ESPECTáCULOS
› ENTREVISTA A GUSTAVO CERATI, QUE SE DISPONE A CANTAR EN EL COLON
“Este bajón debe tener una salida”
A tono con su último disco, “11 Episodios Sinfónicos”, el ex Soda Stereo interpretará versiones orquestadas de sus clásicos en el máximo coliseo nacional. La iniciativa está enmarcada en un ciclo de música popular en el Colón, del que participarán, también, Memphis La Blusera y Los Nocheros.
› Por Pablo Plotkin
Desde que puso fin a la larga aventura Soda Stereo, Gustavo Cerati editó dos discos: Bocanada –su distinguido debut en solitario– y el reciente 11 Episodios Sinfónicos, que registra versiones orquestadas sobre clásicos de toda su carrera. En los dos casos, Cerati se siente mejor que nunca “en la piel del crooner”. Si bien los episodios sinfónicos se entienden como un hecho aislado, casi incidental en medio de su obra, la experiencia probablemente influya en la grabación de su próximo disco, el verdadero sucesor de Bocanada. “El disco resultó ser una experiencia muy enriquecedora. Más allá del berretín de cantar con una orquesta, incorporé una serie de conocimientos que tienen que ver con la interacción dinámica entre una cantidad de músicos y la voz. A diferencia del rock y del pop, que suele contar con una batería sobre la que uno monta una serie de cosas, acá la orquesta me sigue a mí. Es algo totalmente diferente. Se pasa de momentos muy suaves a grandes explosiones sonoras, y esa dinámica la estoy incorporando a lo que hago. En cuanto a mi voz, el paladeo verbal que hay en ese disco resulta notable. Sin llegar a ese punto, seguramente la experiencia me influirá para grabar mis nuevas canciones”, dice Cerati, que el lunes 22 presentará 11 Episodios... en el Teatro Colón, acompañado de la Orquesta Sinfónica Nacional. El recital estará enmarcado en un ciclo de músicos populares que actuarán en el Colón y que incluirá también, en otras fechas, shows de Memphis La Blusera y de Los Nocheros (ver recuadro).
–¿Qué diferencias hay entre Bocanada y el disco nuevo, el que está preparando?
–Empecé a trabajar sobre ese disco hace un año, más o menos. A diferencia de Bocanada, en este caso armé una banda y compuse las canciones con ellos, en vivo, llevando adelante la dirección del grupo. De alguna manera, la metodología de trabajo se puede parecer a algunas épocas de Soda Stereo. Eso ya le da un carácter muy diferente al disco. Llegué a tener 25 canciones armadas. Después ocurrió lo de 11 Episodios Sinfónicos, me tomé unas vacaciones y la cuestión es que ahora retomé con otras cosas que estoy haciendo. Así que va a ser una mezcla de lo del año pasado y otras cosas que estoy haciendo ahora. Todavía tengo para un tiempo más. Creo que hasta mediados de año no va a salir.
–En cuanto a las canciones, el sonido, ¿en qué se diferencian?
–Bocanada era algo más de... laboratorio, un trabajo más íntimo. Llamé a los músicos para reinterpretar lo que yo ya había hecho. Esto está más ligado con la idea de tocar en vivo, entonces la energía es otra. Es bastante más arriba, menos contemplativo. No hay tanto trabajo de cut & paste, sino que gira alrededor de las zapadas, del trabajo grupal. Voy a hacer algo muy contrastante respecto de Bocanada. Al principio todo tenía una especie de línea, incluso el comercial que hice para Quilmes es un pedacito de una canción que había hecho en ese momento. Varias canciones tenían ese espíritu. Pero ahora ya estoy en otra cosa. No tengo todavía muy claro cómo va a ser el disco. Incluso barajo la posibilidad de que haya un productor, además de mí. Yo soy bastante dialéctico en ese sentido: si hago un disco de una forma, naturalmente el siguiente va a ser distinto. Después de tocar Bocanada en vivo, me cebé un poco con la idea de tener una banda. A veces me canso de trabajar solo. Por otro lado, todo lo que aprendí con Soda Stereo lo aplico. Es una forma de componer que ya conozco. Y resultó muy inspirador.
