Después de sus mejores años como artista, su voz aparecía cada vez más esporádicamente en la radio y en los escenarios, pero su nombre figuraba con peso propio en antologías y reediciones. El cantor de tango Argentino Ledesma murió ayer a la mañana en la sala de unidad coronaria del Sanatorio Güemes, donde estaba internado en grave estado. Ledesma, de 76 años, brilló en la década del ’50 en las orquestas de Carlos Di Sarli y Héctor Varela y luego comandó sus propios conjuntos. El cantante había padecido una embolia cerebral en el verano de 2002, durante una serie de presentaciones en Mar del Plata, y desde entonces había abandonado la actividad artística, aunque nadie le retaceaba su reconocimiento como parte importante de la historia del tango.
A comienzos de los años ’80, tras una gran actuación con la orquesta de Osvaldo Pugliese, Ledesma había dicho: “Después de esto, puedo morirme esta noche”. Por fortuna, su carrera continuó durante dos décadas más. Y llevó el tango a sitios remotos como Egipto o Australia. En Venezuela su éxito fue tal que lo proclamaron “rey del tango”.
El “Negro”, tal como se lo conocía en el ambiente artístico, había nacido el 24 de junio de 1928 en Santiago del Estero. El inicio de su carrera fue en Río Hondo, donde formaba parte de una orquesta típica que tocaba en un hotel. Llegó a Buenos Aires en 1952. Enseguida se presentó ante Julio De Caro, que le prometió trabajo al concluir el contrato que lo unía al cantor de su orquesta. A pesar de esa promesa, Ledesma resolvió ir al día siguiente a la antigua Radio Belgrano, donde Guillermo Brizuela Méndez, uno de los locutores estrella del momento, lo contactó con Héctor Varela, con quien debutó el 24 de junio de ese año en el Chantecler, reemplazando a Armando Laborde y compartiendo escenario con Rodolfo Lezica.
El 21 de agosto de 1952 grabó su primer tango, Novia provinciana, con la orquesta de Varela, agrupación con la que permaneció hasta 1957. Luego, Ledesma pasó brevemente por la formación del pianista Carlos Di Sarli, hasta que se decidió a emprender su carrera como solista. De canto llano e impactante, sin clisés ni pretendidos tonos arrabaleros, Ledesma, seguidor de Carlos Gardel, fue un suceso de popularidad y reconocimiento en las décadas del ’50 y el ’60. Grabó más de 500 temas durante sus cincuenta años de carrera. De su época dorada son memorables las versiones de Fumando espero, Fueron tres años, Baldosas flojas y Silueta porteña. Su éxito era tan grande que, cuando dejó la orquesta de Varela, se dijo que Miguel Caló fue hasta su casa y le dejó un cheque firmado por 100.000 pesos para que se integrara a su formación. Sin embargo, al poco tiempo, el cachet del cantor era tan alto como el de Juan D’Arienzo con toda su orquesta.
Además de ser figura central del tradicional Glostora Tango Club, de Radio El Mundo, Ledesma tuvo en Belgrano su propio programa, auspiciado por jabón Palmolive, y era la gran atracción de los carnavales del club San Lorenzo de Almagro en la década del ’60. Luego pasó a la televisión como número principal de ciclos como Sábados circulares y Grandes valores del tango, entre otros. Actuó también en el Teatro Cómico de la calle Corrientes, junto a Tito Lusiardo y Fidel Pintos, y tuvo un papel en la película El asalto, con Alberto de Mendoza, Egle Martin y Tato Bores.
A mediados de los ’70 abrió su propio reducto musical en el barrio de La Boca, conocido como La Casa de Argentino Ledesma, lugar por el que pasaron Edmundo Rivero, Tania, Rossana Falasca, Luis Stazzo, Osvaldo Requena y Roberto Rufino, entre otros. El efecto no deseado de la noche y la bohemia fue quizás el recurrente problema de hipertensión arterial que sufrió Ledesma. El primer incidente cardíaco que obligó a su internación fue en 1984 y René Favaloro lideró el equipo que le realizó un cuádruple by-pass.