Jue 11.04.2002

ESPECTáCULOS

Una carta de amor disfrazada de comedia satírica sobre el cine

En su opera prima como director, el comediante francés Yvan Attal pone todo su film al servicio de su mujer, Charlotte Gainsbourg, mientras se divierte a la manera de Billy Wilder.

› Por Martín Pérez

”No quiero ser pesado, pero la verdad es que me intriga”, se ataja el hombre, que pregunta cómo se puede vivir con una actriz. El tipo en cuestión ha aparecido de pronto en el café donde Yvan charla con su hermana –es un viejo amigo de ella–, y lo que en realidad le está preguntando es cómo se puede vivir con una mujer que se acuesta con otros. “No, ésas son las putas”, se enoja Yvan. Que le aclara al cretino en cuestión que el cine es ficción, y así como los actores no mueren cuando les disparan, las actrices no hacen el amor con los actores cuando aparecen juntos en la cama. Pero semejante interrogante queda instalado en su cabeza de periodista deportivo. Porque Yvan es la clase de hombre queno tiene tiempo para otras cosas más que el fútbol y las mujeres. Y su mujer, como dice el título del film, es una actriz. Algo que, en una comedia en la que la pregunta del cretino se hace carne en la mente del protagonista, significa problemas. Y también comedia, claro está.
Mi mujer es una actriz es la opera prima como director de Yvan Attal, un comediante francés muy popular durante la última década y que puede definirse como una cruza entre Eduardo de la Puente y Dudley Moore. O Robert De Niro, como sugiere el propio Attal. Conocido también en Francia por ser la pareja de Charlotte Gainsbourg –hija del mítico Serge, y también estrella por propia cuenta–, Attal ha elegido para su debut detrás de cámara rodar una comedia que juegue precisamente con eso. Un riesgo que lleva adelante con bastante destreza. Narrada en primera persona por su protagonista, Mi mujer es una actriz cuenta con eficiente causticidad los problemas implícitos en la vida de un hombre de “estrechez de miras” –como el protagonista acepta ser en medio de una discusión– que debe vivir con una actriz famosa como, precisamente, su mujer Charlotte. Aunque en realidad de lo que habla el film de Attal es de una crisis en el romance de la pareja protagonista, una crisis que parece estar implícita en los trabajos que ambos realizan. Pero que estalla justo cuando la hermana de Yvan va a tener un hijo y su mujer tiene que viajar a Londres para filmar con un actor que las mujeres consideran todo un galán. Pero que en el film está encarnado por un Terence Stamp que, para simplificarle las cosas a Yvan, es bastante eficiente encarnando a un patético galán maduro.
Inspirada en lo más clásico del cine norteamericano del género antes que en la comedia francesa, Mi mujer es una actriz es un film con guiños permanentes hacia los trabajos de Billy Wilder y de Woody Allen. Al primero, Attal le dedica prácticamente el prólogo de la historia, así como el punto de vista. Y del segundo, toma esa primera persona que es capaz de tomarse el pelo a sí misma, y también esa libertad para hacer esos feroces chistes de judíos que sólo se permiten hacer los judíos. Y, nacido hace 37 años en Israel, Attal tiene ese permiso. Mezclando con bastante habilidad la línea argumental del protagonista y su mujer actriz con los exabruptos de una hermana que cree que cada discusión debe incluir en ella el Holocausto (algunas de sus respuestas son realmente memorables), Mi mujer es una actriz avanza como film inteligente, sincero y con ritmo. Y lleno de gags eficientes. Que, eso sí, comienzan a escasear –así como el ritmo- al promediar la segunda mitad del film. Una vez que la suerte del mismo ha sido echada, es cuando aparece una excesiva melancolía, y resulta inevitable recordar la confesión del propio Attal, que reconoció haber decidido reunir dos líneas argumentales en un mismo film porque la primera –la que involucra a sus protagonistas principales– le quedaba corta. Pues bien, según lo que se puede ver en Mi mujer es una actriz, las dos historias juntas también quedan cortas. Tan cortas como larga y hermosa aparece Charlotte en un film que es una carta de amor de Attal a su mujer. Aunque justamente ese momento sea cuando el film más largo se hace.

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