–¿Le interesa hacer un disco clásico, o un disco de ruptura?
–Va a tener una mezcla de ambas cosas. Por un lado me divierte hacer melodías clásicas, que transiten lugares que ya conozco. Pero también me gusta que la instrumentación sea de ruptura con respecto a otras cosas que haya hecho. Probablemente combine las dos cosas. En cuanto a las letras, estoy escribiendo cosas que me resultan inexplicables. Quiero ir por otro rumbo... O sea, Bocanada estuvo bien, pero es un trabajo muy basado en elsampler. Está buenísimo, son canciones hechas de a pedacitos. Acá hay una cuestión más lineal, instantánea. Y estoy cantando lo que me viene a la mente.
–Siempre le gustó inmiscuirse en las nuevas escenas. ¿Qué cree que hay de bueno ahora?
–La verdad es que últimamente no voy a muchos conciertos. Los períodos tan críticos no son buenos en cuanto a... Hay muchos músicos valiosos que se están yendo a la mierda, y eso es una verdadera cagada. Pero por otro lado, las situaciones críticas tan agudas exasperan la creatividad. Algo cambia. Yo tengo las sensación de que estamos ante cosas nuevas muy valiosas, pero no podría dar muchos nombres. La cumbia no es un género que me guste, personalmente, pero prefiero toda la vida la cumbia argentina antes que los Blink-182 y los 50 mil clones americanos. Entonces me pregunto: ¿estamos tan mal? Yo veo otras cosas de afuera que están mucho peor: repetición, falta de creatividad, búsqueda del negocio fácil. El valor creativo de muchos discos empezó a caer en manos de productores. Gente como Timbaland o los Neptunes se asocian con otros artistas que no me resultan tan valiosos. Britney Spears, por ejemplo... Canta bien, pero se nota que sale de la escuelita de Disney. Pero esa interacción me parece interesante. Y en cuanto al rock, son pocas las bandas que están yendo por lugares nuevos, la mayoría son reciclajes tremendos. Me encanta The Strokes, pero me lo ponés de improviso y no sé sin son los Velvet Underground. Lo más interesante creo que ocurre en la mezcla de cosas.
–Parece haber mucha gente que, después de tantos años de búsqueda experimental, necesita volver a las canciones sencillas.
–Sí, y eso me parece buenísimo. Yo estoy dentro del pop, a mí me gusta la música pop en general, incluso cuando el rock se pone pop. Los discos que más me gustan son los que, detrás de cualquier género, se preocupen por la canción. Por eso resaltan los Strokes. En medio de la deforme producción americana de teen rock, lo de los Strokes parece una aventura fantástica. Pero no hay muchos casos en ese sentido. Parecería que se iluminan por la tremenda carencia que hay en otros lugares. En este país también ocurre, parece una sensación mundial, lo cual seguramente augura otra cosa. Se vienen tiempos de mayor excitación, porque este bajón deberá tener una salida.
–Para muchos artistas, esa salida parece cada vez más improbable. ¿Cómo vive el exilio de tantos músicos argentinos?
–Unos años atrás existía la idea de que, en determinado momento, ibas a poder hacer lo que querías. Antes de Soda Stereo yo tuve que tocar hasta en cabarets, pensando que era un escalón hacia otro lado. Ahora ya no existe ni siquiera esa posibilidad. Este es un país muy ingrato para los proyectos personales, de entusiasmo. Es muy ingrato. En estos momentos de bajón uno tiene que redoblar la apuesta, pero es a costa de un sufrimiento tremendo. Es momento de conectarse mucho, no te podés quedar en el bajón de este país. Lo que no significa necesariamente irte. Gente de acá que hace música electrónica, como Boeing, tiene la posibilidad de mostrarse afuera. Es una manera de salir de esa energía tan baja que hay acá. Personalmente, me engancharon con un montón de guita en el corralito y la verdad es que te dan ganas de irte a la mierda. Pero ni siquiera a mí, que tengo la posibilidad de trabajar en otros lugares, me resulta fácil irme. Hay una especie de esperanza a ultranza que nadie sabe de dónde viene ni qué fundamentos tiene, pero existe.
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