Por Cristian Vitale

Si algún turista desprevenido visitara Argentina por primera vez y, por sumar experiencias nomás, cayera de improviso en un River-Boca, o en un Racing-Independiente, en un recital de La Renga, de Los Redondos o de Los Piojos, seguramente creería que la crisis es un invento de los medios o una campaña orientada para desprestigiar al país en el exterior. Ni una, ni la otra, obvio. La crisis es brava, pero River-Boca, La Renga, Los Redondos o Los Piojos, por convocar multitudes festivas siempre y donde estén, parecen contradecirla. Y es que en Argentina aún persisten valores pasionales, del alma, que superan ampliamente la racionalidad económica, típica de las sociedades desarrolladas del Primer Mundo. Inexplicable, real y romántico a la vez. Los Piojos –que adoptaron como santo a Jauretche, que algo de romántico tenía– salen a la cancha este fin de semana a demostrar su poder de convocatoria, pese al entorno. El quinteto de El Palomar se presenta esta noche y mañana a las 21 en el polideportivo de Gimnasia y Esgrima La Plata y, como ya se agotaron las 10 mil entradas –cuyo valor oscila entre 12 y 15 pesos–, repetirá la ceremonia el viernes 19 y el sábado 20. Ejemplo más nítido de esta nueva paradoja nacional, imposible.
Según allegados a la banda, probablemente esta sea la última presentación antes de una gira que la llevará a Estados Unidos –el 28 de abril en el Festival Argentino de Miami– y Toronto, Canadá, el 4 de mayo. También tocarían en Nueva York y Los Angeles. Puede que haya algún show antes en el interior, pero en Buenos Aires, en principio, no tocarán hasta que el disco sucesor de Verde Paisaje del Infierno vea la luz a fin de año. El año piojo, entonces, estará signado por dicha gira y las sesiones de estudio en busca del próximo trabajo. En cuanto al recital de esta noche, al quinteto –Andrés Ciro, “Pity” Fernández, Micky Rodríguez, Gustavo Kupinsky y Sebastián Cardero– se le agregarán Alvaro Torres, en teclados, y Enzo Sánchez, en saxo. Además, se esperan sorpresas –temas nuevos, inéditos, que formarán parte del disco por venir– y algún invitado amigo de la banda, cuya identidad prefieren mantener en reserva. Por las experiencias acumuladas en anteriores presentaciones en La Plata –es la cuarta vez que Los Piojos tocan allí–, se dan por descontadas las ya repetidas escenas de profunda comunión entre banda y público, basada en banderas, bengalas, fuegos artificiales y cánticos de cancha. La comunidad piojosa, además, estará frente a un prolongado repertorio –en el recordado show de Atlanta tocaron 135 minutos– que incluirá temas como “María y José”, “Te diría”, “Esquina Libertad”, “Media Caña”, “Todo Pasa”, “Labios de seda”, “Ay, Ay, Ay”, “Ruleta”, “Quemado”, “Luz de Marfil”, “Azul”, “Globalización”, “Reggae rojo y negro”, “Maradó” (esta vez sin la típica pantalla mostrando al diez en acción), “Tan solo” y “Taxi Boy”, entre otros. Un repertorio en el que los ritmos rioplatenses –característica central del grupo, en tiempos de Daniel Buira como baterista– van dejando paso, por supuesto sin desaparecer, al primigenio rock-stone de finales de los 80, el que los identificaba en tiempos de Arpegios y Babilonia.
En lo que va del año, Los Piojos tocaron en la última edición del Cosquín Rock en febrero, después dieron un emotivo recital en la ciudad de Sauce Viejo, Santa Fe, para 4.200 personas y en el cumpleaños de 15, de Dalma Nerea, la hija de Diego Maradona, junto a Los Auténticos Decadentes. Estas presentaciones, esporádicas, prefiguran un año menos agitado para la banda, luego del enorme éxito de 2001. En octubre de aquel año, habían brindado un multitudinario show de 30.000 personas en Atlanta –y luego en Huracán– que, además de servir como presentación de Verde Paisaje del Infierno –con Omar y Ricardo Mollo como invitados–, corroboró una tendencia que venía in crescendo en los últimos tiempos: aquella que sindica a Los Piojos como un fenómeno, a la redonda, que supera largamente el rótulo de simple grupo de rock, para transformarse en un hecho social cuya simbología ritual representa un atractivo grupo de pertenencia para las huestes que se suman por cientos en cada show.