Vie 23.07.2004

ESPECTáCULOS

“Es una vuelta de rosca a lo que suena en la radio”

Así intenta definir Me Darás Mil Hijos su música, aun sabiendo que las definiciones son difíciles. Un show como teloneros de Goran Bregovic les abrió puertas y ahora presentan Un camino algún lugar.

› Por Karina Micheletto

El año pasado ocurrió algo extraño con Me Darás Mil Hijos. Muchos los conocieron en el Luna Park, como teloneros de una de las bandas con las que puede identificarse su música, la de Goran Bregovic. A partir de ahí, algo sucedió con el grupo, que fue sumando miembros mientras iba funcionando eso que se conoce como boca a boca. De repente todos hablaban de esa banda con nombre de promesa pobladora, los shows se multiplicaban, las revistas especializadas analizaban el fenómeno. ¿Qué hacen Me Darás Mil Hijos? Sus parentescos musicales aportan algunas pistas: Mariano Fernández (voz, guitarra y autor de la mayoría de las letras) y Santiago Fernández (guitarra y cavaquinho) son hermanos del vocalista de Pequeña Orquesta Reincidentes. Otros miembros del grupo tocan en el cuarteto del tanguero Cardenal Domínguez. Federico Ghazarossian integró Don Cornelio y Los Visitantes. En MDMH hay tango, bolero, milonga, pasodoble, fox trot, polka, baladas, valses, corridos, aires balcánicos, rock. Canciones. Tras el disco debut, el grupo sumó integrantes (ahora son diez, entre guitarras, contrabajo, violín, batería, acordeón y vientos) y editó Un camino algún lugar, que presentan mañana a las 22 en Niceto (Niceto Vega 5510).
Las influencias declaradas de MDMH abarcan un abanico tan amplio como para incluir a Zitarrosa, Troilo, Chavela y Nick Cave. Ghazarossian, unos años mayor que el resto, habla de sus compañeros como si fueran mucho más jóvenes. “Cuando los conocí, me sorprendió el bagaje que traían; Santiago venía tocando tango hacía rato, Mariano tenía 25 años y escuchaba a Zitarrosa, cuando tendría que estar escuchando, no sé, Green Day.” Pero todos coinciden en hablar de los rápidos cambios desde el debut hasta el segundo disco.
–¿En qué cambiaron?
Federico Ghazarossian: –El grupo se terminó de armar, ya tenemos un año de ruta tocando mucho, con el sonido que pone cada uno. Y logramos que la música sea tocada, no hay sampleo de nada, no hay casi edición.
Mariano Fernández: –Y grabamos con otra calidad, el primer disco fue bastante experimental, casi en casa, con muchos músicos invitados y poco ensayo. Este ya es un laburo de grupo. Y grabamos en el estudio de León Gieco, con otros equipos y con Oski Amante.
–Y los editó una compañía grande.
M. F.: –Nos pasó algo muy raro y lindo, tuvimos tres propuestas independientes a la vez, y después apareció BMG, dándonos toda la libertad artística. Hay cosas que son difíciles de lograr de manera independiente, llevar tu disco a todo el país, por ejemplo. Nos gusta la idea de abrir el abanico, trascender el circuito de siempre, llegar a otra gente.
Leonora Arbiser: –Con el primero vendimos más de mil discos, pero por el boca a boca en los shows. Tuvimos mucha suerte el año pasado.
–¿A qué creen que se debió esa suerte?
F. G.: –Quizás encontraron en nosotros algo nuevo, aunque es una propuesta que grupos como Reincidentes o Angela Tullida ya traían. Fuimos los primeros sorprendidos, no pensábamos que iba a pasar algo así ni a ganchos. Igual que pasar de ser cuatro monos con la guitarrita y el contrabajo y llegar a ser una banda de diez músicos.
Carolina Flechner: –Nuestra música le gusta a gente muy diferente, vemos chicos adolescentes y tangueros grandes. Es un público raro.
M. F.: –Lo mismo pasó con la prensa: estábamos en Rolling Stone o en Inrockuptibles, pero un día Víctor Hugo picó el disco entero en Desayuno. Pasan cosas alucinantes.
–¿El buen momento de la música que hacen ustedes tiene que ver con un mal momento del rock?
F. G.: –Hace años que en el rock no hay nada nuevo. No digo que lo seamos nosotros, pero es una vuelta de rosca a lo que se escucha en radio.
M. F.: –Hay otra oreja en la gente, una apertura que hace unos años no se veía. Se nota en los espacios culturales: en la época de Menem y De la Rúa, los shows al aire libre eran siempre los mismos; ahora hay más espacio para grupos independientes. Creo que la explosión de Kevin Johansen también ayudó, abrió cabezas a otra cosa que no fuera el mercado latino que venía demoliendo. Esa pegada ayudó a un grupo de músicos que viene laburando con otro tipo de música. Con Kevin tenemos una senda similar en la canción. El dijo una vez que hace canciones degeneradas. Más allá de las diferencias que puede haber entre nosotros, es una muy buena respuesta cuando nos preguntan lo que nunca sabemos responder: qué música hacemos.
–¿Quiénes creen que están en el mismo camino?
M. F.: –Lisandro Aristimuño, Angela Tullida, en algún lugar Mimi Maura, Christian Basso, Vicentico en su último disco... Son canciones con mucho instrumento acústico, vientos, acordeones, que ahora hay por todos lados... Una movida que incluso llega al mainstream: el unplugged de Diego Torres tiene una instrumentación superacústica, muy fina.
–Y esto de ser una banda tan numerosa, ¿qué pros y contras tiene?
F. G.: –El problema mayor son las pruebas de sonido, ahí todo es a cara de perro: “Bajá, subí, callate”. Pero los shows son un placer. Podemos armar una fiesta en cualquier lugar. El otro día, en el camarín del Ateneo, había como cuarenta personas entre músicos, parejas, amigos... Ahí dije: “Bueno, loco, acá ya está la fiesta”.

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