histórica. Hemos recorrido hasta el abismo las sendas del individualismo”, agregó. Sabato advirtió también que “estamos en la etapa final de una cultura y de un estilo de vida”. En lo personal, confiesa que “durante mucho tiempo pensé que éste era un tiempo final. Pero la vida consiste en ir uniendo brechas, y vuelve a sorprenderme la capacidad de la vida para encontrar resquicios donde seguir abrevando, un lugar donde volver a nacer”.